Día litúrgico: Domingo XIII (C) del tiempo ordinario
Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Lc 9,51-62): Sucedió
que como se iban cumpliendo los días de su asunción, Jesús se afirmó en
su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que
fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada;
pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo
sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos
que baje fuego del cielo y los consuma?». Pero volviéndose, les
reprendió; y se fueron a otro pueblo.
Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré
adondequiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y
las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde
reclinar la cabeza». A otro dijo: «Sígueme». Él respondió: «Déjame ir
primero a enterrar a mi padre». Le respondió: «Deja que los muertos
entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios». También
otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de
mi casa». Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira
hacia atrás es apto para el Reino de Dios».
_________________________________«Sígueme»
Pbro. José MARTÍNEZ Colín (Culiacán, México)
Hoy, el Evangelio nos invita a reflexionar sobre nuestro seguimiento
de Cristo. Importa saber seguirlo como Él lo espera. Santiago y Juan aún
no habían aprendido el mensaje de amor y de perdón: «Señor, ¿quieres
que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?» (Lc 9,54). Los
otros convocados aún no se desprendían realmente de sus lazos
familiares. Para seguir a Jesucristo y cumplir con nuestra misión, hay
que hacerlo libres de toda atadura: «Nadie que (…) mira hacia atrás es
apto para el Reino de Dios» (Lc 9,62).
Con motivo de una Jornada Misionera Mundial, San Juan Pablo II hizo
un llamamiento a los católicos a ser misioneros del Evangelio de Cristo a
través del diálogo y el perdón. El lema había sido: «La misión es
anuncio de perdón». Dijo el Papa que sólo el amor de Dios es capaz de
hermanar a los hombres de toda raza y cultura, y podrá hacer desaparecer
las dolorosas divisiones, los contrastes ideológicos, las desigualdades
económicas y los violentos atropellos que oprimen todavía a la
Humanidad. Mediante la evangelización, los creyentes ayudan a los
hombres a reconocerse como hermanos.
Si nos sentimos verdaderos hermanos, podremos comenzar a
comprendernos y a dialogar con respeto. El Papa ha subrayado que el
empeño por un diálogo atento y respetuoso es una condición para un
auténtico testimonio del amor salvífico de Dios, porque quien perdona
abre el corazón a los demás y se hace capaz de amar. El Señor nos lo
dejó dicho en la Última Cena: «Que os améis los unos a los otros, así
como Yo os he amado (…). En esto reconocerán todos que sois discípulos
míos» (Jn 13,34-35).
Evangelizar es tarea de todos, aunque de modo diferente. Para algunos
será acudir a muchos países donde aún no conocen a Jesús. A otros, en
cambio, les corresponde evangelizar a su alrededor. Preguntémonos, por
ejemplo, si quienes nos rodean saben y viven las verdades fundamentales
de nuestra fe. Todos podemos y debemos apoyar, con nuestra oración,
sacrificio y acción, la labor misionera, además del testimonio de
nuestro perdón y comprensión para con los demás.
(http://evangeli.net/evangelio/dia/2019-06-30)
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