¡Oh!; Santos Jonás y Baraquicio, vosotros sois,
los hijos del Dios de la vida, que os negasteis
a renunciar al Amor de Cristo Jesús; Dios
y Señor Nuestro, y que, padeciendo insufribles
torturas, marchasteis de coraje y valor
luminosos al cadalso revestidos, por la fe vuestra.
De gloria llenos estáis ahora, porque, ni
el molino de madera, el azufre ardiente,
acabó vuestra fe y en verdad, gozáis hoy el
justo premio con que os coronó vuestras sienes,
Aquél que todo lo ve y juzga: ¡coronas de luz
refulgente! que brillan hoy por los siglos de los siglos
en el amplio y eterno habitáculo del cielo de
todos los santos y santas de nuestra devoción. !Aleluya!
¡Oh!, Santos Jonás y Baraquicio, «vivos testigos del Amor de Dios»
© 2022 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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29 de Marzo
Santos Jonás y Baraquicio
Mártires
Sapor, rey de Persia, emprendió una recia persecución contra los cristianos. Jonás y Barraquicio, dos monjes de Beth-Iasa, sabiendo que varios cristianos estaban sentenciados a muerte fueron a alentarlos y servirlos. Después de la ejecución, los dos santos fueron aprehendidos por haber exhortado los mártires a perseverar hasta morir.
El rey empezó instando a los dos hermanos y urgiéndoles a que obedecieran al monarca persa y que adoraran al sol. Ellos se mantuvieron fieles en su fe a Cristo, por lo que Barraquicio fue arrojado a un estrecho calabazo, mientras que Jonás se le ordenó a adorar a los dioses, pero ante su negativa fue azotado y arrojado a un estanque de agua helada.
Posteriormente, Jonás fue atormentado con muchas torturas, para después ser prensado en un molino de madera hasta provocarle la muerte. Los jueces le aconsejaron a Barraquicio que salvara su propio cuerpo, pero el santo jamás renegó su fe; fue entonces sujeto de nuevo a tormentos y finalmente se le dio muerte, vertiéndoles pez y azufre ardientes en la boca.
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