¡Oh!, San Mateo, Apóstol, vos, sois el hijo del Dios de la vida,
su Apóstol y amado santo, y, el que, abandonando la mundana vida,
os abrazasteis a la cruz de Cristo, para jamás dejarla. Ayer,
de impuestos recaudador y, por la gloria de Cristo Jesús, Dios y
Señor Nuestro, Apóstol, y su “evangelista”, pues, vos, los más
vívidos pasajes de vuestra vida junto a Él, escribisteis: su vida,
su pasión, su muerte y su gloriosa resurrección, que hoy, el orbe
todo de la tierra, sabe, medita y reflexiona, en este terrenal
sueño, en que nos quiere atrapar el mundo, con sus veleidades,
invitándonos a dejar de aferrados estar a Él, y a la eternidad
de la vida, que nos ofrece. Recaudador de impuestos ayer y, hoy,
de almas. A vos os conocen en todo el mundo, y todo por vuestro
libro: “El evangelio según San Mateo”, de sólo veintiocho capítulos
y cincuenta páginas, que ha cautivado a predicadores y catequistas
durante más veinte siglos. El Sermón de la Montaña, el sermón
de las Parábolas, y el que Jesús dijo a sus apóstoles cuando
los envió a su primera predicación. Además, narráis, además sus
milagros y describís de manera especial su Pasión, su Muerte y
su Resurrección gloriosa. Y, es verdad, quizás no haya en el mundo
otro evangelio, que haya convertido a más pecadores y que haya
entusiasmado a más personas que el vuestro. A vos, os pintan
teniendo al lado a un ángel en forma de hombre, porque vuestro
evangelio comienza la lista haciendo de los antepasados de Jesús
como hombre, y narrando la aparición de un ángel a San José. Y,
por todo ello, corona de luz, lucís, como premio, a vuestro amor;
¡oh!, San Mateo, Apóstol, “obra y vivo regalo del Dios de la Vida”.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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21 de septiembre
San Mateo
Apóstol y Evangelista
Martirologio Romano: Fiesta de san Mateo, apóstol y
evangelista, llamado antes Leví, que al ser invitado por Jesús para
seguirle, dejó su oficio de publicano o recaudador de impuestos y,
elegido entre los apóstoles, escribió un evangelio en que se proclama
principalmente que Jesucristo es hijo de David, hijo de Abrahán, dando
plenitud al Antiguo Testamento.
Mateo significa: “regalo de Dios”. Se llamaba también Leví, y era
hijo de Alfeo. Su oficio era el de recaudador de impuestos, un cargo muy
odiado por los judíos, porque esos impuestos se recolectaban para una
nación extranjera. Los publicanos o recaudadores de impuestos se
enriquecían fácilmente. Y quizás a Mateo le atraía la idea de hacerse
rico prontamente, pero una vez que se encontró con Jesucristo ya dejó
para siempre su ambición de dinero y se dedicó por completo a buscar la
salvación de las almas y el Reino de Dios.
Como ejercía su oficio en Cafarnaum, y en esa ciudad pasaba Jesús
muchos días y obraba milagros maravillosos, ya seguramente Mateo lo
había escuchado varias veces y le había impresionado el modo de ser y de
hablar de este Maestro formidable. Y un día, estando él en su oficina
de cobranzas, quizás pensando acerca de lo que debería hacer en el
futuro, vio aparecer frente a él nada menos que al Divino Maestro el
cual le hizo una propuesta totalmente inesperada: “Ven y sígueme”.
Mateo aceptó sin más la invitación de Jesús y renunciando a su empleo
tan productivo, se fue con El, no ya a ganar dinero, sino almas. No ya a
conseguir altos empleos en la tierra, sino un puesto de primera clase
en el cielo. San Jerónimo dice que la llamada de Jesús a Mateo es una
lección para que todos los pecadores del mundo sepan que, sea cual fuere
la vida que han llevado hasta el momento, en cualquier día y en
cualquier hora pueden dedicarse a servir a Cristo, y El los acepta con
gusto.
Mateo dispuso despedirse de su vida de empleado público dando un gran
almuerzo a todos sus amigos, y el invitado de honor era nada menos que
Jesús. Y con Él, sus apóstoles. Y como allí se reunió la flor y nata de
los pecadores y publicanos, los fariseos se escandalizaron horriblemente
y llamaron a varios de los apóstoles para protestarles por semejante
actuación de su jefe. “¿Cómo es que su maestro se atreve a comer con
publicanos y pecadores?”
Jesús respondió a estas protestas de los fariseos con una noticia que
a todos nos debe llenar de alegría: “No necesitan médico los que están
sanos, sino los que están enfermos. Yo no he venido a buscar santos sino
pecadores. Y a salvar lo que estaba perdido”. Probablemente mientras
decía estas bellas palabras estaba pensando en varios de nosotros.
Desde entonces Mateo va siempre al lado de Jesús. Presencia sus
milagros, oye sus sabios sermones y le colabora predicando y
catequizando por los pueblos y organizando las multitudes cuando siguen
ansiosas de oír al gran profeta de Nazaret. Jesús lo nombra como uno de
sus 12 preferidos, a los cuales llamó apóstoles (o enviados, o
embajadores) y en Pentecostés recibe el Espíritu Santo en forma de
lenguas de fuego. Los judíos le dieron 39 azotes por predicar que Jesús
sí había resucitado (y lo mismo hicieron con los otros apóstoles) y
cuando estalló la terrible persecución contra los cristianos en
Jerusalén, Mateo se fue al extranjero a evangelizar, y dicen que predicó
en Etiopía y que allá murió martirizado.
En todo el mundo es conocido este santo, y lo será por siempre, a
causa del maravilloso librito que él escribió: “El evangelio según San
Mateo”. Este corto escrito de sólo 28 capítulos y 50 páginas, ha sido la
delicia de predicadores y catequistas durante 20 siglos en todos los
continentes. San Mateo en su evangelio (palabra que significa: “Buenas
Noticias”) copia sermones muy famosos de Jesús, como por ej. El Sermón
de la Montaña (el sermón más bello pronunciado en esta tierra), el
sermón de las Parábolas, y el que les dijo a sus apóstoles cuando los
iba mandar a su primera predicación. Narra milagros muy interesantes, y
describe de manera impresionante la Pasión y Muerte de Jesús. Termina
contando su resurrección gloriosa.
El fin del evangelio de San Mateo es probar que Jesucristo sí es el
Mesías o Salvador anunciado por los profetas y por el Antiguo
Testamento. Este evangelio fue escrito especialmente para los judíos que
se convertían al cristianismo, y por eso fue redactado en el idioma de
ellos, el arameo.
Quizás no haya en el mundo otro libro que haya convertido más
pecadores y que haya entusiasmado a más personas por Jesucristo y su
doctrina, que el evangelio según San Mateo. No dejemos de leerlo y
meditarlo.
A cada uno de los 4 evangelistas se les representa por medio de uno
de los 4 seres vivientes que, según el profeta, acompañan al Hijo del
hombre (un león: el valor. El toro: la fuerza. El águila: los altos
vuelos. Y el hombre: la inteligencia). A San Marcos se le representa con
un león. A San Lucas con un toro (porque empieza su evangelio narrando
el sacrifico de una res que estaban ofreciendo en el templo). A San Juan
por medio del águila, porque este evangelio es el que más alto se ha
elevado en sus pensamientos y escritos. Y a San Mateo lo pintan teniendo
al lado a un ángel en forma de hombre, porque su evangelio comienza
haciendo la lista de los antepasados de Jesús como hombre, y narrando la
aparición de un ángel a San José.
Que San Mateo, gran evangelizador, le pida a Jesús que nos
conceda un gran entusiasmo por leer, meditar y practicar siempre su
santo evangelio.
Decía Jesús “Convertíos y creed en el evangelio” (Mc. 1, 15).
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