¡Oh! San Juan “el Bautista”, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida, y su amado santo. Dijisteis vos: “Este era
del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto
delante de mí, porque existía antes que yo”. No erais
vos, la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz
como precursor, anunciando la encarnación del Verbo.
¡Vos sois la voz que clama en el desierto! No sois el mesías,
tampoco Elías. Solo bautizabais con agua, para que Él,
sea manifestado a Israel. Premonitoriamente dijisteis:
“Viene después de mí y es preciso que él crezca y que yo
disminuya”. Y, disminuyó, hasta haceros mártir del Dios
Vivo, a manos del reyezuelo Herodes. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡Oh! San Juan “el Bautista”, “vivo mártir del Dios Vivo”.
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
_____________________________________
29 de Agosto
Martirio de San Juan el Bautista
Memoria Litúrgica
Mártir
Fuente: EWTN.com
Martirologio Romano: Memoria del martirio de san Juan Bautista, al que Herodes Antipas retuvo encarcelado en la fortaleza de Maqueronte y a quien, en el día de su cumpleaños, mandó decapitar a petición de la hija de Herodías. De esta suerte, el Precursor del Señor, como lámpara encendida y resplandeciente, tanto en la muerte como en la vida dio testimonio de la verdad (s. I)
Breve Reseña
El evangelio de San Marcos nos narra de la siguiente manera la muerte
del gran precursor, San Juan Bautista: “Herodes había mandado poner
preso a Juan Bautista, y lo había llevado encadenado a la prisión, por
causa de Herodías, esposa de su hermano Filipos, con la cual Herodes se
había ido a vivir en unión libre. Porque Juan le decía a Herodes: “No le
está permitido irse a vivir con la mujer de su hermano”. Herodías le
tenía un gran odio por esto a Juan Bautista y quería hacerlo matar, pero
no podía porque Herodes le tenía un profundo respeto a Juan y lo
consideraba un hombre santo, y lo protegía y al oírlo hablar se quedaba
pensativo y temeroso, y lo escuchaba con gusto”.
“Pero llegó el día oportuno, cuando Herodes en su cumpleaños dio un
gran banquete a todos los principales de la ciudad. Entró a la fiesta la
hija de Herodías y bailó, el baile le gustó mucho a Herodes, y le
prometió con juramento: “Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea
la mitad de mi reino”.
La muchacha fue donde su madre y le preguntó: “¿Qué debo pedir?”.
Ella le dijo: “Pida la cabeza de Juan Bautista”. Ella entró corriendo a
donde estaba el rey y le dijo: “Quiero que ahora mismo me des en una
bandeja, la cabeza de Juan Bautista”.
El rey se llenó de tristeza, pero para no contrariar a la muchacha y
porque se imaginaba que debía cumplir ese vano juramento, mandó a uno de
su guardia a que fuera a la cárcel y le trajera la cabeza de Juan. El
otro fue a la prisión, le cortó la cabeza y la trajo en una bandeja y se
la dio a la muchacha y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse
los discípulos de Juan vinieron y le dieron sepultura (S. Marcos 6,17).
Herodes Antipas había cometido un pecado que escandalizaba a los
judíos porque esta muy prohibido por la Santa Biblia y por la ley moral.
Se había ido a vivir con la esposa de su hermano. Juan Bautista lo
denunció públicamente. Se necesitaba mucho valor para hacer una denuncia
como esta porque esos reyes de oriente eran muy déspotas y mandaban
matar sin más ni más a quien se atrevía a echarles en cara sus errores.
Herodes al principio se contentó solamente con poner preso a Juan,
porque sentía un gran respeto por él. Pero la adúltera Herodías estaba
alerta para mandar matar en la primera ocasión que se le presentara, al
que le decía a su concubino que era pecado esa vida que estaban
llevando.
Cuando pidieron la cabeza de Juan Bautista el rey sintió enorme
tristeza porque estimaba mucho a Juan y estaba convencido de que era un
santo y cada vez que le oía hablar de Dios y del alma se sentía
profundamente conmovido. Pero por no quedar mal con sus compinches que
le habían oído su tonto juramento (que en verdad no le podía obligar,
porque al que jura hacer algo malo, nunca le obliga a cumplir eso que ha
jurado) y por no disgustar a esa malvada, mandó matar al santo
precursor.
Este es un caso típico de cómo un pecado lleva a cometer otro pecado.
Herodes y Herodías empezaron siendo adúlteros y terminaron siendo
asesinos. El pecado del adulterio los llevó al crimen, al asesinato de
un santo.
Juan murió mártir de su deber, porque él había leído la recomendación
que el profeta Isaías hace a los predicadores: “Cuidado: no vayan a ser
perros mudos que no ladran cuando llegan los ladrones a robar”. El
Bautista vio que llegaban los enemigos del alma a robarse la salvación
de Herodes y de su concubina y habló fuertemente. Ese era su deber. Y
tuvo la enorme dicha de morir por proclamar que es necesario cumplir las
leyes de Dios y de la moral. Fue un verdadero mártir.
Una antigua tradición cuenta que Herodías años más tarde estaba
caminando sobre un río congelado y el hielo se abrió y ella se consumió
hasta el cuello y el hielo se cerró y la mató. Puede haber sido así o
no. Pero lo que sí es histórico es que Herodes Antipas fue desterrado
después a un país lejano, con su concubina. Y que el padre de su primera
esposa (a la cual él había alejado para quedarse con Herodías) invadió
con sus Nabateos el territorio de Antipas y le hizo enormes daños. Es
que no hay pecado que se quede sin su respectivo castigo.
(http://es.catholic.net/op/articulos/32115/martirio-juan-el-bautista-santo.html)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario