¡Oh!, San Simplicio, vos, sois el hijo del Dios de la Vida,
su Papa y amado santo que, vivisteis en plena herejía y error
que a la Iglesia consumía. Os preocupasteis por el clero
y lo reformasteis y así, el “error” localizasteis y, a la vez,
lo solucionasteis, armado sólo con la verdad en la mano. Por
ello, reprimisteis firmemente las ansias del querer, el poder
y el tener de los miembros del clero. “Quien abusa de su poder
merece perderlo”. Así, le escribisteis a uno de vuestros
obispos. En vuestra diócesis os comportabais con celo y erais
modelo episcopal, entregándoos al cuidado vuestros fieles,
a los cuales instruíais con fervoroso amor y paciencia. Las
limosnas recogidas entre los pobres distribuías y dictasteis
normas para atender de manera preferente los bautismos. Vuestra
vida fue austera y de oración constante, tanto que, como monje
rezabais y os mortificabais como habitante del desierto. El
el primer templo en el occidente lo dedicasteis a San Andrés,
el hermano del apóstol San Pedro, ubicado sobre el monte
Esquilino. Convocasteis un concilio para explicitar la fe
ante los errores que había difundido Eutiques, el cual en la
inteligencia de la verdad se equivocó, pues, admitía en su
monofisismo, sólo la naturaleza divina de Cristo, negando
con ello la Redención del mundo. Y, así, luego de haber
gastado vuestra santa vida en buena lid, voló vuestra alma
al cielo, para corona de luz recibir como justo premio
a vuestra entrega grande e increíble de amor y fe. ¡Aleluya!
¡oh!, San Simplicio, “viva verdad del Dios de la Vida y del Amor”
© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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su Papa y amado santo que, vivisteis en plena herejía y error
que a la Iglesia consumía. Os preocupasteis por el clero
y lo reformasteis y así, el “error” localizasteis y, a la vez,
lo solucionasteis, armado sólo con la verdad en la mano. Por
ello, reprimisteis firmemente las ansias del querer, el poder
y el tener de los miembros del clero. “Quien abusa de su poder
merece perderlo”. Así, le escribisteis a uno de vuestros
obispos. En vuestra diócesis os comportabais con celo y erais
modelo episcopal, entregándoos al cuidado vuestros fieles,
a los cuales instruíais con fervoroso amor y paciencia. Las
limosnas recogidas entre los pobres distribuías y dictasteis
normas para atender de manera preferente los bautismos. Vuestra
vida fue austera y de oración constante, tanto que, como monje
rezabais y os mortificabais como habitante del desierto. El
el primer templo en el occidente lo dedicasteis a San Andrés,
el hermano del apóstol San Pedro, ubicado sobre el monte
Esquilino. Convocasteis un concilio para explicitar la fe
ante los errores que había difundido Eutiques, el cual en la
inteligencia de la verdad se equivocó, pues, admitía en su
monofisismo, sólo la naturaleza divina de Cristo, negando
con ello la Redención del mundo. Y, así, luego de haber
gastado vuestra santa vida en buena lid, voló vuestra alma
al cielo, para corona de luz recibir como justo premio
a vuestra entrega grande e increíble de amor y fe. ¡Aleluya!
¡oh!, San Simplicio, “viva verdad del Dios de la Vida y del Amor”
© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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10 de Marzo
San Simplicio
Papa
Natural de Tívoli, en el campo de Roma. Es hijo de Castino.
Le vemos formando parte del clero romano y sucediendo al papa san
Hilario en la Sede de Roma, en marzo del año 467. Le toca vivir y ser
Supremo Pastor en un tiempo difícil por la herejía y la calamidad dentro
de la Iglesia que aparece como inundada por el error. En Occidente,
Odaco se ha hecho dueño de Italia y es arriano como los godos en las
Galias, los de España y los vándalos en África; el panorama no es muy
consolador, no. Los ingleses aún están en el paganismo. Para Oriente no
van mejor las cosas, aunque con otros tonos, en cuanto a la vida de fe:
el emperador Zenón y el tirano Basílico favorecen la herejía de
Eutiques; los Patriarcas han resultado ambiciosos de poder y las sedes
patriarcales son una deseada presa más que un centro de irradiación
cristiana. ¡Lamentable estado general de la Iglesia que está necesitando
un buen timonel!
El nuevo papa adopta en su pontificado una actitud fundamental:
atiende preferente al clero. Procura su reforma, detectando el error y
proponiendo el remedio con la verdad sin condescendencias que lo
acaricien; muestra perseverancia firme y tesón férreo cuando debe
reprimir la ambición de los altos eclesiásticos.
Modera la Iglesia que está en Oriente siendo un muro de contención
frente a las ambiciones de poder y dominio que muestra Acacio, Patriarca
de Constantinopla, cuando pretendía los derechos de Alejandría y
Antioquía. No cedió a las pretensiones del usurpador Timoteo Eluro, ni a
las del intruso Pedro el Tintorero. Defendió la elección canónica de
Juan Tabenas como Patriarca de Alejandría frente a las presiones de
Pedro Mingo protegido por el emperador Zenón.
Gobierna la Iglesia que está en Occidente mandando cartas a otro
Zenón -obispo de Sevilla-, encargándole rectitud y alabando su
dedicación permanente a la familia cristiana que tiene encomendada.
También escribe a Juan, Obispo de Rávena, en el 482, con motivo de
ordenaciones ilícitas: «Quien abusa de su poder -le dice- merece
perderle». En el año 475 manda a los obispos galos Florencio y Severo
corregir a Gaudencio y privar del ejercicio episcopal a los que ordenó
ilícitamente al tiempo que da orientaciones para distribuir los bienes
de la Iglesia y evitar abusos.
En su diócesis de Roma se comporta como modelo episcopal,
entregándose al cuidado de sus fieles como si no tuviera en sus hombros a
la Iglesia Universal. Aquí cuida especialmente la instrucción religiosa
de los fieles, facilita la distribución de limosnas entre los más
pobres y dicta normas para atender primordialmente la administración del
bautismo. Aún tuvo tiempo para dedicar el primer templo en el occidente
a San Andrés, el hermano del apóstol Pedro, iuxta sanctam Mariam o
iuxta Praesepe, sobre el monte Esquilino.
También convocó un concilio para explicitar la fe ante los errores
que había difundido Eutiques, equivocándose en la inteligencia de la
verdad, pues, en su monofisismo, sólo admitía en Cristo la naturaleza
divina con lo que se llegaba a negar la Redención.
Los datos exactos de su óbito no están aún perfectamente
esclarecidos, si bien se conoce que fue en el mes de Febrero del año
483. Sus reliquias se conservan en Tívoli.
Los contemporáneos del santo conocieron bien la austeridad de su vida
y su constante oración hasta el punto de afirmar que rezó como un monje
y se mortificó como un solitario del desierto. Sin esos medios su labor
de servicio a la Iglesia hubiera resultado imposible.
(http://www.santopedia.com/santos/san-simplicio-papa/)
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