31 diciembre, 2017
¿Nuevo Año?
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12/31/2017 02:28:00 p.m.
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Día litúrgico: La Sagrada Familia (B)
Día litúrgico: La Sagrada Familia (B)
Texto del Evangelio (Lc 2,22-40): Cuando se cumplieron los días de la purificación (…), llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor.
(http://evangeli.net/evangelio-family/dia/2017-12-31)
Texto del Evangelio (Lc 2,22-40): Cuando se cumplieron los días de la purificación (…), llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor.
Hoy, el Niño Jesús cumple 40 días. Las familias judías iban
al templo para ofrecer a Dios el primer fruto de su matrimonio, su
primer hijo. Pero para poder regresar con su hijito a sus casas, la Ley
de Moisés permitía dejar un animalito como ofrenda en el templo.
—María y José cumplen con los deberes de su religión judía:
van al Templo. Ahí dejaron un pajarito como “rescate” de Jesús. Pero
Santa María sabía que, en realidad, Jesús mismo sería sacrificado para
rescatar al mundo.
(http://evangeli.net/evangelio-family/dia/2017-12-31)
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12/31/2017 10:44:00 a.m.
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30 diciembre, 2017
Día litúrgico: 30 de Diciembre (Día sexto de la octava de Navidad)
Día litúrgico: 30 de Diciembre (Día sexto de la octava de Navidad)
Texto del Evangelio (Lc 2,36-40): Había
también una profetisa, Ana, (…) de edad avanzada. No se apartaba del
Templo, sirviendo a Dios (…). Como se presentase en aquella misma hora,
alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención
de Jerusalén.
Hoy seguimos todavía en el Templo de Jerusalén. Después de
Simeón, otra persona anciana descubre a Jesús-Salvador. Parece que ella y
Simeón tienen como un olfato especial para encontrar a Dios. Eso es
cosa del Espíritu Santo.
—La Virgen, siempre que quieras, te entrega el Niño Jesús. No es difícil: ¡ve a la iglesia y allí los encontrarás!
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12/30/2017 09:08:00 a.m.
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¡Feliz Nuevo Año!, con mucho Amor y Paz
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29 diciembre, 2017
Día litúrgico: 29 de Diciembre (Día quinto de la octava de Navidad)
Día litúrgico: 29 de Diciembre (Día quinto de la octava de Navidad)
Texto del Evangelio (Lc 2,22-35): «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación».
Hoy escuchamos las palabras del
anciano Simeón. Estamos en el Templo de Jerusalén. María y José llevan
al Niño —con sus 40 días— para presentarlo al Señor. Ahí se encuentran
con Simeón. Él toma en brazos a Jesús y se siente totalmente feliz: no
echa en falta ya nada más de este mundo, porque “quien a Dios tiene nada
le falta”.
—Dios ha venido al mundo. ¡Y tú lo sabes! ¿Por qué te quejas cuando crees que te falta algo?
(http://evangeli.net/evangelio-family/dia/2017-12-29)
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12/29/2017 09:59:00 a.m.
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28 diciembre, 2017
Los Santos Inocentes
¡Oh! Santos Inocentes, vosotros sois los hijos
del Dios de la vida y sus amados santos, que,
entregasteis vuestras inocentes y santas vidas
por el Dios de la Vida, a manos del cruel Herodes.
Y, en esa donación y martirio, a Jesús “Vivo”
nos legasteis eternamente para salvación eterna
de los hombres todos. Y, Herodes, vuestro cruel
verdugo, hoy, es habitante del averno y
vosotros todos habitáis el cielo prometido a
Abraham, Isaac y Jacob. Sois, además, protomártires
viviendo en aquella mansión de paz y amor
coronados todos de la luz eterna de Cristo
como premio a la entrega prístina de
vuestras inocentes vidas a favor y gloria
del Dios Vivo y verdadero. “Un griterío se oye
en Ramá, es Raquel que llora a sus hijos, y no
se quiere consolar, porque ya no existen”
¡No, Raquel no lloreis más porque conmigo están!
Dice el Señor, desde lo insondable de la eternidad
de su Amor santo, eterno y misericordioso;
¡Oh!, Santos Inocentes, “vivas glorias del Dios Vivo”.
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
______________________________________
28 de Diciembre
Los Santos Inocentes
Dios hace fracasar los planes de los malvados (S. Biblia).
del Dios de la vida y sus amados santos, que,
entregasteis vuestras inocentes y santas vidas
por el Dios de la Vida, a manos del cruel Herodes.
Y, en esa donación y martirio, a Jesús “Vivo”
nos legasteis eternamente para salvación eterna
de los hombres todos. Y, Herodes, vuestro cruel
verdugo, hoy, es habitante del averno y
vosotros todos habitáis el cielo prometido a
Abraham, Isaac y Jacob. Sois, además, protomártires
viviendo en aquella mansión de paz y amor
coronados todos de la luz eterna de Cristo
como premio a la entrega prístina de
vuestras inocentes vidas a favor y gloria
del Dios Vivo y verdadero. “Un griterío se oye
en Ramá, es Raquel que llora a sus hijos, y no
se quiere consolar, porque ya no existen”
¡No, Raquel no lloreis más porque conmigo están!
Dice el Señor, desde lo insondable de la eternidad
de su Amor santo, eterno y misericordioso;
¡Oh!, Santos Inocentes, “vivas glorias del Dios Vivo”.
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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28 de Diciembre
Los Santos Inocentes
Dios hace fracasar los planes de los malvados (S. Biblia).
Hoy celebramos la fiesta de los Niños Inocentes que mandó matar el
cruel Herodes. Nos cuenta el evangelio de San Mateo que unos Magos
llegaron a Jerusalén preguntando dónde había nacido el futuro rey de
Israel, pues habían visto aparecer su estrella en el oriente, y
recordaban la profecía del Antiguo Testamento que decía: “Cuando
aparezca una nueva estrella en Israel, es que ha nacido un nuevo rey que
reinará sobre todas las naciones” (Números 24, 17) y por eso se habían
venido de sus lejanas tierras a adorar al recién nacido.
Dice San Mateo que Herodes se asustó mucho con esta noticia y la
ciudad de Jerusalén se conmovió ante el anuncio tan importante de que
ahora sí había nacido el rey que iba a gobernar el mundo entero. Herodes
era tan terriblemente celoso contra cualquiera que quisiera
reemplazarlo en el puesto de gobernante del país que había asesinado a
dos de sus esposas y asesinó también a varios de sus hijos, porque tenía
temor de que pudieran tratar de reemplazarlo por otro. Llevaba muchos
años gobernando de la manera más cruel y feroz, y estaba resuelto a
mandar matar a todo el que pretendiera ser rey de Israel. Por eso la
noticia de que acababa de nacer un niñito que iba a ser rey
poderosísimo, lo llenó de temor y dispuso tomar medidas para precaverse.
Herodes mandó llamar a los especialistas en Biblia (a los Sumos
Sacerdotes y a los escribas) y les preguntó en qué sitio exacto tenía
que nacer el rey de Israel que habían anunciado los profetas. Ellos le
contestaron: “Tiene que ser en Belén, porque así lo anunció el profeta
Miqueas diciendo: “Y tú, Belén, no eres la menor entre las ciudades de
Judá, porque de ti saldrá el jefe que será el pastor de mi pueblo de
Israel” (Miq. 5, 1).
Entonces Herodes se propuso averiguar bien exactamente dónde estaba
el niño, para después mandar a sus soldados a que lo mataran. Y
fingiendo todo lo contrario, les dijo a los Magos: – “Vayan y se
informan bien acerca de ese niño, y cuando lo encuentren vienen y me
informan, para ir yo también a adorarlo”. Los magos se fueron a Belén
guiados por la estrella que se les apareció otra vez, al salir de
Jerusalén, y llenos de alegría encontraron al Divino Niño Jesús junto a
la Virgen María y San José; lo adoraron y le ofrecieron sus regalos de
oro, incienso y mirra.
Y sucedió que en sueños recibieron un aviso de Dios de que no
volvieran a Jerusalén y regresaron a sus países por otros caminos, y el
pérfido Herodes se quedó sin saber dónde estaba el recién nacido. Esto
lo enfureció hasta el extremo.
Entonces rodeó con su ejército la pequeña ciudad de Belén, y mandó a
sus soldados a que mataran a todos los niñitos menores de dos años, en
la ciudad y sus alrededores. Ya podemos imaginar la terribilísima
angustia para los papás de los niños al ver que a sus casas llegaban los
herodianos y ante sus ojos asesinaban a su hijo tan querido. Con razón
el emperador César Augusto decía con burla que ante Herodes era más
peligroso ser Hijo (Huios) que cerdo (Hus), porque a los hijos los
mataba sin compasión, en cambio a los cerdos no, porque entre los judíos
esta prohibido comer carne de ese animal.
San Mateo dice que en ese día se cumplió lo que había avisado el
profeta Jeremías: “Un griterío se oye en Ramá (cerca de Belén), es
Raquel (la esposa de Israel) que llora a sus hijos, y no se quiere
consolar, porque ya no existen” (Jer. 31, 15).
Como el hombre propone y Dios dispone, sucedió que un ángel vino la
noche anterior y avisó a José para que saliera huyendo hacia Egipto, y
así cuando llegaron los asesinos, ya no pudieron encontrar al niño que
buscaban para matar.
Y aquellos 30 niños inocentes, volaron al cielo a recibir el premio
de las almas que no tienen mancha y a orar por sus afligidos padres y
pedir para ellos bendiciones. Y que rueguen también por nosotros, pobres
y manchados que no somos nada inocentes sino muy necesitados del perdón
de Dios.
(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Inocentes.htm)
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12/28/2017 07:31:00 a.m.
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27 diciembre, 2017
San Juan Apóstol y Evangelista
¡Oh!, San Juan Evangelista, vos sois, el hijo del Dios de la vida,
su Apóstol y amado santo. Y, el mismo que, honor hicisteis
al significado de vuestro nombre: “Dios es misericordioso”.
Y, que, en realidad así fue con vos. Un día, la voz de Juan, “el
Bautista”, oísteis cuando, a Jesús viendo, dijo: “Este es el cordero
de Dios, que el pecado del mundo quita”. Y, marchasteis
con Él, feliz. Y, en el Tabor, monte de su transfiguración, vos,
testigo del poder de Dios fuisteis y, con el milagro de la vuelta
a la vida de la hija de Jairo. Con amor, preparasteis la última
cena y presenciasteis su agonía en el Huerto de los Olivos.
Además, cuando todo consumado fue, al pie del Gólgota os
encontrasteis, y así, en guardián quedasteis de María, Madre
del Redentor, Señora y Madre Nuestra, como si fuera vuestra
madre. Visteis y creísteis que resucitó Jesús, y, más tarde,
Dominiciano, impío emperador, quiso mataros, y os echaron
en una olla de aceite hirviente, pero vos, salisteis más joven y
más sano de lo que habíais entrado. Al no poder su maldad
consumar y, de cólera y furia lleno, os desterró a Patmos,
donde para gloria de Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro, el
“Apocalipsis” escribisteis, obra cumbre vuestra, inspirado
por el Espíritu Santo de Dios. San Epifanio dice que entregasteis
vuestra alma, cercano a la centuria de vida, el año cien, y,
que, poco antes, fuisteis a un monte a convertir a un discípulo
vuestro, que había tomado el camino del mal, volviéndolo
bueno otra vez. Mi ser pregunta: ¿Qué premio os habrá dado
Dios? ¿Qué premio? ¿Qué premio? ¡Corona de luz eterna!,
como recompensa a vuestro santo amor fiel a Cristo y María;
¡Oh!, San Juan Evangelista, “vivo discípulo del Dios de la Vida.”
su Apóstol y amado santo. Y, el mismo que, honor hicisteis
al significado de vuestro nombre: “Dios es misericordioso”.
Y, que, en realidad así fue con vos. Un día, la voz de Juan, “el
Bautista”, oísteis cuando, a Jesús viendo, dijo: “Este es el cordero
de Dios, que el pecado del mundo quita”. Y, marchasteis
con Él, feliz. Y, en el Tabor, monte de su transfiguración, vos,
testigo del poder de Dios fuisteis y, con el milagro de la vuelta
a la vida de la hija de Jairo. Con amor, preparasteis la última
cena y presenciasteis su agonía en el Huerto de los Olivos.
Además, cuando todo consumado fue, al pie del Gólgota os
encontrasteis, y así, en guardián quedasteis de María, Madre
del Redentor, Señora y Madre Nuestra, como si fuera vuestra
madre. Visteis y creísteis que resucitó Jesús, y, más tarde,
Dominiciano, impío emperador, quiso mataros, y os echaron
en una olla de aceite hirviente, pero vos, salisteis más joven y
más sano de lo que habíais entrado. Al no poder su maldad
consumar y, de cólera y furia lleno, os desterró a Patmos,
donde para gloria de Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro, el
“Apocalipsis” escribisteis, obra cumbre vuestra, inspirado
por el Espíritu Santo de Dios. San Epifanio dice que entregasteis
vuestra alma, cercano a la centuria de vida, el año cien, y,
que, poco antes, fuisteis a un monte a convertir a un discípulo
vuestro, que había tomado el camino del mal, volviéndolo
bueno otra vez. Mi ser pregunta: ¿Qué premio os habrá dado
Dios? ¿Qué premio? ¿Qué premio? ¡Corona de luz eterna!,
como recompensa a vuestro santo amor fiel a Cristo y María;
¡Oh!, San Juan Evangelista, “vivo discípulo del Dios de la Vida.”
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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27 de Diciembre
San Juan Apóstol y Evangelista
Año 100
San Juan Evangelista: consíguenos de Dios la gracia especial de leer con fe y cariño tu santo evangelio, y obtener de su lectura gran provecho para nuestra alma. Dios es amor (San Juan).
Juan significa: “Dios es misericordioso”.
Este apóstol tuvo la inmensa dicha de ser el discípulo más amado por
Jesús. Y se ha hecho muy famoso por haber compuesto el cuarto evangelio.
Nació en Galilea. Era hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor.
Su oficio era el de pescador. Parece que fue uno de los dos primeros
discípulos de Jesús, junto con Andrés. Los dos eran también discípulos
de Juan Bautista y un día al escuchar que el Bautista señalaba a Jesús y
decía: “Este es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”, se
fueron detrás de Él. Jesús se volvió y les dijo: “¿Qué buscan?”. Ellos
le respondieron: “Señor: ¿dónde habitas?”. Y Jesús les dijo: “Vengan y
verán”. Y se fueron con él y estuvieron en su compañía toda la tarde
recibiendo sus enseñanzas. Durante toda su vida, jamás Juan podrá
olvidar el día, la hora y el sitio en que se encontró por primera vez
con Jesucristo. Fue el momento más decisivo de su existencia.
Juan estaba después un día con su hermano Santiago, y con sus amigos
Simón y Andrés, remendando las redes a la orilla del lago, cuando pasó
Jesús y les dijo: “Vengan conmigo y los haré pescadores de almas”.
Inmediatamente, dejando a su padre y a su empresa pequeña, se fue con
Cristo a dedicarse para siempre y por completo a extender el Reino de
Dios.
Juan evangelista hizo parte, junto con Pedro y Santiago, del pequeño
grupo de preferidos que Jesús llevaba a todas partes y que presenciaron
sus más grandes milagros. Los tres estuvieron presentes en la
Transfiguración, y presenciaron la resurrección de la hija de Jairo. Los
tres presenciaron la agonía de Cristo en el Huerto de los Olivos. Junto
con Pedro, fue este apóstol encargado por Jesús de prepararle la Última
Cena.
Al ver la mamá de Santiago y Juan que Jesús los prefería tanto, y
aconsejada por ellos dos, que eran bien orgullosos, se atrevió a pedirle
al Señor una gracia muy especial: que cuando él empezara a reinar,
nombrara a Juan primer ministro y a Santiago ministro también. Jesús le
respondió que el señalar los primeros puestos en el Reino de los cielos
le correspondía al Padre Celestial, y que estos ya estaban determinados
para otros. Los demás apóstoles se indignaron contra estos dos
vanidosos, pero Jesús aprovechó aquella ocasión para recordarles que en
el Reino de los cielos ocuparán los primeros puestos los que se hayan
dedicado a prestar servicios humildes a los demás.
A Juan y su hermano Santiago les puso Jesús un sobrenombre: “Hijos
del trueno”. Y esto se debió a que un día fueron los apóstoles a pedir
hospedaje en un pueblo de samaritanos (que odiaban a los judíos) y nadie
les quiso proporcionar nada. Entonces estos dos hermanos, que eran
violentos, le propusieron a Jesús que les mandara a aquellos maleducados
samaritanos alguno de los rayos que tenía desocupados por allá en las
nubes. Jesús tuvo que regañarlos porque no habían comprendido todavía
que Él no había venido a hacer daño a ninguno, sino a tratar de salvar a
cuantos más pudiera. Más tarde estos dos hermanos tan vanidosos y
malgeniados, cuando reciban el Espíritu Santo, se volverán humildes y
sumamente amables y bondadosos.
En la Última Cena tuvo el honor de recostar su cabeza sobre el
corazón de Cristo. Juan Evangelista fue el único de los apóstoles que
estuvo presente en el Calvario al morir Jesús. Y recibió de Él en sus
últimos momentos el más precioso de los regalos. Cristo le encomendó que
se encargara de cuidar a la Madre Santísima María, como si fuera su
propia madre, diciéndole: “He ahí a tu madre”. Y diciendo a María: “He
ahí a tu hijo”.
El domingo de la resurrección, fue el primero de los apóstoles en
llegar al sepulcro vacío de Jesús. Se fue corriendo con Pedro (al oír la
noticia de que el sepulcro estaba vacío), pero como era más joven,
corrió a mayor velocidad y llegó primero. Sin embargo por respeto a
Pedro lo dejó entrar a él primero y luego entró él también y vio y creyó
que Jesús había resucitado.
Después de la resurrección de Cristo, cuando la segunda pesca
milagrosa, Juan fue el primero en darse cuenta de que el que estaba en
la orilla era Jesús. Luego Pedro le preguntó al Señor señalando a Juan:
“¿Y éste qué será?”. Jesús le respondió: “Y si yo quiero que se quede
hasta que yo venga, a ti qué?”. Con esto algunos creyeron que el Señor
había anunciado que Juan no moriría. Pero lo que anunció fue que se
quedaría vivo por bastante tiempo, hasta que el reinado de Cristo se
hubiera extendido mucho. Y en efecto vivió hasta el año 100, y fue el
único apóstol al cual no lograron matar los perseguidores.
Después de recibir el Espíritu Santo en Pentecostés, Juan iba con
Pedro un día hacia el templo y un pobre paralítico les pidió limosa. En
cambio le dieron la curación instantánea de su enfermedad. Con este
milagro se convirtieron cinco mil personas, pero los apóstoles fueron
llevados al tribunal supremo de los judíos que les prohibió hablar de
Jesucristo. Pedro y Juan les respondieron: “Tenemos que obedecer a Dios,
antes que a los hombres”. Los encarcelaron, pero un ángel llegó y los
libertó. Otra vez los pusieron presos y les dieron 39 azotes a cada uno.
Ellos salieron muy contentos de haber tenido el honor de sufrir esta
afrenta por amor al Señor Jesús, y siguieron predicando por todas
partes.
Juan, para cumplir el mandato de Jesús en la cruz, se encargó de
cuidar a María Santísima como el más cariñoso de los hijos. Con Ella se
fue a evangelizar a Éfeso y la acompañó hasta la hora de su gloriosa
muerte.
El emperador Dominiciano quiso matar al apóstol San Juan y lo hizo
echar en una olla de aceite hirviente, pero él salió de allá más joven y
más sano de lo que había entrado, entonces fue desterrado de la isla de
Patmos, donde fue escrito el Apocalipsis.
Después volvió otra vez a Éfeso donde escribió el Evangelio según San
Juan, que es el libro que lo ha hecho tan famoso. Este libro tiene un
estilo elevadísimo e impresionantemente hermoso. Agrada mucho a las
almas místicas, y ha convertido a muchísimos con su lectura.
A San Juan Evangelista lo pintan con un águila al lado, porque es el
escritor de la Biblia que se ha elevado a más grandes alturas de
espiritualidad con sus escritos. Ningún otro libro tiene tan elevados
pensamientos como en su evangelio.
Dice San Jerónimo que cuando San Juan era ya muy anciano se hacía
llevar a las reuniones de los cristianos y lo único que les decía
siempre era esto: “hermanos, ámense los unos a otros”. Una vez le
preguntaron por qué repetía siempre lo mismo, y respondió: “es que ese
es el mandato de Jesús, y si lo cumplimos, todo lo demás vendrá por
añadidura”.
San Epifanio dice que San Juan murió hacia el año cien, a los 94 años
de edad. Poco antes había ido a un monte tenebroso a convertir a un
discípulo suyo que se había vuelto guerrillero, y lo logró convertir
volviéndolo bueno otra vez. Dicen los antiguos escritores que amaba
mucho a todos pero que les tenía especial temor a los herejes porque
ellos con sus errores pierden muchas almas.
(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Juan_Evangelista.htm)
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12/27/2017 08:16:00 a.m.
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26 diciembre, 2017
San Esteban, Protomártir
¡Oh!, San Esteban, vos, sois el hijo del Dios
de la vida, su protomártir y amado santo. En
aquél tiempo, tembló el Sanedrín, al oíros
hablar del Dios de la vida, Cristo Jesús,
Señor y Dios Nuestro, con ardor de corazón.
Y, ellos, entre cólera y rabia, vuestra muerte
decidieron. Y, en pleno martirio, visteis
la gloria de Dios y, a Jesús, estar de pie,
a la derecha de Él. Y, exclamasteis a viva
voz: “Estoy viendo los cielos abiertos y al
Hijo del hombre en pie, a la derecha de Dios”.
Y, ellos, para callaros, llenos de más ira
os lapidaron sin misericordia alguna. Y,
mientras eso sucedía, vuestro cuerpo todo,
vieron que, como el oro brillaba. Y, en ese
instante mismo se oyó, a vos decir: “¡Señor
Jesús! Mi espíritu recibid y no les tengáis
en cuenta el crimen contra mi”. Y, habiendo
dicho ésto, voló vuestra alma al cielo, y
el Dios de la Vida todo conmovido, os extendió
sus amorosos brazos para recibiros y coronaros
con corona de luz y eternidad, como justo
premio a vuestra entrega grande de amor y fe;
¡oh! San Esteban, “vivo mártir del Dios Vivo”.
de la vida, su protomártir y amado santo. En
aquél tiempo, tembló el Sanedrín, al oíros
hablar del Dios de la vida, Cristo Jesús,
Señor y Dios Nuestro, con ardor de corazón.
Y, ellos, entre cólera y rabia, vuestra muerte
decidieron. Y, en pleno martirio, visteis
la gloria de Dios y, a Jesús, estar de pie,
a la derecha de Él. Y, exclamasteis a viva
voz: “Estoy viendo los cielos abiertos y al
Hijo del hombre en pie, a la derecha de Dios”.
Y, ellos, para callaros, llenos de más ira
os lapidaron sin misericordia alguna. Y,
mientras eso sucedía, vuestro cuerpo todo,
vieron que, como el oro brillaba. Y, en ese
instante mismo se oyó, a vos decir: “¡Señor
Jesús! Mi espíritu recibid y no les tengáis
en cuenta el crimen contra mi”. Y, habiendo
dicho ésto, voló vuestra alma al cielo, y
el Dios de la Vida todo conmovido, os extendió
sus amorosos brazos para recibiros y coronaros
con corona de luz y eternidad, como justo
premio a vuestra entrega grande de amor y fe;
¡oh! San Esteban, “vivo mártir del Dios Vivo”.
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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26 de Diciembre
San Esteban
Protomártir
Siglo I
Se le llama “protomartir” porque tuvo el honor de ser el primer mártir que derramó su sangre por proclamar su fe en Jesucristo.
Después de Pentecostés, los apóstoles dirigieron el anuncio del
mensaje cristiano a los más cercanos, a los hebreos, despertando el
conflicto por parte de las autoridades religiosas del judaísmo.
Como Cristo, los apóstoles fueron inmediatamente víctimas de la
humillación, los azotes y la cárcel, pero tan pronto quedaban libres,
continuaban la predicación del Evangelio. La primera comunidad
cristiana, para vivir integralmente el precepto de la caridad fraterna,
puso todo en común, repartían todos los días cuanto bastaba para el
sustento. Cuando la comunidad creció, los apóstoles confiaron el
servicio de la asistencia diaria a siete ministros de la caridad,
llamados diáconos.
Entre éstos sobresalía el joven Esteban, quien, a más de desempeñar las funciones de administrador de los bienes comunes, no renunciaba a anunciar la buena noticia, y lo hizo con tanto celo y con tanto éxito que los judíos “se echaron sobre él, lo prendieron y lo llevaron al Sanedrín. Después presentaron testigos falsos, que dijeron: Este hombre no cesa de proferir palabras contra el lugar santo y contra la Ley; pues lo hemos oído decir que este Jesús, el Nazareno, destruirá este lugar y cambiará las costumbres que nos transmitió Moisés”.
Esteban, como se lee en el capítulo 7 de Los Hechos de los apóstoles,
“lleno de gracia y de fortaleza”, se sirvió de su autodefensa para
iluminar las mentes de sus adversarios. Primero resumió la historia
hebrea desde Abrahán haste Salomón, luego afirmó que no había blasfemado
contra Dios ni contra Moisés, ni contra la Ley o el templo. Demostró,
efectivamente, que Dios se revela aun fuera del templo, e iba a exponer
la doctrina universal de Jesús como última manifestación de Dios, pero
sus adversarios no lo dejaron continuar el discurso, porque “lanzando
grandes gritos se taparon los oídos…y echándolo fuera de la ciudad, se
pusieron a apedrearlo”.
Doblando las rodillas bajo la lluvia de piedras, el primer mártir
cristiano repitió las mismas palabras de perdón que Cristo pronunció en
la cruz: “Señor, no les imputes este pecado”. En el año 415 el
descubrimiento de sus reliquias suscitó gran conmación en el mundo
cristiano.
Cuando parte de estas reliquias fueron llevadas más tarde por Pablo
Orosio a la isla de Menorca, fue tal el entusiasmo de los isleños que,
ignorando la lección de caridad del primer mártir, pasaron a espada a
los hebreos que se encontraban allí. La fiesta del primer mártir siempre
fue celebrada inmediatamente después de la festividad navideña, es
decir, entre los “comites Christi”, los más cercanos a la manifestación
del Hijo de Dios, porque fueron los primeros en dar testimonio de él.
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12/26/2017 07:32:00 a.m.
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25 diciembre, 2017
Navidad
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12/25/2017 06:36:00 p.m.
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Día litúrgico: La Natividad del Señor (Misa de la noche)
Texto del Evangelio (Lc 2,1-14): Mientras [María y José]
estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a
su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre.
Hoy, en Belén, nace Jesús. ¡Dios se ha hecho niño! Nace en un
establo, «porque no tenían sitio en el alojamiento». El Niño-Dios nace
muy pobre, pero san José y la Virgen María están muy contentos. Incluso
el buey y la mula están muy tranquilos. ¡Noche de paz, noche de amor!
Los ángeles cantan…
—Si tenemos a Dios, ¿qué más queremos?
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12/25/2017 06:49:00 a.m.
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24 diciembre, 2017
Día litúrgico: Domingo IV (B) de Adviento
Día litúrgico: Domingo IV (B) de Adviento
Texto del Evangelio (Lc 1,26-38): El ángel le dijo: «No
temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir
en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre
Jesús».
Hoy recordamos uno de los días más bonitos de la historia de
la humanidad: Dios se hace hombre en el vientre de una joven mujer,
María de Nazaret. Ella es sencilla y humilde, vive en un pueblo muy
pequeño, en una casa muy modesta. Y ha sido escogida por Dios para ser
la Madre de Dios.
—Jesús, te espero con alegría, como tu Mamá. ¡No tardes!
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12/24/2017 10:38:00 a.m.
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23 diciembre, 2017
Día litúrgico: Feria privilegiada de Adviento: 23 de Diciembre
Día litúrgico: Feria privilegiada de Adviento: 23 de Diciembre
Texto del Evangelio (Lc 1,57-66): Se abrió su boca (…) y hablaba bendiciendo a Dios.
(http://evangeli.net/evangelio-family/dia/2017-12-23)
Texto del Evangelio (Lc 1,57-66): Se abrió su boca (…) y hablaba bendiciendo a Dios.
Hoy el Evangelio nos narra que Isabel dio luz, por fin, a su
hijo. Los familiares decían que tenía que llamarse como su padre
Zacarías, pero el arcángel San Gabriel le había dicho a Zacarías que su
hijo se había de llamar Juan. Zacarías todavía no puede hablar porque el
Arcángel lo dejó mudo por desconfiar de sus palabras.
—Ahora ha nacido el “precursor” de Jesús. En el rito de la
circuncisión le ponen el nombre de Juan. ¡Y Zacarías recupera la voz!
Con esa voz cantará la bondad de Dios. ¡Tú también!
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12/23/2017 08:17:00 a.m.
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22 diciembre, 2017
Día litúrgico: Feria privilegiada de Adviento: 22 de Diciembre
Día litúrgico: Feria privilegiada de Adviento: 22 de Diciembre
Texto del Evangelio (Lc 1,46-56): En aquel tiempo, dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador».
Hoy nos impresiona la respuesta de la Virgen ante la alabanza
que le hizo su prima Isabel. María responde con una oración que ya es
tradicional, llamada el “Magnificat”. Ella no tiene miedo de Dios y, por
eso, proclama la grandeza de Dios. Alaba al Señor con agradecimiento y
alegría, recordando los beneficios que Dios ha concedido a Israel
durante siglos.
—¿Sabes por qué Herodes tuvo miedo de Jesús? ¡Porque no rezaba! y, por tanto, no entendió que Dios es infinitamente bueno.
(http://evangeli.net/evangelio-family/dia/2017-12-22)
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12/22/2017 07:27:00 a.m.
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21 diciembre, 2017
Feria privilegiada de Adviento: 21 de Diciembre
Feria privilegiada de Adviento: 21 de Diciembre
Texto del Evangelio (Lc 1,39-45): Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita
tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno(…). Apenas llegó a
mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno».
Hoy escuchamos un diálogo
lleno de gozo entre dos madres: María e Isabel. Pero… ¡sorpresa! Quienes
dialogan realmente son dos “personajes” que están en la barriga de sus
madres: Jesús —todavía un embrión de pocos días— y Juan Bautista —de
seis meses.
—Los dos protagonistas de aquel solemne momento fueron dos bebes, ¡todavía no nacidos! ¡Respetemos siempre la vida humana!
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12/21/2017 07:20:00 a.m.
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20 diciembre, 2017
Feria privilegiada de Adviento: Miércoles III de adviento
Feria privilegiada de Adviento: Miércoles III de adviento
20 de Diciembre: Día litúrgico: Feria privilegiada de Adviento
Texto del Evangelio (Lc 1,26-38): El
ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del
Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer (…) será
llamado Hijo de Dios».
Hoy admiramos la obediencia de
María. Ante el Arcángel presenta una duda: ¿cómo puedo ser madre si no
conozco varón? ¡Cierto!: Ella y José estaban prometidos, pero no
casados. Dios es Padre y podemos presentarle nuestras dudas. El Arcángel
respondió a la pregunta de María y ella no lo “mareó” con más preguntas
o pidiéndole demostraciones…
—Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
(http://evangeli.net/evangelio-family/dia/2017-12-20)
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12/20/2017 07:36:00 a.m.
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19 diciembre, 2017
Día litúrgico: Feria privilegiada de Adviento
19 de Diciembre
Día litúrgico: Feria privilegiada de Adviento
Texto del Evangelio (Lc 1,5-25): Hubo en
los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías (…),
casado con una mujer (…) que se llamaba Isabel; los dos eran justos ante
Dios (…). No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de
avanzada edad.
Hoy leemos la historia de Zacarías e Isabel, padres de Juan Bautista.
El arcángel San Gabriel se apareció a Zacarías en el templo de
Jerusalén y le anunció que tendría un hijo, que sería el precursor del
Mesías.
—Zacarías, quizá por el susto, dudó y pidió una demostración. Y la tuvo: se quedó mudo… ¡Tú confía siempre en Dios!
(http://evangeli.net/evangelio-family/dia/2017-12-19)
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12/19/2017 07:38:00 a.m.
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18 diciembre, 2017
Feria privilegiada de Adviento
18 de Diciembre
Feria privilegiada de Adviento
Texto del Evangelio (Mt 1,18-24): El
Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de
David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en
Ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por
nombre Jesús».
Hoy vemos que María ya lleva en su vientre a Jesús. Cristo ha
sido engendrado en Ella por Dios Espíritu Santo. San José tiene dudas:
si se queda con María los hombres pensarán que Jesús es hijo suyo y no
de Dios; pero dejarla sola era muy duro…
—Dios quiso que Jesús tuviese un papá y una mamá: José y María.
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12/18/2017 07:50:00 a.m.
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17 diciembre, 2017
Domingo III (B) de Adviento
Domingo III (B) de Adviento
Texto del Evangelio (Jn 1,6-8.19-28): Hubo
un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un
testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por
Él.
Hoy el Evangelio nos
presenta a Juan Bautista: ¡un hombre enviado por Dios para preparar la
llegada del Hijo de Dios! Juan decía: «Yo bautizo con agua, pero en
medio de vosotros está uno a quien no conocéis, que viene detrás de mí».
El que viene detrás de Juan es Jesús. ¡Ya está llegando!
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12/17/2017 12:04:00 p.m.
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16 diciembre, 2017
Santa Adelaida
¡Oh!, Santa Adelaida, vos, sois la hija del Dios de la vida, y
su amada santa. Y, que, emperatriz de Italia siendo, supisteis
“testigo” ser de Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro. Cuando
falleció vuestro primer esposo, teníais dieciocho años y, vos,
erias reina, madre y viuda. Vuestro segundo matrimonio, os
relaciona con la historia de los tres primeros Otones: vuestro
marido, hijo y nieto. Vuestra vida, envuelta en política y disputas
militares estuvo: cárcel, destierro, intrigas de la Corte, envidias,
traiciones y falsedades. Así, soportasteis la incomprensión
de propios y extraños, porque la ambición se había instaurado
en vuestra casa. Y, en contra de ello, os dedicasteis a hacer
el bien. Protegíais, socorríais y consolabais a los necesitados.
Considerabais el poder, una carga para vos, pero, un servicio
para el bien de vuestro pueblo. No erais injusta, ni vengativa
contra quienes os injuriaron en el ayer. Eficacia y esmero
en las tareas de gobierno mostrasteis, para ello, rezabais, os
mortificabais y expiabais, por los pecados de vuestro pueblo.
Así, gastando vuestra santa vida, en buena lid, un día, voló
vuestra alma al cielo, para coronada ser, con corona de luz,
como justo premio a vuestra entrega grande de amor y fe,
Santa Patrona de las novias, esposas y viudas del mundo;
¡Oh!, Santa Adelaida, “viva emperatriz de la luz de Cristo”.
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
________________________________________
Diciembre 16
Santa Alicia
Emperatriz de Italia
Sesenta y ocho años llenos de agitación en los que una mujer de las importantes quiso y supo ser “testigo” de Cristo. Esta fue Adelaida o Alicia, emperatriz en Italia.
su amada santa. Y, que, emperatriz de Italia siendo, supisteis
“testigo” ser de Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro. Cuando
falleció vuestro primer esposo, teníais dieciocho años y, vos,
erias reina, madre y viuda. Vuestro segundo matrimonio, os
relaciona con la historia de los tres primeros Otones: vuestro
marido, hijo y nieto. Vuestra vida, envuelta en política y disputas
militares estuvo: cárcel, destierro, intrigas de la Corte, envidias,
traiciones y falsedades. Así, soportasteis la incomprensión
de propios y extraños, porque la ambición se había instaurado
en vuestra casa. Y, en contra de ello, os dedicasteis a hacer
el bien. Protegíais, socorríais y consolabais a los necesitados.
Considerabais el poder, una carga para vos, pero, un servicio
para el bien de vuestro pueblo. No erais injusta, ni vengativa
contra quienes os injuriaron en el ayer. Eficacia y esmero
en las tareas de gobierno mostrasteis, para ello, rezabais, os
mortificabais y expiabais, por los pecados de vuestro pueblo.
Así, gastando vuestra santa vida, en buena lid, un día, voló
vuestra alma al cielo, para coronada ser, con corona de luz,
como justo premio a vuestra entrega grande de amor y fe,
Santa Patrona de las novias, esposas y viudas del mundo;
¡Oh!, Santa Adelaida, “viva emperatriz de la luz de Cristo”.
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Diciembre 16
Santa Alicia
Emperatriz de Italia
Sesenta y ocho años llenos de agitación en los que una mujer de las importantes quiso y supo ser “testigo” de Cristo. Esta fue Adelaida o Alicia, emperatriz en Italia.
Casada muy joven con el rey de Italia Lotario, se le prometía una
vida feliz con su recién nacida hija Emma y probablemente el matrimonio
deseaba terminar sus días “comiendo perdices”, como se pone fin a los
cuentos de princesas y príncipes que probablemente también en su época
se contaban. Pero a veces los planes de la Providencia no coinciden con
los de los hombres; se complican, van y vienen por tortuosos senderos,
en muchas ocasiones imprevistos y en otras muy dolorosos, de los que el
Señor sabe sacar mayores bienes. Así pasó.
En realidad toda su vida estuvo envuelta en las turbulencias
políticas y militares propias del tiempo. Cuando murió su primer marido
sólo tiene dieciocho años y, tan joven, ya es reina, madre y viuda. Otro
matrimonio, el segundo, la va a relacionar con la historia de los tres
primeros Otones: su marido, hijo y nieto. En su vida están presentes los
sufrimientos por cárcel y destierro. También entendió mucho de intrigas
de la Corte, de confabulación, de envidias, de traiciones y de
falsedades. Inculpablemente tuvo que soportar la incomprensión de
propios y extraños porque la ambición y el poder ciega los ojos de los
que no son buenos.
Regente emperatriz, retoma funciones de mando en tiempos de Otón III.
Ahora muestra con sus obras lo muerta que estaba para sí misma y que la
anterior piedad, la de toda su vida, fue un asunto sincero. La
emperatriz se dedica a hacer el bien. Protege, socorre y consuela a los
necesitados. Considera el poder como una carga para ella y un servicio
para el bien del pueblo. No es injusta, ni vengativa con quienes le
injuriaron en tiempo pretérito. Muestra esmero infatigable en las tareas
de gobierno. Reza, se mortifica y expía por los pecados de su pueblo.
Magdeburgo es ejemplo de que propicia el resurgir de los templos.
Tenida por santa, muere en Salces, en la Alsacia, en el 999.
(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)
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12/16/2017 04:17:00 p.m.
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14 diciembre, 2017
San Juan de la Cruz
¡Oh!, San Juan de la Cruz, vos, sois el hijo del Dios
de la vida, y su amado santo, y que, con Teresa Santa,
ambos, del Carmelo reformadores. Vos, a vuestros
religiosos, inspirar supisteis la soledad del espíritu,
la humildad y la mortificación. Así, mucho antes, vuestro
corazón, por Dios, purificado fue de toda debilidad y
apego humano, con pruebas exteriores e interiores, gozando
a priori, de las delicias de la vida contemplativa. Y,
de pronto, os visteis de toda devoción privado y en vos,
una sequía espiritual nació. Escrúpulos y hastío en vos,
se instalaron, por los constantes espirituales ejercicios,
que luego, describisteis como aquél terrible estado
de desolación interior como “la noche oscura del alma”.
Noche de sufrimiento del espíritu y del alma y del pulular
de las tentaciones, tanto que, sentíais que, abandonado
habíais sido por Dios. Pero, Aquél que todo lo ve, y juzga
y, que os amaba y ama, no os había abandonado jamás, y os
sedujo luego, con su manto de luz y amor divinos. Y, vos,
así, como habíais vivido la oscuridad, de pronto, os
abrazasteis con fervor inusitado, a la antigua tradición,
que llama al hombre, a alcanzar fiel, la “perfección
de la caridad y elevarse a la dignidad del Hijo de Dios
por el amor”. “No hay trabajo mejor ni más necesario que
el amor”. “Hemos sido hechos para el amor”. Decíais
vos, palabras que, escritas dejasteis en vuestros cantos y
poemas, tales como: “Subida al monte Carmelo”; la “Noche
oscura del Alma”; la “Llama viva de amor” y el “Cántico
Espiritual”. Vos, en extremo cumplisteis, con aquello que
a Dios, prometisteis, y hoy, lucís corona de luz, como justo
premio a vuestra grande e increíble entrega de amor y fe;
¡oh!, San Juan de la Cruz, “viva luz de Cristo en la noche”.
de la vida, y su amado santo, y que, con Teresa Santa,
ambos, del Carmelo reformadores. Vos, a vuestros
religiosos, inspirar supisteis la soledad del espíritu,
la humildad y la mortificación. Así, mucho antes, vuestro
corazón, por Dios, purificado fue de toda debilidad y
apego humano, con pruebas exteriores e interiores, gozando
a priori, de las delicias de la vida contemplativa. Y,
de pronto, os visteis de toda devoción privado y en vos,
una sequía espiritual nació. Escrúpulos y hastío en vos,
se instalaron, por los constantes espirituales ejercicios,
que luego, describisteis como aquél terrible estado
de desolación interior como “la noche oscura del alma”.
Noche de sufrimiento del espíritu y del alma y del pulular
de las tentaciones, tanto que, sentíais que, abandonado
habíais sido por Dios. Pero, Aquél que todo lo ve, y juzga
y, que os amaba y ama, no os había abandonado jamás, y os
sedujo luego, con su manto de luz y amor divinos. Y, vos,
así, como habíais vivido la oscuridad, de pronto, os
abrazasteis con fervor inusitado, a la antigua tradición,
que llama al hombre, a alcanzar fiel, la “perfección
de la caridad y elevarse a la dignidad del Hijo de Dios
por el amor”. “No hay trabajo mejor ni más necesario que
el amor”. “Hemos sido hechos para el amor”. Decíais
vos, palabras que, escritas dejasteis en vuestros cantos y
poemas, tales como: “Subida al monte Carmelo”; la “Noche
oscura del Alma”; la “Llama viva de amor” y el “Cántico
Espiritual”. Vos, en extremo cumplisteis, con aquello que
a Dios, prometisteis, y hoy, lucís corona de luz, como justo
premio a vuestra grande e increíble entrega de amor y fe;
¡oh!, San Juan de la Cruz, “viva luz de Cristo en la noche”.
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
_________________________________________
San Juan de la Cruz
¡Oh!, San Juan de la Cruz;
Sois vos el navegante
De la noche
El marinero del sol
Cruz y Cáliz hasta el cielo
Maestro del silencio
Luz en las tinieblas
Vida del Dios de la vida
¡Oh!, San Juan de la Cruz.
© 2006 by Luis Ernesto Chacón Delgado
_____________________________
14 de Diciembre
San Juan de la Cruz
Doctor de la Iglesia (1542-1591)
(Con Santa Teresa, reformador del Carmelo).
Nació en Fontiveros, provincia de Ávila (España), hacia el año 1542.
Pasados algunos años en la Orden de los carmelitas, fue, a instancias de
Santa Teresa de Jesús, el primero que, a partir de 1568, se declaró a
favor de su reforma, por la que soportó innumerables sufrimientos y
trabajos. Murió en Ubeda el año 1591, con gran fama de santidad y
sabiduría, de las que dan testimonio precioso sus escritos espirituales.
Vida de Pobreza
Gonzalo de Yepes pertenecía a una buena familia de Toledo, pero como
se casó con una joven de clase “inferior”, fue desheredado por sus
padres y tuvo que ganarse la vida como tejedor de seda. A la muerte de
Gonzalo, su esposa, Catalina Alvarez, quedó en la miseria y con tres
hijos. Jitan, que era el menor, nació en Fontiveros, en Castilla la
vieja, en 1542. Asistió a una escuela de niños pobres en Medina del
Campo y empezó a aprender el oficio de tejedor, pero como no tenía
aptitudes, entró más tarde a trabajar como criado del director del
hospital de Medina del Campo. Así pasó siete años. Al mismo tiempo que
continuaba sus estudios en el colegio de los jesuitas, practicaba rudas
mortificaciones corporales. A los veintiún años, tomó el hábito en el
convento de los carmelitas de Medina del Campo. Su nombre de religión
era Juan de San Matías. Después de hacer la profesión, pidió y obtuvo
permiso para observar la regla original del Carmelo, sin hacer uso de
las mitigaciones (permisos para relajar las reglas) que varios
Pontífices habían aprobado y eran entonces cosa común en todos los
conventos. San Juan hubiese querido ser hermano lego, pero sus
superiores no se lo permitieron. Tras haber hecho con éxito sus estudios
de teología, fue ordenado sacerdote en 1567. Las gracias que recibió
con el sacerdocio le encendieron en deseos de mayor retiro, de suerte
que llegó a pensar en ingresar en la Cartuja.
Conoce a Santa Teresa
Santa Teresa fundaba por entonces los conventos de la rama reformada
de las carmelitas. Cuando oyó hablar del hermano Juan, en Medina del
Campo, la santa se entrevistó con él, quedó admirada de su espíritu
religioso y le dijo que Dios le llamaba a santificarse en la orden de
Nuestra Señora del Carmen. También le refirió que el prior general le
había dado permiso de fundar dos conventos reformados para hombres y que
él debía ser su primer instrumento en esa gran empresa.
La reforma del Carmelo que lanzaron Santa Teresa y San Juan no fue
con intención de cambiar la orden o “modernizarla” sino mas bien para
restaurar y revitalizar su cometido original el cual se había mitigado
mucho. Al mismo tiempo que lograron ser fieles a los orígenes, la
santidad de estos reformadores infundió una nueva riqueza a los
carmelitas que ha sido recogida en sus escritos y en el ejemplo de sus
vidas y sigue siendo una gran riqueza de espiritualidad. Poco después,
se llevó a cabo la fundación del primer convento de carmelitas
descalzos, en una ruinosa casa de Duruelo. San Juan entró en aquel nuevo
Belén con perfecto espíritu de sacrificio. Unos dos meses después, se
le unieron otros dos frailes.
Los tres renovaron la profesión el domingo de Adviento de 1568, y
nuestro santo tomó el nombre de Juan de la Cruz. Fue una elección
profética. Poco a poco se extendió la fama de ese oscuro convento de
suerte que Santa Teresa pudo fundar al poco tiempo otro en Pastrana y un
tercero en Mancera, a donde trasladó a los frailes de Duruelo. En 1570,
se inauguró el convento de Alcalá, que era a la vez colegio de la
universidad; San Juan fue nombrado rector. Con su ejemplo, San Juan supo
inspirar a los religiosos el espíritu de soledad, humildad y
mortificación. Pero Dios, que quería purificar su corazón de toda
debilidad y apego humanos, le sometió a las más severas pruebas
interiores y exteriores. Después de haber gozado de las delicias de la
contemplación, San Juan se vio privado de toda devoción. A este período
de sequedad espiritual se añadieron la turbación, los escrúpulos y la
repugnancia por los ejercicios espirituales. En tanto que el demonio le
atacaba con violentas tentaciones, los hombres le perseguían con
calumnias.
La prueba más terrible fue sin duda la de los escrúpulos y la
desolación interior, que el santo describe en “La Noche Oscura del
Alma”. A esto siguió un período todavía más penoso de oscuridad,
sufrimiento espiritual y tentaciones, de suerte que San Juan se sentía
como abandonado por Dios. Pero la inundación de luz y amor divinos que
sucedió a esta prueba, fue el premio de la paciencia con que la había
soportado el siervo de Dios. En cierta ocasión, una mujer muy atractiva
tentó descaradamente a San Juan. En vez de emplear el tizón ardiente,
como lo había hecho Santo Tomás de Aquino en una ocasión semejante, Juan
se valió de palabras suaves para hacer comprender a la pecadora su
triste estado. El mismo método empleó en otra ocasión, aunque en
circunstancias diferentes, para hacer entrar en razón a una dama de
temperamento tan violento, que el pueblo le había dado el apodo de
“Roberto el diablo”.
Glorias para Dios
En 1571, Santa Teresa asumió por obediencia el oficio de superiora en
el convento no reformado de la Encarnación de Avila y llamó a su lado ,
San Juan de la Cruz para que fuese su director espiritual y su
confesor. La santa escribió a su hermana: “Está obrando maravillas aquí.
El pueblo le tiene por santo. En mi opinión, lo es y lo ha sido
siempre.”
Tanto los religiosos como los laicos buscaban a San Juan, y Dios
confirmó su ministerio con milagros evidentes. Entre tanto, surgían
graves dificultades entre los carmelitas descalzos y los mitigados.
Aunque el superior general había autorizado a Santa Teresa a emprender
la reforma, los frailes antiguos la consideraban como una rebelión
contra la orden; por otra parte, debe reconocerse que algunos de los
descalzos carecían de tacto y exageraban sus poderes y derechos. Como si
eso fuera poco, el prior general, el capítulo general y los nuncios
papales, daban órdenes contradictorias. Finalmente, en 1577, el
provincial de Castilla mandó a San Juan que retornase al convento de
Medina del Campo. El santo se negó a ello, alegando que había sido
destinado a Avila por el nuncio del Papa. Entonces el provincial envió
un grupo de hombres armados, que irrumpieron en el convento de Avila y
se llevaron a San Juan por la fuerza. Sabiendo que el pueblo de Avila
profesaba gran veneración al santo, le trasladaron a Toledo. Como Juan
se rehusase a abandonar la reforma, le encerraron en una estrecha y
oscura celda y le maltrataron increíblemente. Ello demuestra cuán poco
había penetrado el espíritu de Jesucristo en aquellos que profesaban
seguirlo.
Sufrimiento y unión con Dios
La celda de San Juan tenía unos tres metros de largo por dos de
ancho. La única ventana era tan pequeña y estaba tan alta, que el santo,
para leer e1 oficio, tenía que ponerse de pie sobre un banquillo. Por
orden de Jerónimo Tostado, vicario general de los carmelitas de España y
consultor de la Inquisición, se le golpeó tan brutalmente, que conservó
las cicatrices hasta la muerte. Lo que sufrió entonces San Juan
coincide exactamente con las penas que describe Santa Teresa en la
“Sexta Morada”: insultos, calumnias, dolores físicos, angustia
espiritual y tentaciones de ceder. Más tarde dijo: “No os extrañe que
ame yo mucho el sufrimiento. Dios me dio una idea de su gran valor
cuando estuve preso en Toledo”.
Los primeros poemas de San Juan que son como una voz que clama en el
desierto, reflejan su estado de ánimo: En dónde te escondiste,Amado, y
me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste,habiéndome herido;salí tras
ti clamando, y eras ido. El prior Maldonado penetró la víspera de la
Asunción en aquella celda que despedía un olor pestilente bajo el
tórrido calor del verano y dio un puntapié al santo, que se hallaba
recostado, para anunciarle su visita. San Juan le pidió perdón, pues la
debilidad le había impedido levantarse en cuanto lo vio entrar.
“Parecíais absorto. ¿En qué pensabais?”, le dijo Maldonado. “Pensaba yo
en que mañana es fiesta de Nuestra Señora y sería una gran felicidad
poder celebrar la misa”, replicó Juan. “No lo haréis mientras yo sea
superior”, repuso Maldonado. En la noche del día de la Asunción, la
Santísima Virgen se apareció a su afligido siervo, y le dijo: “Sé
paciente, hijo mío; pronto terminará esta Prueba.” Algunos días más
tarde se le apareció de nuevo y le mostró, en visión, una ventana que
daba sobre el Tajo: “Por ahí saldrás y yo te ayudaré.” En efecto, a los
nueve meses de prisión, se concedió al santo la gracia de hacer unos
minutos de ejercicio. Juan recorrió el edificio en busca de la ventana
que había visto. En cuanto la hubo reconocido, volvió a su celda. Para
entonces ya había comenzado a aflojar las bisagras de la puerta. Esa
misma noche consiguió abrir la puerta y se descolgó por una cuerda que
había fabricado con sábanas y vestidos. Los dos frailes que dormían
cerca de la ventana no le vieron. Como la cuerda era demasiado corta,
San Juan tuvo que dejarse caer a lo largo de la muralla hasta la orilla
del río, aunque felizmente no se hizo daño. Inmediatamente, siguió a un
perro que se metió en un patio. En esa forma consiguió escapar. Dadas
las circunstancias, su fuga fue un milagro.
Gran guía y director espiritual
El santo se dirigió primero al convento reformado de Beas de Segura y
después pasó a la ermita cercana de Monte Calvario. En 1579, fue
nombrado superior del colegio de Baeza y, en 1581, fue elegido superior
de Los Mártires, en las cercanías de Granada. Aunque era el fundador y
jefe espiritual de los carmelitas descalzos, en esa época participó poco
en las negociaciones y sucesos que culminaron con el establecimiento de
la provincia separada de Los Descalzos, en 1580. En cambio, se consagró
a escribir las obras que han hecho de él un doctor de teología mística
en la Iglesia.
La doctrina de San Juan es plenamente fiel a la tradición antigua
El fin del hombre en la tierra es alcanzar “Perfección de la caridad y
elevarse a la dignidad de hijo de Dios por el amor”; la contemplación
no es por sí misma un fin, sino que debe conducir al amor y a la unión
con Dios por el amor y, en último término, debe llevar a la experiencia
de esa unión a la que todo está ordenado. “No hay trabajo mejor ni mas
necesario que el amor”, dice el santo. “Hemos sido hechos para el amor.”
El único instrumento del que Dios se sirve es el amor.” “Así como el
Padre y el Hijo están unidos por el amor, así el amor es el lazo de
unión del alma con Dios”. El amor lleva a las alturas de la
contemplación, pero como que amor es producto de la fe, que es el único
puente que puede salvar el abismo separa a nuestra inteligencia de la
infinitud de Dios, la fe ardiente y vívida el principio de la
experiencia mística. San Juan no se cansó nunca de inculcar esa doctrina
tradicional con su estilo maravilloso y sus ardientes palabras.
Las verdades que enseñó no deben empañarse por las prácticas que
puedan ser exageradas. Al mismo tiempo se ha de tener cuidado en
discernir que es exageración. ¿Cual es nuestro punto de referencia?,
¿Fueron todos los santos exagerados?, ¿Fue Jesucristo exagerado,
aceptando morir en la Cruz?. ¿O no será mas bien que nosotros no sabemos
amar hasta el extremo?. Dios no pide lo mismo a todos. El sabe la
capacidad y el corazón de cada uno. El amor expande el corazón y las
capacidades de entrega. Solía pedir a Dios tres cosas: que no dejase
pasar un solo día de su vida sin enviarle sufrimientos, que no le dejase
morir en el cargo de superior y que le permitiese morir en la
humillación y el desprecio.
Con su confianza en Dios (llamaba a la Divina Providencia el
patrimonio de los pobres), obtuvo milagrosamente en algunos casos
provisiones para sus monasterios. Con frecuencia estaba tan absorto en
Dios, que debía hacerse violencia para atender los asuntos temporales.
Su amor de Dios hacía que su rostro brillase en muchas ocasiones, sobre
todo al volver de celebrar la misa. Su corazón era como una ascua
ardiente en su pecho, hasta el punto de que llegaba a quemarle la piel.
Su experiencia en las cosas espirituales, a la que se añadía la luz del
Espíritu Santo, hacían de un consumado maestro en materia de discreción
de espíritus, de modo que no era fácil engañarle diciéndole que algo
procedía de Dios. Juan dormía unas dos o tres horas y pasaba el resto de
la noche orando ante el Santísimo Sacramento.
Pruebas y más pruebas
Después de la muerte de Santa Teresa, ocurrida en 1582, se hizo cada
vez más pronunciada una división entre los descalzos. San Juan apoyaba
la política de moderación del provincial, Jerónimo de Castro, en tanto
que el P. Nicolás Doria, que era muy extremoso, pretendía independizar
absolutamente a los descalzos de la otra rama de la orden. El P. Nicolás
fue elegido provincial y el capítulo general nombró a Juan vicario de
Andalucía. El santo se consagró a corregir ciertos abusos, especialmente
los que procedían del hecho de que los frailes tuviesen que salir del
monasterio a predicar. El santo opinaba que la vocación de los descalzos
era esencialmente contemplativa. Ello provocó oposición contra él.
San Juan fundó varios conventos y, al expirar su período de vicario,
fue nombrado superior de Granada. Entre tanto, la idea del P. Nicolás
había ganado mucho terreno y el capítulo general que se reunió en Madrid
en 1588, obtuvo de la Santa Sede un breve que autorizaba una separación
aún más pronunciada entre los descalzos y los mitigados. A pesar de las
protestas de algunos, se privó al venerable P. Jerónimo Gracián de toda
autoridad y se nombró vicario general al P. Doria. La provincia se
dividió en seis regiones, cada una de las cuales nombró a un consultor
para ayudar al P. Gracián en el gobierno de la congregación. San Juan
fue uno de los consultores. La innovación produjo grave descontento,
sobre todo entre las religiosas. La venerable Ana de Jesús, que era
entonces superiora del convento de Madrid, obtuvo de la Santa Sede un
breve de confirmación de las constituciones, sin consultar el asunto con
el vicario general.
Finalmente, se llegó a un compromiso en ese asunto. Sin embargo, en
el capítulo general de Pentecostés de 1591, San Juan habló en defensa
del P. Gracián y de las religiosas. El P. Doria, que siempre había
creído que el santo estaba aliado con sus enemigos, aprovechó la ocasión
para privarle de todos sus cargos y le envió como simple fraile al
remoto convento de La Peñuela. Ahí pasó San Juan algunos meses entregado
a la meditación y la oración en las montañas, “porque tengo menos
materia de confesión cuando estoy entre las peñas que cuando estoy entre
los hombres.” Pero no todos estaban dispuestos a dejar en paz al santo,
ni siquiera en aquel rincón perdido. Siendo vicario provincial, San
Juan, durante la visita al convento de Sevilla, había llamado al orden a
dos frailes y había restringido sus licencias de salir a predicar. Por
entonces, los dos frailes se sometieron pero un consultor de la
congregación recorrió toda la provincia tomando informes sobre la vida y
conducta de San Juan, lanzando acusaciones contra él, afirmando que
tenía pruebas suficientes para hacerle expulsar de la orden. Muchos de
los frailes prefirieron seguir la corriente adversa a Juan que decir la
verdad que hace justicia. Algunos llegaron hasta quemar sus cartas para
no caer en desgracia. En medio de esa tempestad San Juan cayó enfermo.
El provincial le mandó salir del convento de Peñuela y le dio a escoger
entre el de Baeza y el de Ubeda. El primero de esos conventos estaba
mejor provisto y tenía por superior a un amigo del santo. En el otro era
superior el P. Francisco, a quien San Juan había corregido junto con el
P. Diego. Ese fue el convento que escogió.
La fatiga del viaje empeoró su estado y le hizo sufrir mucho. Con
gran paciencia, se sometió a varias operaciones. El indigno superior le
trató inhumanamente, prohibió a los frailes que le visitasen, cambió al
enfermero porque le atendía con cariño, sólo le permitía comer los
alimentos ordinarios y ni siquiera le daba los que le enviaban algunas
personas de fuera. Cuando el provincial fue a Ubeda y se enteró de la
situación, hizo cuanto pudo por San Juan y reprendió tan severamente al
P. Francisco, que éste abrió los ojos y se arrepintió.
Santo y Doctor de la Iglesia Después de tres meses de sufrimientos
muy agudos, el santo falleció el 14 de diciembre de 1591. En su muerte
no se había disipado todavía la tempestad que la ambición del P. Nicolás
y el espíritu de venganza del P. Diego habían provocado contra él en la
congregación de la que había sido cofundador y cuya vida había sido el
primero en llevar. La muerte del santo trajo consigo la revalorización
de su vida y tanto el clero como los fieles acudieron en masa a sus
funerales. Dios quiso que se despejaran las tinieblas y se viese su vida
auténtica para edificación de muchas almas. Sus restos fueron
trasladados a Segovia, pues en dicho convento había sido superior por
última vez.
Su canonización en 1726
Santa Teresa había visto en Juan un alma muy pura, a la que Dios
había comunicado grandes tesoros de luz y cuya inteligencia había sido
enriquecida por el cielo. Los escritos del santo justifican plenamente
este juicio de Santa Teresa, particularmente los poemas de la “Subida al
Monte Carmelo”, la “Noche Oscura del Alma”, la “Llama Viva de Amor” y
el “Cántico Espiritual”, con sus respectivos comentarios. Así lo
reconoció la Iglesia en 1926, al proclamar doctor a San Juan de la Cruz
por sus obras Místicas. La doctrina de San Juan se resume en el amor del
sufrimiento y el completo abandono del alma en Dios. Ello le hizo muy
duro consigo mismo; en cambio, con los otros era bueno, amable y
condescendiente. Por otra parte, el santo no ignoraba ni temía las cosas
materiales, puesto que dijo: “Las cosas naturales son siempre hermosas;
son como las migajas de la mesa del Señor.” San Juan de la Cruz vivió
la renuncia completa que predicó tan persuasivamente. Pero a diferencia
de otros menores que él, fue “libre, como libre es el espíritu de Dios”.
Su objetivo no era la negación y el vacío, sino la plenitud del amor
divino y la unión sustancial del alma con Dios. “Reunió en sí mismo la
luz extática de la Sabiduría Divina con la locura estremecida de Cristo
despreciado”. Fuente Bibliográfica:-Butler, Vidas de los Santos de
Butler, Vol. IV.-Oficio Divino I, p. 1031
(http://www.corazones.org/santos/juan_dela_cruz.htm)
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12/14/2017 11:49:00 p.m.
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13 diciembre, 2017
Santa Lucía
¡Oh!, Santa Lucía, vos, sois la hija del Dios de la vida
y su amada santa, que honor hicisteis al significado
de vuestro nombre: “la que lleva luz”. De niña, votos
hicisteis a Dios, para permanecer pura y virgen, y,
cuando os llegó la juventud, quiso vuestra santa madre,
casaros con un pagano joven, pero, santa Águeda os libró
del matrimonio y curó a vuestra querida madre. Y, obró
entonces, el despecho en aquél triste pagano que os
denunció por ser cristiana. “Es inútil que insista.
Jamás podrá apartarme del amor de mi Señor Jesucristo”.
Le dijisteis al obstinado juez. Y, él, preguntándoos siguió:
“Y si la sometemos a torturas, será capaz de resistir?”.
Y, vos, le respondisteis llena de fe: “Sí, porque los que
creemos en Cristo y tratamos de llevar una vida pura
tenemos al Espíritu Santo que vive en nosotros y nos da
fuerza, inteligencia y valor”. El impío juez, os amenazó
con llevaros a una casa de citas, y vos, le dijisteis:
“Aunque el cuerpo sea irrespetado, el alma no se mancha
si no acepta ni consiente el mal”. Mientras esto pasaba,
vos, arengabais a todos los presentes, a permanecer fieles
a Cristo. Y, luego éste, de “luz falto”, ordenó, que os
cortaran la cabeza. Y, sí, vuestro cuerpo murió, pero,
vuestra santa alma, al cielo voló, para coronada ser con
corona de luz, como justo premio a vuestro grande amor;
¡Oh!, Santa Lucía, “viva portadora de la luz de Cristo”.
y su amada santa, que honor hicisteis al significado
de vuestro nombre: “la que lleva luz”. De niña, votos
hicisteis a Dios, para permanecer pura y virgen, y,
cuando os llegó la juventud, quiso vuestra santa madre,
casaros con un pagano joven, pero, santa Águeda os libró
del matrimonio y curó a vuestra querida madre. Y, obró
entonces, el despecho en aquél triste pagano que os
denunció por ser cristiana. “Es inútil que insista.
Jamás podrá apartarme del amor de mi Señor Jesucristo”.
Le dijisteis al obstinado juez. Y, él, preguntándoos siguió:
“Y si la sometemos a torturas, será capaz de resistir?”.
Y, vos, le respondisteis llena de fe: “Sí, porque los que
creemos en Cristo y tratamos de llevar una vida pura
tenemos al Espíritu Santo que vive en nosotros y nos da
fuerza, inteligencia y valor”. El impío juez, os amenazó
con llevaros a una casa de citas, y vos, le dijisteis:
“Aunque el cuerpo sea irrespetado, el alma no se mancha
si no acepta ni consiente el mal”. Mientras esto pasaba,
vos, arengabais a todos los presentes, a permanecer fieles
a Cristo. Y, luego éste, de “luz falto”, ordenó, que os
cortaran la cabeza. Y, sí, vuestro cuerpo murió, pero,
vuestra santa alma, al cielo voló, para coronada ser con
corona de luz, como justo premio a vuestro grande amor;
¡Oh!, Santa Lucía, “viva portadora de la luz de Cristo”.
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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13 de Diciembre
Santa Lucía
Mártir
Año 304
Santa Lucía bendita: concédenos desde el cielo que nos envíe Dios sus
luces para ver siempre lo que debemos hacer, decir y evitar, y hacerlo,
decirlo y evitarlo siempre.
Lucía significa: “la que lleva luz”. A esta santa la pintan con una
bandeja con dos ojos, porque antiguas tradiciones narraban que a ella le
habían sacado los ojos por proclamar su fe en Jesucristo.
Nació y murió en Siracusa (ciudad de Italia), en la cual se ha
encontrado una lápida del año 380 que dice: “N. N. Murió el día de la
fiesta de Santa Lucía, para la cual no hay elogios que sean
suficientes”. En Roma ya en el siglo VI era muy honrada y el Papa San
Gregorio le puso el nombre de esta santa a dos conventos femeninos que
él fundó (en el año 590).
Dicen que cuando era muy niña hizo a Dios el voto o juramento de
permanecer siempre pura y virgen, pero cuando llegó a la juventud quiso
su madre (que era viuda), casarla con un joven pagano. Por aquellos días
la mamá enfermó gravemente y Lucía le dijo: “Vamos en peregrinación a
la tumba de Santa Águeda. Y si la santa le obtiene la curación, me
concederá el permiso para no casarme”. La madre aceptó la propuesta.
Fueron a la tumba de la santa y la curación se produjo instantáneamente.
Desde ese día Lucía obtuvo el permiso de no casarse, y el dinero que
tenía ahorrado para el matrimonio lo gastó en ayudar a los pobres.
Pero el joven que se iba a casar con ella, dispuso como venganza
acusarla ante el gobernador de que ella era cristiana, lo cual estaba
totalmente prohibido en esos tiempos de persecución. Y Lucía fue llamada
a juicio.
El juez se dedicó a hacerle indagatorias y trataba de convencerla
para que dejara de ser cristiana. Ella le respondió: “Es inútil que
insista. Jamás podrá apartarme del amor de mi Señor Jesucristo”.
El juez le preguntó: “Y si la sometemos a torturas, será capaz de resistir?”.
La jovencita respondió:
“Si, porque los que creemos en Cristo y tratamos de llevar una vida
pura tenemos al Espíritu Santo que vive en nosotros y nos da fuerza,
inteligencia y valor”.
El juez la amenazó con hacerla llevar a una casa de prostitución para
ser irrespetada. Ella le respondió: “Aunque el cuerpo sea irrespetado,
el alma no se mancha si no acepta ni consiente el mal” (Santo Tomás de
Aquino, el gran sabio, admiraba mucho esta respuesta de Santa Lucía)
Trataron de llevarla a una casa de maldad, pero ella se quedó inmóvil
en el sitio donde estaba y entre varios hombres no fueron capaces de
moverla de allí, la atormentaron, y de un golpe de espalda le cortaron
la cabeza.
Mientras la atormentaban, animaba a los presentes a permanecer fieles a la religión de Jesucristo hasta la muerte.
Por siglos ha sido muy invocada para curarse de enfermedades en los ojos.
(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Lucía.htm)
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12/13/2017 08:02:00 p.m.
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12 diciembre, 2017
Nuestra Señora de Guadalupe
¡Oh!, Señora Nuestra de Gudalupe
El Tepeyac de testigo mudo y Vos
Santa Madre de Dios, a Juan Diego
Diciendo: “Juanito, Juan Dieguito”
El mas pequeño de mis hijos hijito
Mío” ¡Señora Nuestra vestida de sol!
¡Oh! Señora Nuestra de Gudalupe
Rosas de Castilla en pleno invierno y
En el manto aquél, plasmada quedó
Vuestra figura, para toda la eternidad
Señora Nuestra, Madre del Dios Vivo
Porque Dios Padre así, así lo quizo.
¡Oh!, Santa Reyna de la Paz
¡Oh!, Celestial Patrona del mundo
¡Oh!, Emperatriz de América
¡Oh!, Señora Nuestra de Guadalupe
¡Oh!, Señora Amada del Cielo
¡Oh!, Santa Madre del Dios Vivo.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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El Tepeyac de testigo mudo y Vos
Santa Madre de Dios, a Juan Diego
Diciendo: “Juanito, Juan Dieguito”
El mas pequeño de mis hijos hijito
Mío” ¡Señora Nuestra vestida de sol!
¡Oh! Señora Nuestra de Gudalupe
Rosas de Castilla en pleno invierno y
En el manto aquél, plasmada quedó
Vuestra figura, para toda la eternidad
Señora Nuestra, Madre del Dios Vivo
Porque Dios Padre así, así lo quizo.
¡Oh!, Santa Reyna de la Paz
¡Oh!, Celestial Patrona del mundo
¡Oh!, Emperatriz de América
¡Oh!, Señora Nuestra de Guadalupe
¡Oh!, Señora Amada del Cielo
¡Oh!, Santa Madre del Dios Vivo.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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12 de Diciembre
Nuestra Señora de Guadalupe
“Virgen María de Guadalupe, dulce Señora y Madre nuestra, nos volvemos a ti para agradecerte de todo corazón que hayas querido que la canonización de tu fiel servidor, Juan Diego, “el más pequeño de tus hijos”, haya sido aquí, en tu “casita sagrada” del Tepeyac.
“Madre, te pedimos fervientemente que esta canonización sirva para para impulsar la Nueva Evangelización en toda América y en el mundo entero. Que Juan Diego, a quien podemos ya venerar como santo, sea un verdadero modelo de vida cristiana para “todos los moradores de estas tierras y demás amadores tuyos que invocan tu nombre”. (Súplica a la Virgen de Guadalupe, pronunciada por el Santo Padre Juan Pablo II; durante la Misa de Canonización de San Juan Diego el 31 de julio, 2002)
“Madre, te pedimos fervientemente que esta canonización sirva para para impulsar la Nueva Evangelización en toda América y en el mundo entero. Que Juan Diego, a quien podemos ya venerar como santo, sea un verdadero modelo de vida cristiana para “todos los moradores de estas tierras y demás amadores tuyos que invocan tu nombre”. (Súplica a la Virgen de Guadalupe, pronunciada por el Santo Padre Juan Pablo II; durante la Misa de Canonización de San Juan Diego el 31 de julio, 2002)
EL NICAN MOPOHUA
Es el relato de las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe al
Beato Juan Diego, indígena azteca, ocurridas del 9 al 12 de diciembre de
1531. Escrito originalmente en la lengua náhuatl, todavía en uso en
varias regiones de México. Las dos palabras iniciales Nican Mopohua se
han usado por antonomasia para identificar este relato, aunque muchos
documentos indígenas comienzan igual. El título completo es: “Aquí se
cuenta se ordena como hace poco milagrosamente se apareció la Perfecta
Virgen Santa María, Madre de Dios, nuestra Reina; allá en el Tepeyac, de
renombre Guadalupe”. Es la principal fuente de nuestro conocimiento del
Mensaje de la Sma. Virgen al Beato Juan Diego, a México y al Mundo. La
copia más antigua se halla en la Biblioteca Pública de Nueva York Rare
Books and Manuscripts Department. The New York Public Library, Astor,
Lenox and Tilden Foundation.
EL AUTOR
Se atribuye a Don Antonio Valeriano (1520?-1605?) sabio indígena
aventajado discípulo de Fr. Bernardino de Sahagún. Don Antonio recibió
la historia de labios del vidente, muerto en 1548.
EL ARGUMENTO
Se narra la Evangelización de una cultura por la intervención de Dios
y de la Santísima Virgen. Leyendo entre líneas y más, desde la óptica
náhuatl, se percata uno de cómo esta Evangelización empapó hasta las más
íntimas fibras de la cultura pre-hispánica.
Se lleva a cabo la unión de dos pueblos irreconciliables. En la
plenitud de los tiempos para América aparece María Santísima portadora
de Cristo. Hay una identificación de lo esencial de la Biblia: Cristo,
centro de la Historia- (Juan 3,14-16) con lo esencial del Nican Mopohua
(vv.26-27) y con lo esencial del mensaje glífico de la Imagen de Nuestra
Señora de Guadalupe: el Niño Sol que lleva en su vientre Santísimo.
LOS PROTAGONISTAS
La Virgen que pide un templo para manifestar a su Hijo. El Beato Juan
Diego, vidente y confidente de la Sma. Virgen. El Obispo Fr. Juan de
Zumárraga a cuya Autoridad se confía el asunto. El Tío del Beato Juan
Diego, sanado milagrosamente. Los criados del Obispo que siguen al Beato
Juan Diego. Lo espían. La ciudad entera que reconoce lo sobrenatural de
la imagen y entrega su corazón a la Sma. Virgen.
LAS APARICIONES
Relato de las apariciones de acuerdo al Nican Mopohua, el escrito más
antiguo que existe sobre las apariciones de la Virgen de Guadalupe.
Primera Aparición
Era sábado muy de madrugada cuando Juan Diego venía en pos del culto divino y de sus mandatos a Tlatilolco.
Al llegar junto al cerrito llamado Tepeyacac, amanecía; y oyó cantar
arriba del cerro; semejaba canto de varios pájaros; callaban a ratos las
voces de los cantores; y parecía que el monte les respondía. Su canto,
muy suave y deleitoso, sobrepasaba al del coyoltótotl y del tzinizcan y
de otros pájaros lindos que cantan.
Se paró Juan Diego para ver y dijo para sí: “¿Por ventura soy digno
de lo que oigo?, ¿Quizás sueño?, ¿Me levanto de dormir?, ¡Dónde estoy?,
¿Acaso en el paraíso terrenal, que dejaron dicho los viejos, nuestros
mayores?, ¿Acaso ya en el cielo?”
Estaba viendo hacia el oriente, arriba del cerrillo, de donde
procedía el precioso canto celestial. Y así que cesó repentinamente y se
hizo el silencio, oyó que le llamaban de arriba del cerrito y le
decían: “Juanito, Juan Dieguito.”
Luego se atrevió a ir a donde le llamaban. No se sobresaltó un punto,
al contrario, muy contento, fue subiendo el cerrillo, a ver de dónde le
llamaban.
Cuando llegó a la cumbre vio a una señora, que estaba allí de pie y
que le dijo que se acercara. Llegado a su presencia, se maravilló mucho
de su sobrehumana grandeza: su vestidura era radiante como el sol; el
risco en que posaba su planta, flechado por los resplandores, semejaba
una ajorca de piedras preciosas; y relumbraba la tierra como el arco
iris. Los mezquites, nopales y otras diferentes hierbecillas que allí se
suelen dar parecían de esmeralda; su follaje, finas turquesas; y sus
ramas y espinas brillaban como el oro.
Se inclinó delante de ella y oyó su palabra, muy suave y cortés, cual
de quien atrae y estima mucho. Ella le dijo: “¿Juanito, el mas pequeño
de mis hijos, dónde vas?”
El respondió: “Señora y Niña mía, tengo que llegar a tu casa de México Tlatilolco, a seguir las cosas divinas, que nos dan y enseñan nuestros sacerdotes, delegados de Nuestro Señor”. Ella luego le habló y le descubrió su santa voluntad. Le dijo: “Sabe y ten entendido, tú el más pequeño de mis hijos, que yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios por quien se vive: del Creador cabe quien está todo: Señor del cielo y de la tierra.
El respondió: “Señora y Niña mía, tengo que llegar a tu casa de México Tlatilolco, a seguir las cosas divinas, que nos dan y enseñan nuestros sacerdotes, delegados de Nuestro Señor”. Ella luego le habló y le descubrió su santa voluntad. Le dijo: “Sabe y ten entendido, tú el más pequeño de mis hijos, que yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios por quien se vive: del Creador cabe quien está todo: Señor del cielo y de la tierra.
Deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él mostrar y
dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra
piadosa madre, a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta
tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en mi confíen; oír
allí sus lamentos y remediar todas sus miserias, penas y dolores.
Y para realizar lo que mi clemencia pretende, ve al palacio del
Obispo de México y le dirás cómo yo te envío a manifestarle lo que
deseo, que aquí me edifique un templo: le contarás puntualmente cuanto
has visto y admirado, y lo que has oído. Ten por seguro que te lo
agradeceré bien y lo pagaré, porque te haré feliz y merecerás mucho que
yo recompense el trabajo y fatiga con que vas a procurar lo que te
encomiendo. Mira que ya has oído mi mandato hijo mío el mas pequeño,
anda y pon todo tu esfuerzo.”
Juan Diego contestó: “Señora mía, ya voy a cumplir tu mandato; por ahora me despido de ti, yo tu humilde siervo.”
Luego bajó, para ir a hacer su mandato; y salió a la calzada que viene en línea recta a México.”
Luego bajó, para ir a hacer su mandato; y salió a la calzada que viene en línea recta a México.”
Segunda Aparición
Habiendo entrado sin delación en la ciudad, Juan Diego se fue en
derechura al palacio del obispo que era el prelado que muy poco antes
había venido y se llamaba Fray Juan de Zumárraga, religioso de San
Francisco. Apenas llegó trató de verle; rogó a sus criados que fueran a
anunciarle. Y pasado un buen rato, vinieron a llamarle, que había
mandado el señor Obispo que entrara.
Luego que entró, en seguida le dio el recado de la Señora del Cielo; y
también le dijo cuanto admiró, vio y oyó. Después de oír toda su
plática y su recado, pareció no darle crédito. El Obispo le respondió;
“Otra vez vendrás, hijo mío, y te oiré más despacio; lo veré muy desde
el principio y pensaré en la voluntad y deseo con que has venido.” Juan
Diego salió y se vino triste, porque de ninguna manera se realizó su
mensaje.
En el mismo día se volvió; se vino derecho a la cumbre del cerrito, y
acertó con la Señora del Cielo, que le estaba aguardando, allí mismo
donde le vio la primera vez: “Señora, la mas pequeña de mis hijas. Niña
mía, fui a donde me enviaste a cumplir tu mandato, le vi y le expuse tu
mensaje, así como me advertiste; me recibió benignamente y me oyó con
atención; pero en cuanto me respondió, apareció que no lo tuvo por
cierto. Me dijo: Otra vez vendrás, te oiré mas despacio, veré muy desde
el principio el deseo y voluntad con que has venido. Comprendí
perfectamente en la manera que me respondió que piensa que es quizás
invención mía que tú quieres que aquí te hagan un templo y que acaso no
es de orden tuya; por lo cual te ruego encarecidamente, Señora y Niña
mía, que a alguno de los principales, conocido y respetado y estimado,
le encargues que lleve tu mensaje, para que le crean; porque yo soy solo
un hombrecillo, soy un cordel, soy una escalerilla de tablas, soy cola,
soy hoja, soy gente menuda, y tú, Niña mía, la mas pequeña de mis
hijas, Señora, me envías a un lugar por donde no ando y donde no paro.
Perdóname que te cause pesadumbre y caiga en tu enojo, Señora y Dueña
mía.”
Le respondió la Santísima Virgen: “Oye, hijo mío el mas pequeño, ten
entendido que son muchos mis servidores y mensajeros a quienes puedo
encargar que lleven mi mensaje y hagan mi voluntad; pero es de todo
punto preciso que tu mismo solicites y ayudes y que con tu mediación se
cumpla mi voluntad. Mucho te ruego, hijo mío el mas pequeño, y con rigor
te mando, que otra vez vayas mañana a ver al Obispo. Dale parte en mi
nombre y hazle saber por entero mi voluntad: que tiene que poner por
obra el templo que le pido. Y otra vez dile que yo en persona, la
siempre Virgen Santa María, Madre de Dios, te envía.”
Respondió Juan Diego: “Señora y Niña mía, no te cause yo aflicción;
de muy buena gana iré a cumplir tu mandato; de ninguna manera dejaré de
hacerlo ni tengo por penoso el camino. Iré a hacer tu voluntad, pero
acaso no seré oído con agrado; o si fuese oído, quizás no me creerá.
Mañana en la tarde cuando se ponga el sol vendré a dar razón de tu
mensaje, con lo que responda el prelado. ya me despido, Hija mía, la mas
pequeña, mi Niña y Señora. Descansa entretanto”. Luego se fue él a
descansar a su casa.
Tercera Aparición
Al día siguiente, domingo muy de madrugada, salió de su casa y se
vino derecho a Tlatilolco a instruirse de las cosas divinas y estar
presente en la cuenta para ver en seguida al prelado. casi a las diez,
se aprestó, después de que se oyó Misa y se hizo la cuenta y se dispersó
el gentío. Al punto se fue Juan Diego al palacio del señor Obispo.
Apenas llegó, hizo todo empeño para verle: otra vez con mucha dificultad
le vio; se arrodilló a sus pies; se entristeció y lloró al exponerle el
mandato de la Señora del Cielo, que ojalá que creyera su mensaje y la
voluntad de la Inmaculada de erigirle su templo donde manifestó que lo
quería. El señor Obispo, para cerciorarse le preguntó muchas cosas,
donde la vio y cómo era; y el refirió todo perfectamente al señor
Obispo. Más aunque explicó con precisión la figura de ella y cuanto
había visto y admirado, que en todo se descubría ser ella la siempre
Virgen Santísima Madre del Salvador Nuestro Señor Jesucristo; sin
embargo, el (Obispo) no le dio crédito y dijo que no solamente por su
plática y solicitud se había de hacer lo que pedía; que, además, era muy
necesaria alguna señal para que se le pudiera creer que le enviaba la
misma Señora del cielo. Así que lo oyó dijo Juan Diego al Obispo:
“Señor, mira cual ha de ser la señal que pides; que luego iré a
pedírsela a la Señora del Cielo que me envió acá.” Viendo el Obispo que
ratificaba todo sin dudar ni retractar nada, le despidió. Mandó
inmediatamente unas gentes de su casa, en quienes podía confiar, que le
vinieran siguiendo y vigilando mucho a dónde iba y a quién veía y
hablaba. Así se hizo. Juan Diego se vino derecho y caminó la calzada;
los que venían tras él, donde pasa la barranca, cerca del puente del
Tepeyacac, le perdieron; y aunque más buscaran por todas partes, en
ninguna le vieron.
Así es que se regresaron, no solamente porque se fastidiaron, sino
también porque les estorbó su intento y les dio enojo. Eso fueron a
informar al señor Obispo, inclinándose a que no le creyera: le dijeron
que nomás le engañaba; que nomás forjaba lo que venía a decir, o que
únicamente soñaba lo que decía y pedía; y en suma discurrieron que si
otra vez volvía le habían de coger y castigar con dureza, para que nunca
más mintiera y engañara. Entre tanto, Juan Diego estaba con la
Santísima Virgen, diciéndole la respuesta que traía del señor Obispo; la
que oída por la Señora le dijo: “Bien está hijito mío, volverás aquí
mañana para que lleves al Obispo la señal que te ha pedido; con esto te
creerá y acerca de esto ya no dudará ni de ti sospechará; y sábete,
hijito mío, que yo te pagaré tu cuidado y el trabajo y cansancio que por
mí has emprendido; ea, vete ahora, que mañana aquí te aguardo.”
Cuarta Aparición
Al día siguiente, lunes, cuando tenía que llevar Juan Diego alguna
señal para ser creído, ya no volvió. Porque cuando llegó a su casa, a un
tío que tenía, llamado Juan Bernardino, le había dado enfermedad, y
estaba muy grave. Primero fue a llamar a un médico y le auxilió; pero ya
no era tiempo, ya estaba muy grave. Por la noche, le rogó su tío que de
madrugada saliera y viniera a Tlatilolco a llamar a un sacerdote, que
fuera a confesarle y disponerle, porque estaba muy cierto de que era
tiempo de morir y que ya no se levantaría ni sanaría.
El martes, muy de madrugada, se vino Juan Diego de su casa a
Tlatilolco a llamar al sacerdote; y cuando venía llegando al camino que
sale junto a la ladera del cerrillo del Tepeyacac, hacia el poniente por
donde tenía costumbre de pasar, dijo: “Si me voy derecho, no sea que me
vaya a ver la Señora, y en todo caso me detenga, para que lleve la
señal al prelado, según me previno; que primero nuestra aflicción nos
deje y primero llame yo de prisa al sacerdote; el pobre de mi tío lo
está ciertamente aguardando.” Luego dio vuelta al cerro; subió por entre
él y pasó al otro lado, hacia el oriente, para llegar pronto a México y
que no le detuviera la Señora del Cielo. Pensó que por donde dió la
vuelta no podía verle la que está mirando bien a todas partes. La vio
bajar de la cumbre del cerrillo y que estuvo mirando hacia donde antes
él la veía. Salió a su encuentro a un lado del cerro y le dijo: “¿Que
hay, hijo mío el más pequeño?, ¿a dónde vas?”. Se apenó él un poco, o
tuvo verguenza, o se asustó. Se inclinó delante de ella y la saludó,
diciendo: “Niña mía, la mas pequeña de mis hijas. Señora, ojalá estés
contenta. ¿Como has amanecido?, ¿Estás bien de salud, Señora y Niña mía?
Voy a causarte aflicción: sabe, Niña mía, que está muy malo un pobre
siervo tuyo, mi tío: le ha dado la peste, y está para morir. Ahora voy
presuroso a tu casa de México a llamar a uno de los sacerdotes amados de
Nuestro Señor, que vaya a confesarle y disponerle; porque desde que
nacimos vinimos a aguardar el trabajo de nuestra muerte. Pero sí voy a
hacerlo, volveré luego otra vez aquí, para ir a llevar tu mensaje.
Señora y Niña mía, perdóname, tenme por ahora paciencia; no te engaño.
Hija mía la mas pequeña, mañana vendré a toda prisa.”
Después de oír la plática de Juan Diego, respondió la piadosísima
Virgen: “Oye y ten entendido hijo mío el mas pequeño, que es nada lo que
te asusta y aflije; no se turbe tu corazón; no temas esa enfermedad, ni
otra alguna enfermedad y angustia. ¿No estoy yo aquí?, ¿No soy tu
Madre?, ¿No estás bajo mi sombra?, ¿No soy yo tu salud?, ¿No estás por
ventura en mi regazo?, ¿Qué mas has menester?. No te apene ni te
inquiete otra cosa; no te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá
ahora de ella; está seguro de que sanó.” (Y entonces sanó su tío, según
después se supo). Cuando Juan Diego oyó estas palabras de la Señora del
Cielo consoló mucho; quedó contento. Le rogó que cuanto antes se
despachara a ver al señor Obispo, a llevarle alguna señal y prueba, a
fin de que creyera.
La Señora del Cielo le ordenó luego que subiera a la cumbre del
cerrito, donde antes la veía. Le dijo: “Sube, hijo mío el mas pequeño, a
la cumbre del cerrito; allí donde me viste y te di órdenes, hallarás
que hay diferentes flores; córtalas, júntalas, recógelas; en seguida
baja y tráelas a mi presencia.” Al punto subió Juan Diego al cerrillo. Y
cuando llegó a la cumbre, se asombró mucho de que hubieran brotado
tantas varias exquisitas rosas de Castilla, antes del tiempo en que se
dan, porque a la sazón se encrudecía el hielo. Estaban muy fragantes y
llenas del rocío de la noche, que semejaba perlas preciosas. Luego
empezó a cortarlas; las juntó todas y las hecho en su regazo.
La cumbre del cerrito no era lugar en que se dieran ningunas flores,
porque tenía muchos riscos, abrojos, espinas, nopales y mezquites; y si
se solían dar hierbecillas, entonces era el mes de diciembre, en que
todo lo come y echa a perder el hielo. Bajó inmediatamente y trajo a la
Señora del Cielo las diferentes flores que fue a cortar; la que, así
como las vio, las cogió con su mano y otra vez se las echó en el regazo,
diciéndole: “Hijo mío el mas pequeño, esta diversidad de flores es la
prueba y señal que llevarás al Obispo. Le dirás en mi nombre que vea en
ella mi voluntad y que él tiene que cumplirla. Tú eres mi embajador, muy
digno de confianza.
Rigurosamente te ordeno que sólo delante del Obispo despliegues tu
manta y descubras lo que llevas. Contarás bien todo; dirás que te mandé
subir a la cumbre del cerrito, que fueras a cortar flores, y todo lo que
viste y admiraste, para que puedas inducir al prelado a que dé su
ayuda, con objeto de que se haga y erija el templo que he pedido.”
Después que la Señora del Cielo le dio su consejo, se puso en camino por
la calzada que viene derecho a México; ya contento y seguro de salir
bien, trayendo con mucho cuidado lo que portaba en su regazo, no fuera
que algo se le soltara de las manos, gozándose en la fragancia de las
variadas hermosas flores.
EL MILAGRO DE LA IMAGEN
Al llegar Juan Diego al palacio del Obispo salieron a su encuentro el
mayordomo y otros criados del prelado. Les rogó que le dijeran que
deseaba verle; pero ninguno de ellos quiso, haciendo como que no le
oían, sea porque era muy temprano, sea porque ya le conocían, que solo
los molestaba, porque les era inoportuno; además ya les habían informado
sus compañeros que le perdieron de vista, cuando habían ido en su
seguimiento. Largo rato estuvo esperando Juan Diego. Como vieron que
hacía mucho que estaba allí, de pie, cabizbajo, sin hacer nada,
decidieron llamarlo por si acaso; además, al parecer traía algo que
portaba en su regazo, por lo que se acercaron a él, para ver lo que
traía y satisfacerse. Viendo Juan Diego que no les podía ocultar lo que
traía, y que por eso le habían de molestar, empujar y aporrear,
descubrió un poco que eran flores; y al ver que todas eran diferentes, y
que no era entonces el tiempo en que se daban, se asombraron muchísimo
de ello, lo mismo de que estuvieran muy frescas, y tan abiertas, tan
fragantes y tan preciosas. Quisieron coger y sacarle algunas; pero no
tuvieron suerte las tres veces que se atrevieron a tomarlas; porque
cuando iban a cogerlas ya no se veían verdaderas flores, sino que les
parecían pintadas o labradas o cosidas en la manta. Fueron luego a
decirle al señor Obispo lo que habían visto y que pretendía verle el
indito que tantas veces había venido; el cual hacía mucho que por eso
aguardaba, queriendo verle.
Cayó, al oírlo, el señor Obispo en la cuenta de que aquello era la
prueba, para que se certificara y cumpliera lo que solicitaba el indito.
En seguida mandó que entrara a verle. Luego que entró, se humilló
delante de él, así como antes lo hiciera, y contó de nuevo todo lo que
había visto y admirado, y también su mensaje. (Juan Diego) le dijo:
“Señor, hice lo que me ordenaste, que fuera a decir a mi Ama, la Señora
del Cielo, Santa María preciosa Madre de Dios, que pedías una señal para
poder creerme que le has de hacer el templo donde ella te pide que lo
erijas; y además le dije que yo te había dado mi palabra de traerte
alguna señal y prueba, que me encargaste, de su voluntad. Condescendió a
tu recado y acogió benignamente lo que pides, alguna señal y prueba
para que se cumpla su voluntad. Hoy muy temprano me mandó que otra vez
viniera a verte; le pedí la señal para que me creyeras, según me había
dicho que me la daría; y al punto lo cumplió; me despachó a la cumbre
del cerrillo, donde antes ya la viera, a que fuese a cortar varias
flores. Después que fui a cortarlas las traje abajo; las cogió con su
mano y de nuevo las echó en mi regazo, para que te las trajera y a ti en
persona te las diera. Aunque yo sabía bien que la cumbre del cerrillo
no es lugar para que se den flores, porque solo hay muchos riscos,
abrojos, espinas, nopales y mezquites, no por eso dudé. Cuando fui
llegando a la cumbre del cerrillo vi que estaba en el paraíso, donde
había juntas todas las varias y exquisitas rosas de castilla, brillantes
de rocío, que luego fui a cortar. Ella me dijo por qué te las había de
entregar; y así lo hago, para que en ellas veas la señal que me pides y
cumplas su voluntad; y también para que aparezca la verdad de mi palabra
y de mi mensaje. Hélas aquí: recíbelas.”
Desenvolvió luego su manta, pues tenía en su regazo las flores; y así
que se esparcieron por el suelo todas las diferentes flores, se dibujó
en ella de repente la preciosa imagen de la siempre Virgen Santa María,
Madre de Dios, de la manera que está y se guarda hoy en su templo del
Tepeyacac, que se nombra Guadalupe. Luego que la vio el señor Obispo, él
y todos los que allí estaban, se arrodillaron; mucho la admiraron; se
levantaron a verla, se entristecieron y acongojaron, mostrando que la
contemplaron con el corazón y el pensamiento. El señor Obispo con
lágrimas de tristeza oró y le pidió perdón de no haber puesto en obra su
voluntad y su mandato. Cuando se puso de pie desató del cuello de Juan
Diego, del que estaba atada, la manta en que se dibujó y apareció la
Señora del Cielo. Luego la llevó y fue a ponerla en su oratorio. Un día
mas permaneció Juan Diego en la casa del Obispo, que aún le detuvo. Al
día siguiente le dijo: “Ea, a mostrar dónde es voluntad de la Señora del
Cielo que le erijan su templo.” Inmediatamente se invitó a todos para
hacerlo.
EL MISTERIO DE LOS OJOS DE LA VIRGEN
El 27 de marzo de 1956. En lo que constituye el primer reporte
emitido por un médico sobre los ojos de la imagen, él certifica la
presencia del triple reflejo (Efecto de Samson-Purkinje) característico
de todo ojo humano normal vivo y afirma que las imágenes resultantes se
ubican exactamente donde deberían estar según el citado efecto, y
también que la distorsión de las imágenes concuerda perfectamente con la
curvatura de la córnea. Ese mismo año otro oftalmólogo, el Dr. Rafael
Torrija Lavoignet, examinó los ojos de la imagen ya con mas detenimiento
y con la utilización de un oftalmoscopio.
El Dr. Lavoignet reporta la aparente figura humana en las córneas de
ambos ojos, con la ubicación y distorsión propias de un ojo humano
normal, notando además una inexplicable apariencia “viva” de los ojos al
ser examinados. Varias otras inspecciones de los ojos han sido
realizadas por médicos oftalmólogos luego de éstas iniciales. Con
mayores o menores detalles todas concuerdan en general con las dos
primeras aquí expuestas. en 1979, por el Dr. José Aste Tonsmann, un
graduado de la Universidad de Cornell trabajando para IBM en
procesamiento digital de imágenes, al digitalizar éste a altas
resoluciones una muy buena fotografía de la cara de la Virgen tomada
directamente de la tilma original. Luego de procesar las imágenes de los
ojos por diversos métodos para eliminar “ruidos” y destacar detalles el
Dr. Tonsmann realizó lo que serían increíbles descubrimientos: no
solamente era claramente visible en ambos ojos el “busto humano”, sino
también por lo menos otras cuatro figuras humanas eran también visibles
en ambos ojos.
El Dr. Aste Tonsmann publicará en unos meses mas sus últimos estudios
efectuados sobre los ojos en la tilma, con completos detalles y
fotografías. Quizás uno de los aspectos mas fascinantes de su trabajo es
su opinión de que Nuestra Señora no solo nos dejara su imagen impresa
como prueba de su aparición sino también ciertos mensajes que
permanecieron escondidos en sus ojos para ser revelados cuando la
tecnología permitiese descubrirlos y en el tiempo en que fueran mas
necesarios.
APARICIÓN A JUAN BERNARDINO
No bien señaló Juan Diego dónde había mandado la Señora del Cielo que
se levantara su templo, pidió licencia de irse. Quería ahora ir a su
casa a ver a su tío Juan Bernardino; el cual estaba muy grave cuando le
dejó y vino a Tlatilolco a llamar un sacerdote, que fuera a confesarle y
disponerle, y le dijo la Señora del Cielo que ya había sanado. Pero no
le dejaron ir solo, sino que le acompañaron a su casa. Al llegar vieron a
su tío que estaba muy contento y que nada le dolía. Se asombró mucho de
que llegara acompañado y muy honrado su sobrino; a quien preguntó la
causa de que así lo hicieran y que le honraran mucho. Le respondió su
sobrino que, cuando partió a llamar al sacerdote que le confesara y
dispusiera, se le apareció en el Tepeyacac la Señora del Cielo; la que,
diciéndole que no se afligiera que ya su tío estaba bueno, con mucho se
consoló, le despachó a México, a ver al señor Obispo, para que le
edificara una casa en el Tepeyacac. Manifestó su tío ser cierto que
entonces le sanó y que la vio del mismo modo en que se aparecía a su
sobrino; sabiendo por Ella que le había enviado a México a ver al
Obispo. También entonces le dijo la Señora de cuando él fuera a ver al
Obispo, le revelara lo que vio y de que manera milagrosa le había
sanado; y que bien le nombraría, así como bien había de nombrarse su
bendita imagen, la siempre Virgen Santa María de Guadalupe.
Trajeron luego a Juan Bernardino a presencia del señor obispo; a que
viniera a informarle y atestiguar delante de él. A ambos, a él y a su
sobrino, los hospedó el Obispo en su casa algunos días, hasta que se
erigió el templo de la Reina en el Tepeyacac, donde la vio Juan Diego.
El señor Obispo trasladó a la Iglesia Mayor la santa imagen de la amada
Señora del Cielo: la sacó del oratorio de su palacio donde estaba, para
que toda la gente viera y admirara su imagen.
SAN JUAN DIEGO: “Juanito, Juan Dieguito”, le llamó la Virgen, “el mas pequeño de mis hijos… hijito mío.”
Página dedicada a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin
EL CULTO GUADALUPANO
Su culto, localizado en un principio en el valle de México, más tarde
se extendió por todo el vasto territorio de la Nueva España y aún más
allá, y por todas partes dejó muy vivas manifestaciones de su presencia.
De una devoción circunscrita, en sus inicios, a los naturales, pasó a
ser la de los mestizos y los criollos, y pronto se universalizó. Todo
ello testimoniado por las muchas reproducciones de su imagen, por los
templos y altares que se le levantaron, por las obras devotas,
teológicas, históricas y literarias que a Ella se dedicaron.
SIGNIFICADO DEL GUADALUPANISMO
La virgen de Guadalupe, con gran regocijo popular, fue reconocida por
el papado y la monarquía española como la patrona de Nueva España. El
nuevo culto proporcionó fundamento espiritual autónomo para la iglesia
Mexicana, pues a partir de entonces se afirmó la idea de que la
cristiandad Americana surgió, gracias a la intervención de la virgen de
Guadalupe. Los criollos, los indígenas y las castas se unieron en la
veneración de la Guadalupana, que representaba a la patria criolla. Esta
veneración se convirtió en factor de unidad nacional. La imagen sería
invocada y expuesta como un remedio contra las sequías, las inundaciones
y las epidemias y, mas tarde, los insurgentes la adoptaron como
estandarte político. De este modo surgió un símbolo nacional, reconocido
por la inmensa mayoría de habitantes de Nueva España, símbolo que
liberó a los criollos de su origen español, los desligó de España y les
permitió identificarse con la tierra donde vivían.
LAS ESTRELLAS DEL MANTO
En el manto de la Virgen de Guadalupe se encuentra representado con
mucha fidelidad, el cielo del solsticio de invierno de 1531 que tuvo
lugar a las 10:40 del martes 12 de diciembre, hora de la ciudad de
México. Están representadas todas las constelaciones, que se extienden
en el cielo visible a la hora de la salida del sol, y en el momento en
que Juan Diego enseña su tilma (capa azteca) al obispo Zumárraga. En la
parte derecha del manto se encuentran las principales constelaciones del
cielo del Norte.
En el lado izquierdo las del Sur, visibles en la madrugada del
invierno desde el Tepeyac. El Este se ubica arriba y el Oeste en la
porción inferior. Como el manto está abierto, hay otros agrupamientos
estelares que no están señalados en la imagen, pero se encuentran
presentes en el cielo.
Así la Corona Boreal, se ubica en la cabeza de la Virgen, Virgo en su
pecho, a la altura de las manos, Leo en su vientre, justo sobre el
signo del Nahui Ollin, con su principal astro denominado Régulo, el
pequeño rey. Gemini, los gemelos, se encuentran a la altura de las
rodillas, y Orión, donde está el Ángel. En resumen, en el manto de la
Guadalupana se pueden identificar las principales estrellas de las
constelaciones de invierno. Todas ellas en su lugar, con muy pequeñas
modificaciones.
LA IMAGEN DESDE EL PUNTO DE VISTA ESTÉTICO
Con respecto a un análisis de la pintura de la Virgen de Guadalupe,
puede decirse que se trata de un cuadro de belleza extraordinaria. De
acuerdo con Alberti, en una pintura debe observarse en términos
generales el color, la línea y la composición. Con respecto a esta
última, se define como la unión armónica de las partes para formar un
todo, constituyendo unidad en la diversidad de los objetos. Una de las
formas más bellas de lograrla, es por medio de la llamada proporción
dorada, áurea o divina. Está formada por un cuadrado al que se le agrega
un rectángulo, para formar un espacio donde el lado menor corresponde
al mayor en una relación de 1 a 1.6181… denominada número áureo”.
Partiendo de la costura central de la Tilma de Juan Diego, la
proporción dorada se identifica con evidente claridad en la imagen de la
Virgen de Guadalupe. Ella le confiere una especial belleza y además, al
coincidir en su desarrollo, con prácticamente todos los elementos de la
figura, refuerza su integridad y refuta de manera contundente, la
extraña idea de que se le han hecho añadidos. Es también un importante
argumento, para demostrar el gran valor estético de la imagen, a la que
no se le puede añadir ni quitar de su lugar ningún elemento, sin
deteriorar su belleza. Hace también improbable, desde el punto de vista
estadístico, que se encuentren en la pintura tantas señales de
diferentes disciplinas, y que hayan sido fruto de la casualidad.
TEOLOGÍA DEL ACONTECIMIENTO GUADALUPANO
La palabra Teología da idea de experiencias y comunicaciones en torno
a Dios. El Acontecimiento Guadalupano es una compleja y rica irrupción
de Dios en nuestro mundo. María de Guadalupe se presenta como la Madre
de Dios, con los nombres con que es conocido por los mexicas, aztecas
habitantes del Valle de México. Se da a conocer como Madre de “In huel
nelli Teotl” -Verdadero Dios que es Raíz de Todo-, de “Ipalnemohuani”
-Aquel por Quien Vivimos y Todo se Mueve-, de “Teyocoyani” -Creador de
las Personas-, de “Tloque Nahuaque” -Creador del Cerca y del Junto-, de
“Ilhuicahua in tlacticpaque” -Señor del Cielo y de la Tierra. Es
importantísimo descubrir la manifestación de Dios a través de todo el
Evento Guadalupano. Los colores, los números, los nombres, los símbolos,
los procedimientos, los resultados… Es decir, a la luz de la cultura y
religión mexica.
El Evento Guadalupano es un verdadero Evangelio. Esta palabra,
proveniente del griego, quiere decir “Buenas Noticias”. Y en verdad el
Acontecimiento encierra diferentes Buenas Nuevas, y no solo una. La
Virgen de Guadalupe -Tlecuauhtlapcopeuh- es “La que Procede de la Región
de la Luz como Aguila de Fuego”-. Y el Fuego que la transforma en Sol
es el Niño-Sol que lleva en su seno. Es la Noticia portadora de Alegría.
Es Buena Noticia porque Guadalupe reivindica a Juan Diego en su
dignidad de persona, de protagonista responsable, capaz de llevar una
encomienda a su culminación exitosa.
Su Buena Noticia es una palabra eficaz. Cura sin duda al tío
Bernardino que ya agoniza a causa de una enfermedad mortal. Juan
Bernardino personifica al Pueblo Mexicano conquistado, abatido,
contagiado. Pero Guadalupe transforma al Tepeyacac en un jardín de
raras, exquisitas, frescas, aromáticas y significativas rosas. No era
tiempo ni el lugar apropiado para que las hubiera. Nuestra Señora
transforma también el corazón de quien se ubicaba en el Centro Religioso
Fray Juan de Zumárraga, para aceptar las indicaciones que vienen desde
la periferia. Tlatelolco reconocería la fuerza de lo verdadero que
emerge del mundo de los conquistados. De todos ellos se hará Eco y Voz
Santa María de Guadalupe desde el TEPEYAC.
LA FIESTA
Para los mexicanos la fiesta de la Virgen de Guadalupe es la más
importante a nivel nacional. Un gran número de personas desde diferentes
puntos del país acuden en peregrinación hasta el santuario o Basílica
de Guadalupe utilizando diferentes medios de transporte, ya que estos
van desde el ir en automóvil, autobús, bicicleta o simplemente a pie, lo
hacen con la finalidad de dar gracias por los favores recibidos, para
solicitarle ayuda o simplemente por tradición.
En la explanada de afuera del templo puedes ver danzas prehispánicos,
de la época colonial o bien un tanto modernos, si bien todos los
asistentes coinciden en una cosa, el gran amor que le profesan a la
“morenita”; la noche previa al gran día la virgencita recibe en su casa
“mañanitas” de parte de un gran número de personas, todas ellas
dispuestas a manifestar ese gran amor que sienten por ella por medio de
cantos (ahí puedes ver a gran número de artistas y grupos de famosos
cantándole a su reina y madre del cielo).
El pasado 12 de Diciembre de 1998, la Basílica de Nuestra Señora de
Guadalupe recibió la visita de aproximadamente 6 millones de fieles. Pío
X en 1910, la declaró “Celestial Patrona de América Latina” y Pío XII
la llamó en 1945, Emperatriz de las Américas.
Publicadas por
luisernestochacondelgado@gmail.com
a la/s
12/12/2017 12:03:00 p.m.
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