¡Oh!, San José Calasanz, vos, sois el hijo del Dios de la vida y
su amado santo, que hace cuatro siglos, fundasteis las Escuelas
Pías y con ellas, la enseñanza gratuita de manera universal.
Estudiasteis filosofía y derecho y teología en Valencia, Alcalá
de Henares y en Lleida, donde obtuvisteis el título de doctor.
Siempre os preocuparon los pobres y los desfavorecidos y para
todos ellos, creasteis una fundación en Claverol. Impresionado
por la pobreza y la degradación moral en la que vivían numerosos
niños romanos, fundasteis en la iglesia de “Santa Dorotea del
Trastévere”, la primera escuela católica pública, popular y gratuita
de la edad moderna en Europa. En el “Documentum Princeps”,
expusisteis los fundamentos de vuestra obra pedagógica, así como,
el reglamento para maestros y alumnos. El Papa Pablo V, gracias
a vos, crea la Congregación de las Escuelas Pías, el primer
instituto religioso dedicado a la enseñanza y amor a Dios. Y,
en tales circunstancias, vos, sois, apresado e interrogado por
la Inquisición y al año siguiente, en una lucha de intereses y
ambiciones inmerso, que acaban con vuestra destitución del cargo
de General de la Orden, que vos, mismo habíais fundado. Vos,
repetíais: “Me acusan de cosas que no he hecho, pero yo dejo a
Dios mi defensa”. Y como Job también decíais: “Dios me lo dio,
Dios me lo quitó, bendito sea Dios”. A ocho años después de vuestra
muerte, Alejandro VII, Papa, rehabilitó vuestras “Escuelas Pías”.
Y, así, hizo Dios, justicia con vos, aunque después de fallecido,
porque hoy, vuestra alma, brilla, como premio a vuestra entrega
increíble de amor y fe. Fundador de los Escolapios y Santo Patrono
de las Escuelas Populares Cristianas del mundo y Obrero del Dios Vivo;
¡Oh!, San José de Calazans “viva imagen del Dios de la Vida”.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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25 de agosto
San José Calasanz
Fundador de los Escolapios
Año 1648
Que Dios nos mande siempre muchos educadores como San
José, y que su ejemplo nos lleve a recordar aquel famoso dicho de
Jesucristo: “Es necesario padecer en la tierra, para entrar en la gloria
eterna”. (Lc. 24,26).
Un cardenal que después fue Sumo Pontífice, llamó a San José Calasanz
“un segundo Job” porque tuvo que sufrir persecuciones como el santo Job
de lo Biblia. Nuestro santo fue sepultado un 26 de agosto del año 1648.
Nació en Aragón, España, en 1556, hijo del gobernador de la región. Su
padre deseaba que fuera militar, pero los religiosos que lo instruyeron
en su niñez lo entusiasmaron por la vida sacerdotal, y pidió que le
dejaran hacer estudios eclesiásticos. Desde muy pequeño su gran deseo
era poder alejar el mal y el pecado de las almas de los demás.
En el colegio se burlaban de él los compañeros, porque les perecía
demasiado piadoso, pero poco a poco con su amabilidad los fue ganando a
su favor. Siendo universitario tuvo que huir de la ciudad donde
estudiaba porque una mujer joven pretendía hacerlo pecar. Imitaba así a
José el de la Biblia, que prefirió perder cualquier amistad aunque fuera
de persona de alta clase social, con tal de no ofender a Dios.
Su padre deseaba que José fuera el heredero administrador de sus
muchos bienes y riquezas. Pero en una gravísima enfermedad, el joven le
prometió a Dios que si le concedía la curación, se dedicaría únicamente a
trabajar por la salvación de las almas. El joven curó de la enfermedad,
y entonces el papá le permitió cumplir su promesa, y fue ordenado
sacerdote. Ya antes se había graduado de doctor en la universidad de
Alcalá.
Cargos importantes
Como tenía fama de gran santidad y de mucha sabiduría, el señor
obispo le fue concediendo puestos de mucha responsabilidad. Primero lo
envío a una región montañosa donde la gente era casi salvaje y muy
ignorante en religión. Allá, entre nieves y barrizales y por caminos
peligrosos, se propuso visitar familia por familia para enseñarles la
religión y el cambio total.
En Barcelona existía una terrible pelea entre dos familias de las
principales de la ciudad, con grave peligro de matanzas. San José fue
enviado a poner la paz y logró que se casara un joven de una de las
familias con una muchacha de la familia contraria y así volvió a ver paz
entre los que antes eran enemigos. El señor obispo de Urgel lo nombró
su vicario general, el más alto puesto en la diócesis después del
prelado.
Renuncia a todo
Pero él sentía una voz en su interior que le decía: “¡Váyase a Roma!
¡Váyase a Roma!” Y en sueños veía multitudes de niños desamparados que
le suplicaban se dedicara a educarlos. Así que renunciado a sus altos
puestos, y repartiendo entre los pobres las grandes riquezas que había
heredado de sus padres, se dirigió a pie a la Ciudad Eterna.
Educador de los pobres
En Roma se hizo socio de una cofradía que se dedicaba a enseñar
catecismo a los niños y se dio cuenta de que la ignorancia religiosa era
total y que no bastaba con enseñar religión los domingos, sino que era
necesario fundar escuelas para que los jovencitos tuvieran educación e
instrucción durante la semana. En ese tiempo los gobiernos no tenían ni
escuelas ni colegios, y la juventud crecía sin instrucción. Se reunió
con unos sacerdotes amigos y fundó entonces su primera escuela en Roma.
Su fin era instruir en la religión y formar buenos ciudadanos. Pronto
tuvieron ya cien alumnos. Tenían que conseguir profesores y edificio,
porque los gobiernos no costeaban nada de eso. Pronto fueron llegando
nuevos colaboradores y los alumnos fueron ya setecientos. Más tarde eran
ya mil los jóvenes que estudiaban en las escuelas dirigidas por José y
su amigos. En sus ratos libres se dedicaban a socorrer enfermos y
necesitados, especialmente cuando llegaban la peste o las inundaciones.
Con su amigo San Camilo eran incansables en ayudar.
Los Escolapios
A sus institutos educativos les puso por nombre “Escuelas Pías” y los
padres que acompañaban al padre Calasanz se llamaron Escolapios.
Después de un par de años ya había “Escuelas Pías” en muchos sitios de
Italia y en muchos países. Ahora los padres Escolapios tienen 205 casas
en el mundo, dedicadas a la educación, con 1630 religiosos. Son
estimadísimos como educadores.
Visitas repentinas e inesperadas
Los envidiosos empezaron a hacer llegar quejas contra las Escuelas
Pías, y el Sumo Pontífice Clemente VIII envió a los sabios Cardenales
Baronio y Antoniani a que hicieran una visita sorpresa a las tales
escuelas. Los dos cardenales se presentaron repentinamente sin previo
aviso y encontraron que todo funcionaba tan sumamente bien, que el Papa
al escuchar su excelente informe se propuso ayudarlas mucho más en
adelante. Algo parecido hizo más tarde el Papa Paulo V y al darse cuenta
de lo bien que funcionaban las escuelas del padre Calasanz, le concedió
toda su ayuda. Y en verdad que la necesitaba porque las dificultades
que se les presentaban eran muy grandes.
El padre Calasanz tenía una gran fuerza y un día se echó sobre sus
espaldas una pesadísima campana y se subió por una escalera para
llevarla a la torre. Pero la escalera se partió y él cayó con la campana
y se rompió una pierna. Duró varios meses en cama entre la vida y la
muerte y desde entonces su falta de salud lo hizo sufrir mucho. Pero los
mayores sufrimientos le iban a llegar de otra manera totalmente
inesperada.
Recibió el padre Calasanz como colaborador a un hombre ambicioso y
lleno de envidia, el cual se propuso hacerle la guerra y quitarle el
cargo de Superior General. Por las calumnias de este hombre y de varios
más, nuestro santo fue llevado a los tribunales y solamente la
intervención de un cardenal obtuvo que no lo echaran a la cárcel. Él
repetía: “Me acusan de cosas que no he hecho, pero yo dejo a Dios mi
defensa”. El envidioso logró a base de calumnias que a San José Calasanz
le quitaran el cargo de Superior General, y después las acusaciones
mentirosas llegaron a tal punto que la Santa Sede determinó acabar con
la congregación que el santo había fundado. San José al escuchar tan
triste noticia, repitió las palabras del Santo Job: “Dios me lo dio,
Dios me lo quitó, bendito sea Dios”.
Afortunadamente, después se supo la verdad y al Fundador le fueron
restituidos sus cargos y la Comunidad volvió a ser aprobada y ahora está
extendida por todo el mundo. Dicen que San Alfonso de Ligorio cuando
estaba fundando la Congregación de Padres Redentoristas, y encontraba
fuertes dificultades y oposiciones, leía la vida de San José de Calasanz
para animarse y seguir luchando hasta conseguir la definitiva
aprobación. El 25 de agosto del año 1648, a la edad de 92 años pasó este
gran apóstol a la eternidad, a recibir el premio de sus grandes obras
apostólicas y de sus muchísimos sufrimientos.
(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/José_Calasanz_8_25.htm)
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