¡Oh! San Cleofás, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo, y que, la tarde de Pascua, con vuestro
compañero de camino os ardía el corazón, cuando Cristo
radiante se os apareció, las Escrituras explicándoos y
más tarde, en vuestra casa, en Emaús, reconocisteis al
“Salvador del mundo”, en la fracción del pan. Dos veces
aparece vuestro nombre en los Evangelios. Una en San
Lucas, cuando habla de los dos discípulos que marchaban a
Emaús y la otra, en San Juan, cuando habla de una “María,
la mujer de Cleofás” que estaba presente en el Calvario,
acompañando a la Virgen, la tarde en que fue crucificado y
moría Jesús. Esposo de la “María” del Calvario, vos, erais
un cristiano muy conocido entre los discípulos de Jesús.
Aquél día, caminabais hacia Emaús, con otro acompañante
también discípulo de Jesús, comentando los acontecimientos
de los días pasados y las huellas sobre el camino, llevan
la frustración en el alma, pues llevabais años juntos, y
con ellas, ilusiones truncas, promesas vacías, y las alegrías
tornadas en llanto. ¡Pero, no es así! Son sólo elucubraciones
humanas, cuya respuesta las conoce el Dios de la Vida.
Y, a todo ello, de pronto se os unió otro “caminante” como
compañero de camino y os preguntó qué os pasaba. Y, vos,
casi molesto, contestasteis lo que había acontecido hace
poco en la Ciudad Santa. Y, a todo ello, el “caminante” os
recordó que todo aquello, previsto por los profetas estaba.
Cerca a vuestro destino, vuestro acompañante deseó proseguir,
pero, vos, y vuestro amigo, le dijeron: “Quédate con nosotros,
que el día ya declina”. Y, el “caminante” accedió, entró con
vosotros en la casa, se sentó a la mesa, tomó el pan, lo bendijo,
lo partió, y os dio. ¡Y, en este mismo instante le reconocieron!
¡Oh! San Cleofás, “vivo testigo y discípulo del Dios de la Vida”.
y su amado santo, y que, la tarde de Pascua, con vuestro
compañero de camino os ardía el corazón, cuando Cristo
radiante se os apareció, las Escrituras explicándoos y
más tarde, en vuestra casa, en Emaús, reconocisteis al
“Salvador del mundo”, en la fracción del pan. Dos veces
aparece vuestro nombre en los Evangelios. Una en San
Lucas, cuando habla de los dos discípulos que marchaban a
Emaús y la otra, en San Juan, cuando habla de una “María,
la mujer de Cleofás” que estaba presente en el Calvario,
acompañando a la Virgen, la tarde en que fue crucificado y
moría Jesús. Esposo de la “María” del Calvario, vos, erais
un cristiano muy conocido entre los discípulos de Jesús.
Aquél día, caminabais hacia Emaús, con otro acompañante
también discípulo de Jesús, comentando los acontecimientos
de los días pasados y las huellas sobre el camino, llevan
la frustración en el alma, pues llevabais años juntos, y
con ellas, ilusiones truncas, promesas vacías, y las alegrías
tornadas en llanto. ¡Pero, no es así! Son sólo elucubraciones
humanas, cuya respuesta las conoce el Dios de la Vida.
Y, a todo ello, de pronto se os unió otro “caminante” como
compañero de camino y os preguntó qué os pasaba. Y, vos,
casi molesto, contestasteis lo que había acontecido hace
poco en la Ciudad Santa. Y, a todo ello, el “caminante” os
recordó que todo aquello, previsto por los profetas estaba.
Cerca a vuestro destino, vuestro acompañante deseó proseguir,
pero, vos, y vuestro amigo, le dijeron: “Quédate con nosotros,
que el día ya declina”. Y, el “caminante” accedió, entró con
vosotros en la casa, se sentó a la mesa, tomó el pan, lo bendijo,
lo partió, y os dio. ¡Y, en este mismo instante le reconocieron!
¡Oh! San Cleofás, “vivo testigo y discípulo del Dios de la Vida”.
© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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25 de Septiembre
San Cleofás
Discípulo del Señor
San Cleofás
Discípulo del Señor
Oración
Confesamos, Señor, que sólo tú eres santo y que sin ti
nadie es bueno, y humildemente te pedimos que la intercesión de San
Cleofás venga en nuestra ayuda para que de tal forma vivamos en el mundo
que merezcamos llegar a la contemplación de tu gloria. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo.
Fuente: EvangelioDelDia.org
Martirologio Romano: Conmemoración de san Cleofás, discípulo del
Señor, a quien, con el otro compañero itinerante, ardía el corazón
cuando Cristo, en la tarde de Pascua, se les apareció en el camino
explicándoles las Escrituras, y después, en la casa de Cleofás, en
Emaús, conocieron al Salvador en la fracción del pan.
Breve Biografía
Dos veces aparece este nombre en los Evangelios. Una en San Lucas
cuando habla de los dos discípulos que marchaban a Emaús (cfr San Lucas
24; 13, ss) y la otra en San Juan cuando habla de una “María, la mujer
de Cleofás” que estaba presente en el Calvario, acompañando a la Virgen,
la tarde en que fue crucificado y moría Jesús (cfr San Juan 19;
25,ss).-
Sin que pueda establecerse con certeza que estos dos personajes
fueran marido y mujer, ya que varones llamados Cleofás debía haber
bastantes en Jerusalén, sí parece que el esposo de esa María del
Calvario debía ser un cristiano bastante conocido entre los discípulos,
cuando San Juan escribe su evangelio y también que ambos estuvieron muy
cerca de los acontecimientos que hoy narramos.
Es la alborada del Domingo. Unas mujeres, quieren envolver en lienzos
el cuerpo y poner perfumes preciosos, a la usanza judía, en el cuerpo
de Jesús, ya que no pudo prepararse con finura el viernes por la tarde
cuando lo pusieron en el sepulcro.-
El sepulcro está vacío, no tiene cuerpo dentro. Unos ángeles avisan
que está vivo el Señor Jesús . Las mujeres, locas de alegría, nerviosas,
corren y transmiten la nueva a los discípulos. Pedro y los demás no
pueden creer ese inusitado acaecimiento.-
La distancia de Jerusalén a Emaús es de algo más de diez kilómetros.
Hacia Emaús caminan ese mismo día dos discípulos del Maestro. Uno de
ellos responde al nombre de Cleofás. Van comentando entre ellos los
acontecimientos del fracaso de Jesús en los días pasados. –
Las pisadas son pesadas porque llevan la amargura en el pecho. Son
tantos años juntos, tantas ilusiones truncadas, tantas promesas secas,
tantas alegrías cegadas… hasta los proyectos del Reino se esfumaron con
los clavos, la cruz y la lanza. Con Jesús muerto mal se anda.
Se les unió un caminante como compañero de camino. Ellos temían
“ofuscada la mirada”. Al preguntar qué les pasa, Cleofás con tono
enojado casi le regañó por no estar al día de lo que ha pasado en la
Ciudad Santa. Cuando resumen los hechos tan trágicos e impresionantes,
el viajero les recordó que ya estaba previsto por los profetas.
Al acercarse a la aldea, el caminante hace intención de proseguir.
Cleofás y su amigo le insistieron: “Quédate con nosotros, que el día ya
declina”. El caminante accedió, entró con ellos en la casa, se sentó a
la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió en trozos, y se lo dio. En
este instante le reconocieron.
Ahora, desandar lo andado para decirle a los hermanos que las mujeres
mañaneras tenían razón no es pesado, es alegría; avanzan en la noche
tan seguros como a pleno día porque lucen mucho las estrellas, los pasos
se han tornado ágiles y firmes, el corazón late con fuerza, el gozo se
ha hecho vida. Notan la vehemencia de decir pronto a los otros que Jesús
sí es el Mesías.Con Jesús Vivo bien se camina.
Otras celebraciones de hoy: Nuestra Señora de la Fuencisla.
Santos: Alberto de Jerusalén, Atanasio, Irene, Baldovino, Sergio,
Aurelia, Neomisia, confesores; Arnolfo, Fermín, Solemnio, Lupo, Cástor,
obispos; Antila, Bardomiano, Eucarpo, Herculano, mártires; Ermenfredo,
abad; Pafnucio, monje; Cleofás, discípulo del Señor.
(http://www.es.catholic.net/op/articulos/31982/cleofs-santo.html)
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