¡Oh!, Señor de los Milagros, Vos, Sois el Dios de la Vida,
y que pintáis Octubre, de morado color y, con la multitud
de fieles por todo el orbe de la tierra esparcidos, hacéis
sublime y grandiosa la mística expresión católica de la fe
porque, en octubre, de manos de un negro esclavo angoleño
guiado por el Espíritu Santo, plasmó vuestra sagrada efigie
Redentora, para que patrocinarais sus reuniones y os sirvieses
de guía en todo tiempo y circunstancia. Con los años, bajo
vuestro amparo, todas las sangres unís, en una sola fe,
en un sólo amor y luz. Y, así, desde siempre, la fervorosa
multitud eleva oraciones, súplicas y gracias, a Vos, Dios
de la vida, visando el sólo tocaros y besaros. La fe, montañas
mueve, y las voluntades más recias, mansas se vuelven,
gracias al destello de Vuestra luz divina, que cae sobre
vuestros fieles, mientras el andar cansino de vuestra
imagen, desbroza por doquier amor y paz. Os rindió culto,
el Conde de Lemos, y ordenó que se os venerase en el mismo
lugar, donde Vos, pintado fuisteis. Y, de pronto, un terremoto,
midió fuerzas con vuestra divinidad, y rajaduras produjo,
pero, nunca en vuestro mural, por designios de Dios. Y, así,
Sebastián de Antuñano, amoroso y fiel siervo vuestro, inició
la procesión con una réplica de vuestra santa imagen, así
originando las procesiones de octubre, con Vos, que tiñen
de morado y de incienso estos tiempos. “Es ya tiempo que esta
iglesia se edifique y siendo el fondo principal con que debe
contar la devoción de este vecindario que juró a este Divino
Señor Patrón de la Ciudad contra los temblores que en ella
se repiten, a dispuesto una Misa para el Domingo cuatro
de Mayo en la puerta del Colegio de los Desamparados, allí
esperaran de su generoso ánimo aquella prueba que le dictare
su piedad”. Rezaba así, la invitación, que con apoyo del Virrey,
las Madres Nazarenas, esparcieron por toda la ciudad de Lima,
hacieno hasta hoy, y por los siglos de los siglos morado el mes
de octubre, lleno de fe y de esperanza por Vuestro grande Amor;
¡oh!, Señor de los Milagros, “Vivo regalo de Amor de Dios Padre”.
y que pintáis Octubre, de morado color y, con la multitud
de fieles por todo el orbe de la tierra esparcidos, hacéis
sublime y grandiosa la mística expresión católica de la fe
porque, en octubre, de manos de un negro esclavo angoleño
guiado por el Espíritu Santo, plasmó vuestra sagrada efigie
Redentora, para que patrocinarais sus reuniones y os sirvieses
de guía en todo tiempo y circunstancia. Con los años, bajo
vuestro amparo, todas las sangres unís, en una sola fe,
en un sólo amor y luz. Y, así, desde siempre, la fervorosa
multitud eleva oraciones, súplicas y gracias, a Vos, Dios
de la vida, visando el sólo tocaros y besaros. La fe, montañas
mueve, y las voluntades más recias, mansas se vuelven,
gracias al destello de Vuestra luz divina, que cae sobre
vuestros fieles, mientras el andar cansino de vuestra
imagen, desbroza por doquier amor y paz. Os rindió culto,
el Conde de Lemos, y ordenó que se os venerase en el mismo
lugar, donde Vos, pintado fuisteis. Y, de pronto, un terremoto,
midió fuerzas con vuestra divinidad, y rajaduras produjo,
pero, nunca en vuestro mural, por designios de Dios. Y, así,
Sebastián de Antuñano, amoroso y fiel siervo vuestro, inició
la procesión con una réplica de vuestra santa imagen, así
originando las procesiones de octubre, con Vos, que tiñen
de morado y de incienso estos tiempos. “Es ya tiempo que esta
iglesia se edifique y siendo el fondo principal con que debe
contar la devoción de este vecindario que juró a este Divino
Señor Patrón de la Ciudad contra los temblores que en ella
se repiten, a dispuesto una Misa para el Domingo cuatro
de Mayo en la puerta del Colegio de los Desamparados, allí
esperaran de su generoso ánimo aquella prueba que le dictare
su piedad”. Rezaba así, la invitación, que con apoyo del Virrey,
las Madres Nazarenas, esparcieron por toda la ciudad de Lima,
hacieno hasta hoy, y por los siglos de los siglos morado el mes
de octubre, lleno de fe y de esperanza por Vuestro grande Amor;
¡oh!, Señor de los Milagros, “Vivo regalo de Amor de Dios Padre”.
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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La Fe de Octubre
¡Oh!, Señor de los Milagros,
desde el angoleño aquél,
que Vuestra imagen pintó,
mares de gentío por el
mundo todo, en Octubre
se vuelcan tras de Vos,
en pos de la eternidad
prometida y Vos, no los
dafraudais Dios de la vida;
¡Oh!, Señor de Los Milagros.
¡Oh!, Señor de los Milagros,
desde el angoleño aquél,
que Vuestra imagen pintó,
mares de gentío por el
mundo todo, en Octubre
se vuelcan tras de Vos,
en pos de la eternidad
prometida y Vos, no los
dafraudais Dios de la vida;
¡Oh!, Señor de Los Milagros.
© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
28 de Octubre
El Señor de los Milagros
Historia del Señor de los Milagros
El cielo de Lima se torna de color morado, entre el carmín y el azul,
todos los octubres de nuestras vidas. La procesión del Señor de los
Milagros, el Cristo de Pachacamilla, el Cristo moreno o cuanta
denominación ostente, es considerada una de las más multitudinarias de
todo el orbe, tanto por el inmenso mar humano que alberga como por la
sublimidad y grandiosidad espiritual que trae consigo esta mística
expresión de fe católica del pueblo limeño. En una Lima en donde
conviven y luchan por sobrevivir en circunstancias adversas cholos,
negros, blancos, chinos y demás razas que la conforman, octubre es el
momento cumbre que los une a todos bajo el eslabón de una sola creencia,
una sola fe, una sola y anhelada esperanza en el milagro que algún día
recaerá en ellos.
Atrás queda el agotador y, a veces, sofocante apretujamiento de la
fervorosa multitud por acercarse a la imagen para poder tocarla y
besarla. Dicen que la fe mueve montañas y hasta las voluntades más
reprimidas se vuelven inquebrantables gracias al destello de luz que
despabila sobre la gente, el andar cansino pero señorial y ubérrimo de
la imagen del Señor de los Milagros.
Pero, ¿cómo empezó a forjarse toda esta mágica religiosidad en el
espíritu limeño?, ¿qué tuvo que pasar para que germinara en los
corazones la solidaridad cristiana y la unción religiosa en torno a la
imagen del Cristo de Pachacamilla?
Primera Misa
Después de estos extraordinarios sucesos, la parroquia de San Marcelo
como de San Sebastián quisieron trasladar el mural a sus parroquias en
ambos casos no dio resultados. El Conde de Lemos personalmente rindió
culto a la imagen y acordó con la autoridad eclesiástica que en
definitiva se le venerase en el mismo lugar para lo cual ordeno
inmediatamente se levantara una ermita provisional.
Siempre con el apoyo de los fieles del lugar la imagen quedó cercada
con adobes, lo techaron con esteras y levantaron un sencillo altar al
pie del Cristo Crucificado. Una vez terminado estos trabajos se logro
que se oficiara la primera misa ante la sagrada imagen del Cristo de
Pachacamilla, un día lunes 14 de setiembre de 1671. A está ceremonia
religiosa asistió el Virrey y su señora esposa, altas autoridades
civiles como eclesiásticas y un gran número de vecinos y devotos.
Después de está primera misa el Virrey y su esposa continuaron
rindiéndole culto a la imagen, aumentando así los devotos, que venían
desde lejos inclusive, para conocer y reverenciar a la portentosa imagen
del mural de Pachacamilla que pronto comenzaron a llamarlo el Santo
Cristo de los Milagros o de las Maravillas.
Primera procesión
El terremoto del 20 de Octubre de 1687 produjo rajaduras y
desmoronamientos en la Capilla, pero el sagrado mural quedó incólume,
como muestra de los designios divinos. Fue así que Sebastián de Antuñano
inicio la procesión con una replica de la imagen, originando así las
tradicionales procesiones de octubre del Señor de los Milagros de
Nazarenas. En su primer recorrido llegó hasta la Plaza Mayor, al Cabildo
limeño, donde recibió en ambos lugares fervorosa pleitesía contando con
el acompañamiento de acongojados fieles así como vecinos del lugar. Se
tiene la seguridad que aquella replica es la misma que hoy en día nos
sigue acompañando en los meses de octubre en su recorrido por la gran
Lima.
Fundación del Monasterio
Después del entierro de la madre Antonia Lucia del Espíritu Santo, le
sucedió en el cargo la madre Josefa de la Providencia. Bajo su
dirección se enfrento a un a situación económica apremiante, recibiendo
ayuda de Antuñano y del benefactor José de Lorenzana fiel devoto del
Señor de los Milagros cuando la madre Josefa inicio las gestiones
encaminadas a conseguir la Real Célula y la Bula Pontificia para poder
fundar el Monasterio tuvo que luchar y superar muchas dificultades y
contratiempos. Hacia 1718 un caballero llamado Jerónimo Machado fue a
visitar a la madre Josefa de la Providencia, acompañado de su esposa e
hija y al enterarse que estaba iniciando las gestiones para la fundación
se ofreció gentilmente a conseguir la licencia del Rey para la clausura
aprovechando su próximo viaje a España y Roma.
La ansiada licencia que se encuentra en el archivo del Monasterio fue
concedida por el Monarca Felipe V el día 8 de Febrero de 1720.
Años más tarde la madre Josefa tuvo la oportunidad de conocer al
Padre Maestro Juan de Gazitúa de la Orden de los Predicadores, quien se
ofreció gentilmente a obtener de su Santidad la Bula respectiva. Estando
en Roma inicio las debidas gestiones ante la Santa Sede y el 27 de
Agosto de 1727 Su Santidad Benedicto XIII concedió la ansiada Bula.
Quedó aprobado entre otras cosas el uso del hábito morado y el
característico modo de vestir de las Nazarenas.
Cuando la madre Josefa tuvo en sus manos la Bula Pontificia inicio de
inmediato las gestiones necesarias para conseguir la ansiada clausura.
Conseguir está aprobación era considerado por la sufrida madre Josefa
como coger el cielo con las manos hasta que por fin el Marqués de Casa
Concha redacto la debida solicitud y el 14 de Noviembre 1729 expidió la
aprobación el Arzobispado y seis días después el Virrey Marqués de
Castelfuerte autorizó como patrono la respectiva fundación.
La Iglesia de Nazarenas
La iglesia reedificada por Sebastián Antuñano y el Monasterio fundado
en 1730, sufrieron los estragos del violento sismo del 28 de Octubre de
1746, la construcción de un nuevo templo era necesario. A comienzos de
1766, por decisiva influencia de la Pericholi, ferviente devota del
Señor de los Milagros, el XXXI Virrey Don Manuel Amat y Junient, fue a
visitar la Iglesia de Nazarenas y al contemplar su lamentable estado,
decidió la construcción de un nuevo templo para tan portentosa efigie,
se puso de acuerdo con la Madre Priora Grimanesa Josefa de Santo Toribio
C.D. y con la Benefactora Doña Maria Fernández de Córdova y Sande,
sugiriéndole la idea de despertar los dormidos sentimientos del devoto
pueblo limeño.
Contando con el importante apoyo del Virrey, las Madres Nazarenas,
repartieron por toda la ciudad una invitación que decía: “…es ya tiempo
que está iglesia se edifique y siendo el fondo principal con que debe
contar la devoción de este vecindario que juro a este Divino Señor
Patrón de la Ciudad contra los temblores que en ella se repiten, a
dispuesto una mesa para el Domingo 4 de Mayo en la puerta principal del
Colegio de los Desamparados….allí esperaran de su generoso ánimo aquella
prueba que le dictare su piedad…”.
Fue con está invitación que al fin las madres Nazarenas después de 20
años del terremoto de 1746 tenían esperanzas de construir un nuevo
templo para el Señor de los Milagros.
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