¡Oh!, Santos Aquiles y Priscila, vosotros, sois los hijos
del Dios de la vida y sus amados santos, que, de San Pablo
fuisteis discípulos, e imitándolo, viajaron mucho. A vosotros
se os nombra en los Hechos de los Apóstoles, acabando de
dejar Italia, pues Claudio, emperador había publicado un
decreto por el que prohibía a los judíos habitar en Roma.
Vos, Aquiles, erais un judío originario del Ponto, que al
salir de Italia, os establecisteis en Corinto con Priscila.,
vuestra esposa. El gran San Pablo os visitó, de Atenas,
llegando, y viendo que vos, erais fabricante de tiendas
como él, vivir con ellos decidió en Corinto. Más tarde,
vosotros acompañasteis a Efeso; ahí os quedasteis en tanto
que el Apóstol proseguía su viaje. Durante la ausencia de
Pablo, instruisteis a Apolo, un judío de Alejandría “muy
versado en las Escrituras”, que había oído hablar del Señor
a unos discípulos del Bautista. Durante su tercer viaje a
Efeso, San Pablo se alojó en vuestra casa, donde estableció
una iglesia. Y, Pablo, escribió así, de vosotros: “Saluda
a Priscila y Aquiles y a la iglesia de su casa”. “Mis
colaboradores en Jesucristo, que expusieron la vida por
salvarme. Gracias les sean dadas, no sólo de mi parte, sino
de parte de todas las iglesias de los gentiles”. Escritas
en la epístola de San Pablo a los romanos, probando con ello
que vosotros, habían vuelto a Roma y a su iglesia en casa,
volviendo luego a Efeso, pues San Pablo os envió saludos
en su carta a Timoteo. Y, así, y luego de gastar vuestras
vidas en buena lid, volaron al cielo para coronadas ser,
con coronas de luz, como premio a vuestra entrega de amor;
¡oh!, Santos Aquiles y Priscila, “vivo amor por el Dios Vivo”.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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8 de Julio
Santos Aquiles y Priscila (Prisca)
Esposos Mártires
Lo poco que sabemos sobre Aquiles y Priscila procede de la Sagrada
Escritura. Ambos eran discípulos de San Pablo. Como su maestro, viajaron
mucho y cambiaron con frecuencia de lugar de residencia.
La primera vez que nos hablan de ellos los Hechos de los Apóstoles
(18:1-3), acababan de partir de Italia, pues el emperador Claudio había
publicado un decreto por el que prohibía a los judíos habitar en Roma.
Aquiles era un judío originario del Ponto. Al salir de Italia, se
estableció en Corinto con su esposa, Priscila. San Pablo fue a
visitarlos al llegar de Atenas. Al ver que Aquiles era, como él,
fabricante de tiendas (pues todos los rabinos judíos tenían un oficio),
decidió vivir con ellos durante su estancia en Corinto.
No sabemos si San Pablo los convirtió entonces a la fe o si ya eran
cristianos desde antes. Aquiles y Priscila acompañaron a San Pablo a
Efeso; ahí se quedaron, en tanto que el Apóstol proseguía su viaje.
Durante la ausencia del Apóstol, instruyeron a Apolo, un judío de
Alejandría “muy versado en las Escrituras”, que había oído hablar del
Señor a unos discípulos del Bautista.
Durante su tercer viaje a Efeso, San Pablo se alojó en casa de
Aquiles y Priscila, donde estableció una iglesia. El Apóstol escribe:
“Saluda a Priscila y Aquiles y a la iglesia de su casa.” Y añade unas
palabras de gratitud por todo lo que habían hecho: “Mis colaboradores en
Jesucristo, que expusieron la vida por salvarme. Gracias les sean
dadas, no sólo de mi parte, sino de parte de todas las iglesias de los
gentiles.”
Estas palabras se hallan en la epístola de San Pablo a los romanos,
lo cual prueba que Aquiles y Priscila habían vuelto a Roma y tenían
también ahí una iglesia en su casa. Pero pronto volvieron a Efeso, pues
San Pablo les envía saludos en su carta a Timoteo.
El Martirologio Romano afirma que murieron en Asia Menor, pero, según
la tradición, fueron martirizados en Roma. Una leyenda muy posterior
relaciona a Santa Priscila con el “Titulos Priscae”, es decir, con la
iglesia de Santa Prisca en el Aventino.
(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=37698)
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