Día litúrgico: Domingo XVI (C) del tiempo ordinario
Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Lc 10,38-42): En aquel tiempo, Jesús
entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa.
Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor,
escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos
quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi
hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le
respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas
cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido
la parte buena, que no le será quitada».
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«Hay necesidad (…) de una sola [cosa]»
Rev. D. Bernat GIMENO i Capín
(Barcelona, España)
Hoy vemos a un Jesús tan divino como humano: está cansado del viaje y
se deja acoger por esta familia que tanto ama, en Betania. Aprovechará
la ocasión para hacernos saber qué es “lo más importante”.
En la actitud de estas dos hermanas se acostumbra a ver reflejadas
dos maneras de vivir la vocación cristiana: la vida activa y la vida
contemplativa. María, «sentada a los pies del Señor»; Marta, atareada
por muchas cosas y ocupaciones, siempre sirviendo y contenta, pero
cansada (cf. Lc 10,39-40.42). —«Calma», le dice Jesús, «es importante lo
que haces, pero es necesario que descanses, y más importante aun, que
descanses estando conmigo, mirándome y escuchándome». Dos modelos de
vida cristiana que hemos de coordinar y de integrar: vivir tanto la vida
de Marta como la de María. Hemos de estar atentos a la Palabra del
Señor, y vigilantes, ya que el ruido y el tráfico del día a día
—frecuentemente— esconde la presencia de Dios. Porque la vida y la
fuerza de un cristiano solamente se mantienen firmes y crecen si él
permanece unido a la verdadera vid, de donde le viene la vida, el amor,
las ganas de continuar adelante… y de no mirar atrás.
A la mayoría, Dios nos ha llamado a ser como “Marta”. Pero no hemos
de olvidar que el Señor quiere que seamos cada vez más como “María”:
Jesucristo también nos ha llamado a “escoger la mejor parte” y a no
dejar que nadie nos la quite.
Él nos recuerda que lo más importante no es lo que podamos hacer,
sino la Palabra de Dios que ilumina nuestras vidas, y, así por el
Espíritu Santo nuestras obras quedan impregnadas de su amor.
Descansar en el Señor solamente es posible si gozamos de su presencia
real ante la Eucaristía. ¡Oración ante el sagrario!: es el tesoro más
grande que tenemos los cristianos. Recordemos el título de la última
encíclica de san Juan Pablo II: La Iglesia vive de la Eucaristía. El
Señor tiene muchas cosas que decirnos, más de las que nos pensamos.
Busquemos, pues, momentos de silencio y de paz para encontrar a Jesús y,
en Él, reencontrarnos a nosotros mismos. Jesucristo nos invita hoy a
hacer una opción: escoger «la parte buena» (Lc 10,42).
(http://evangeli.net/evangelio/dia/2019-07-21)
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