¡Oh!, Santa Eulalia, vos, sois la hija del Dios de la vida,
y su amada santa, y, que, alguna vez dijisteis: “Al sólo Dios
del cielo adoro, a El únicamente le ofreceré sacrificios y
le quemaré incienso. Y a nadie más”. Daciano, antes de ello,
intentó ofreceros regalos y haceros promesas de ayuda para
que vos, de opinión cambiarais, pero vos, más convencida
seguisteis de vuestra fe cristiana. Entonces, mostrándoos
como iba a torturaros, os dijo: “De todos estos sufrimientos
te vas a librar si le ofreces este pan a los dioses, y les
quemas este poquito de incienso en los altares de ellos”.
Vos, entonces lanzasteis lejos el pan y, echasteis por el
suelo el incienso. Entonces, el juez pagano mandó que os
destrozaran golpeándoos con varillas de hierro y que os
colocasen antorchas encendidas en vuestras heridas. Vuestra
cabellera se incendió y vos, ahogada expirasteis. Por ello,
a vuestra protección, a los jóvenes de nuestro tiempo os
encomendamos, para que se opongan a quienes desean que su
vida la dediquen a la sensualidad, a las drogas, a vicios
repugnantes y a las malas amistades, pues lo que ellos matan,
no es el cuerpo, sino, la vida del alma, que es la vida
de Dios. Prudencio, el poeta, constancia dejó de que al
morir vos, vio la gente una blanca paloma volar hacia
el cielo, y que, vuestros verdugos huyendo salieron de pavor
llenos, por haberos matado. Y, de pronto, cubrió la nieve
vuestro cadáver y el suelo, hasta que os dieron sepultura
honrosa. Allí mismo, y en vuestro honor, se levantó un templo,
donde los peregrinos a orar llegan, ante vuestros restos.
Hoy, en la estancia celeste vivís, toda coronada de luz,
como premio justo a vuestra entrega increíble de grande amor;
¡oh!, Santa Eulalia; “vivo amor del Dios de la Vida y del Amor”.
© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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y su amada santa, y, que, alguna vez dijisteis: “Al sólo Dios
del cielo adoro, a El únicamente le ofreceré sacrificios y
le quemaré incienso. Y a nadie más”. Daciano, antes de ello,
intentó ofreceros regalos y haceros promesas de ayuda para
que vos, de opinión cambiarais, pero vos, más convencida
seguisteis de vuestra fe cristiana. Entonces, mostrándoos
como iba a torturaros, os dijo: “De todos estos sufrimientos
te vas a librar si le ofreces este pan a los dioses, y les
quemas este poquito de incienso en los altares de ellos”.
Vos, entonces lanzasteis lejos el pan y, echasteis por el
suelo el incienso. Entonces, el juez pagano mandó que os
destrozaran golpeándoos con varillas de hierro y que os
colocasen antorchas encendidas en vuestras heridas. Vuestra
cabellera se incendió y vos, ahogada expirasteis. Por ello,
a vuestra protección, a los jóvenes de nuestro tiempo os
encomendamos, para que se opongan a quienes desean que su
vida la dediquen a la sensualidad, a las drogas, a vicios
repugnantes y a las malas amistades, pues lo que ellos matan,
no es el cuerpo, sino, la vida del alma, que es la vida
de Dios. Prudencio, el poeta, constancia dejó de que al
morir vos, vio la gente una blanca paloma volar hacia
el cielo, y que, vuestros verdugos huyendo salieron de pavor
llenos, por haberos matado. Y, de pronto, cubrió la nieve
vuestro cadáver y el suelo, hasta que os dieron sepultura
honrosa. Allí mismo, y en vuestro honor, se levantó un templo,
donde los peregrinos a orar llegan, ante vuestros restos.
Hoy, en la estancia celeste vivís, toda coronada de luz,
como premio justo a vuestra entrega increíble de grande amor;
¡oh!, Santa Eulalia; “vivo amor del Dios de la Vida y del Amor”.
© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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12 de Febrero
Santa Eulalia
Mártir
(año 304)
Eulalia significa: “la que habla bien” Eu = bien, Lal = hablar.
Santa Eulalia es una de las santas más famosas de España. Los datos acerca de su vida y de su muerte los encontramos en un himno que en honor de ella se escribe el poeta Prudencio en el siglo cuarto. Y allí se cuenta lo siguiente:
Cuando Eulalia cumplió los doce años
apareció el decreto del emperador Diocleciano prohibiendo a los
cristianos dar culto a Jesucristo, y mandándoles que debían adorar a los
falsos ídolos de los paganos. La niña sintió un gran disgusto por estas
leyes tan injustas y se propuso protestar entre los delegados del
gobierno.
Viendo la mamá que la jovencita podía correr algún
peligro de muerte si se atrevía a protestar contra la persecución de los
gobernantes, se la llevó a vivir al campo, pero ella se vino de allá y
llegó a la ciudad de Mérida.
Eulalia se presentó ante el
gobernador Daciano y le protestó valientemente diciéndole que esas leyes
que mandaban adorar ídolos y prohibían al verdadero Dios eran
totalmente injustas y no podían ser obedecidas por los cristianos.
Daciano intentó al principio ofrecer regalos y hacer promesas de ayudas
a la niña para que cambiara de opinión, pero al ver que ella seguía
fuertemente convencida de sus ideas cristianas, le mostró todos los
instrumentos de tortura con los cuales le podían hacer padecer
horriblemente si no obedecía a la ley del emperador que mandaba adorar
ídolos y prohibía adorar a Jesucristo. Y le dijo: “De todos estos
sufrimientos te vas a librar si le ofreces este pan a los dioses, y les
quemas este poquito de incienso en los altares de ellos”.
La
jovencita lanzó lejos el pan, echó por el suelo el incienso y le dijo
valientemente: “Al sólo Dios del cielo adoro; a El únicamente le
ofreceré sacrificios y le quemaré incienso. Y a nadie más”.
Entonces el juez pagano mandó que la destrozaran golpeándola con
varillas de hierro y que sobre sus heridas colocaran antorchas
encendidas. La hermosa cabellera de Eulalia se incendió y la jovencita
murió quemada y ahogada por el humo.
Dice el poeta Prudencio que
al morir la santa, la gente vio una blanquísima paloma que volaba hacia
el cielo, y que los verdugos salieron huyendo, llenos de pavor y de
remordimiento por haber matado a una criatura inocente. La nieve cubrió
el cadáver y el suelo de los alrededores, hasta que varios días después
llegaron unos cristianos y le dieron honrosa sepultura al cuerpo de la
joven mártir. Allí en el sitio de su sepultura se levantó un templo de
honor de Santa Eulalia, y dice el poeta que él mismo vio que a ese
templo llegaban muchos peregrinos a orar ante los restos de tan valiente
joven y a conseguir por medio de ella muy notables favores de Dios.
El culto de Santa Eulalia se hizo tan popular que hasta el gran San
Agustín hizo sermones en honor de esta joven santa. Y en la muy antigua
lista de mártires de la Iglesia Católica, llamada “Martirologio romano”,
hay esta frase: “el 12 de febrero, se conmemora a Santa Eulalia, mártir
de España, muerta por proclamar su fe en Jesucristo”.
Oración
Joven mártir Eulalia; a tu protección encomendamos tantas personitas
jóvenes que en este tiempo tienen que enfrentarse, no ya, a los
perseguidores que matan a quienes se niegan a ofrecer sacrificios a los
ídolos, sino que tienen que oponerse a quienes quieren que dediquen su
vida a la sensualidad, a las drogas, a los vicios, a las malas amistades
y al pecado, que son monstruos mucho peores que los ídolos, y son
perseguidores más crueles que los que mataban el cuerpo, porque lo que
ellos matan es la vida del alma. Santa Eulalia; te recomendamos a
nuestra juventud que vive en medio de tantos peligros y que corre cada
día el riesgo de ser infiel a Cristo. Que de tan grandes peligros nos
libre siempre el Señor.
Dijo Jesús: Quien sacrifica su vida por mi, la ganará para la vida eterna.
(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Eulalia.htm)
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