¡Oh!, Santa Clara de Asís, vos, sois la hija del Dios de la vida y
su amada santa, que os consagrasteis a los dieciocho años a
Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro, haciéndoos los cabellos
cortar y vistiendo hábito franciscano. Una vida de pobreza
abrazasteis, renunciando al mundo material y prometiendo
nada poseer, cosa que cumplisteis. Así, iniciasteis la Segunda
Orden Franciscana, llamada: “Las Damas Pobres o Clarisas”,
en la Porciúncula, aquella santa iglesia por vuestro mentor
restaurada, para de limosnas o el “privilegioum paupertatis”
vivir. El ideal de San Francisco, en práctica pusisteis acompañado
por un grupo de mujeres de Asís y más tarde, de toda Italia.
Cuarenta y tres años vivisteis, sin salir del convento. En vida
pudisteis ver como vuestra orden se extendía por España,
Bohemia, Francia e Inglaterra. Dos veces lograsteis hacer
huir a los sarracenos alistados en el ejército de Federico
segundo, con solo mostrarles la custodia con el Santísimo
Sacramento del Altar. Además, exhortabais a vuestras santas
hermanas a la oración, inclusive inmovilizada estando a
causa de vuestros continuos dolores. Y, así, voló vuestra
alma al cielo, para corona de luz recibir, como premio justo
a vuestra entrega de amor, fe, y humildad. “Vete en paz ya
que has seguido el buen camino; vete confiada, ya que tu
creador te ha santificado, custodiado incesantemente y
amado con la ternura de una madre con su hijo”. “Oh Dios,
bendito seas por haberme creado”. “Yo, Clara, sierva de Cristo,
pequeña planta de nuestro Padre Francisco”. ¡Aleluya! ¡Aleluya!.
¡oh!, Santa Clara de Asís, “vivo amor y fe por el Dios de la vida”.
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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11 de agosto
Santa Clara de Asís
Virgen y Fundadora
Martirologio Romano: Memoria de santa Clara, virgen, que,
como primer ejemplo de las Damas Pobres de la Orden de los Hermanos
Menores, siguió a san Francisco, llevando una áspera vida en Asís, en la
Umbría, pero, en cambio, rica en obras de caridad y de piedad.
Enamorada de verdad por la pobreza, no consintió ser apartada de la
misma ni siquiera en la extrema indigencia y enfermedad († 1253).
Breve Biografía
Nació en Asís el año 1193. Fue conciudadana, contemporánea y
discípula de San Francisco y quiso seguir el camino de austeridad
señalado por él a pesar de la durísima oposición familiar.
Si retrocedemos en la historia, vemos a la puerta de la iglesia de
Santa María de los Ángeles (llamada también de la Porciúncula), distante
un kilómetro y medio de la ciudad de Asís, a Clara Favarone, joven de
dieciocho años, perteneciente a la familia del opulento conde de Sasso
Rosso.
En la noche del domingo de ramos, Clara había abandonado su casa, el
palacio de sus padres, y estaba allí, en la iglesia de Santa María de
los Ángeles. La aguardaban san Francisco y varios sacerdotes, con cirios
encendidos, entonando el Veni Creátor Spíritus.
Dentro del templo, Clara cambia su ropa de terciopelo y brocado por
el hábito que recibe de las manos de Francisco, que corta sus hermosas
trenzas rubias y cubre la cabeza de la joven con un velo negro. A la
mañana siguiente, familiares y amigos invaden el templo. Ruegan y
amenazan. Piensan que la joven debería regresar a la casa paterna. Grita
y se lamenta el padre. La madre llora y exclama: “Está embrujada”. Era
el 18 de marzo de 1212.
Cuando Francisco de Asís abandonó la casa de su padre, el rico
comerciante Bernardone, Clara era una niña de once años. Siguió paso a
paso esa vida de renunciamiento y amor al prójimo. Y con esa admiración
fue creciendo el deseo de imitarlo.
Clara despertó la vocación de su hermana Inés y, con otras dieciséis jóvenes parientas, se dispuso a fundar una comunidad.
La hija de Favarone, caballero feudal de Asís, daba el ejemplo en
todo. Cuidaba a los enfermos en los hospitales; dentro del convento
realizaba los más humildes quehaceres. Pedía limosnas, pues esa era una
de las normas de la institución. Las monjas debían vivir dependientes de
la providencia divina: la limosna y el trabajo.
Corrieron los años. En el estío de 1253, en la iglesia de San Damián
de Asís, el papa Inocencio IV la visitó en su lecho de muerte. Unidas
las manos, tuvo fuerzas para pedirle su bendición, con la indulgencia
plenaria. El Papa contestó, sollozando: “Quiera Dios, hija mía, que no
necesite yo más que tú de la misericordia divina”.
Lloran las monjas la agonía de Clara. Todo es silencio. Sólo un murmullo brota de los labios de la santa.
– Oh Señor, te alabo, te glorifico, por haberme creado.
Una de las monjas le preguntó:
– ¿Con quién hablas?
Ella contestó recitando el salmo.
– Preciosa es en presencia del Señor la muerte de sus santos.
Y expiró. Era el 11 de agosto de 1253. Fue canonizada dos años más
tarde, el 15 de agosto de 1255, por el papa Alejandro IV, quien en la
bula correspondiente declaró que ella “fue alto candelabro de santidad”,
a cuya luz “acudieron y acuden muchas vírgenes para encender sus
lámparas”.
Santa Clara fundó la Orden de Damas Pobres de San Damián (hoy llamada
Orden de las hermanas pobres de Santa Clara), llamadas normalmente
Clarisas, rama femenina de los franciscanos, a la que gobernó con
fidelidad exquisita al espíritu franciscano hasta su muerte y desde hace
siete siglos reposa en la iglesia de las clarisas de Asís.
De ella dijo su biógrafo Tomás Celano: “Clara por su nombre; más clara por su vida; clarísima por su muerte”.
(http://es.catholic.net/op/articulos/31939/clara-de-ass-santa.html)
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