12 mayo, 2023

San Pancrasio, Patrono de la Fidelidad de la Juventud




Por qué San Pancracio es el santo del dinero y la suerte y cómo se coloca  su estampita? - AS.com

 

 ¡Oh! San Pancracio, vos sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo, que con solo catorce años fuisteis
martirizado por declararos creyente y partidario de Nuestro
Señor Jesucristo. Vuestro padre murió martirizado y
vuestra madre recogió un poco de su sangre y la guardó en
un relicario de oro, y más tarde os dijo: “Este relicario
lo llevarás colgado al cuello, cuando demuestres que eres
tan valiente como lo fue tu padre”. Un día volvíais de la
escuela golpeado pero muy contento. Vuestra madre os preguntó
la causa de vuestras heridas y de la alegría que mostrabais
y vos, le respondisteis: “Es que en la escuela me declaré
seguidor de Jesucristo y todos esos paganos me golpearon
para que abandonara mi religión. Pero yo deseo que de mí se
pueda decir lo que el Libro Santo afirma de los apóstoles:
“En su corazón había una gran alegría, por haber podido
sufrir humillaciones por amor a Jesucristo”. Al oír esto
vuestra amada madre, tomó en sus manos el relicario con la
sangre de vuestro padre martirizado, y colgándolo en vuestro
cuello, os dijo con lágrimas en los ojos: “Muy bien: ya
eres digno seguidor de tu valiente padre”. Y, vos muy feliz
ya, con el relicario, continuasteis afirmando que vos,
creíais en la divinidad de Cristo y que deseabais por siempre
ser su seguidor y amigo. Pero, las autoridades paganas
enteradas de vuestras afirmaciones, os llevaron a la cárcel
y os condenaron y decretaron la pena de muerte contra vos.
Cuando os llevaban hacia el sitio de vuestro martirio
varios enviados del gobierno os ofrecían premios y ayuda
para el futuro si dejabais de decir que Cristo es Dios.
Pero vos, con valor increíble, proclamasteis a viva voz
con valentía que deseabais seguir ser creyente en Cristo
hasta el último latido de vuestro corazón. Entonces para
obligaros a desistir de vuestra fe, empezaron a azotaros
sin piedad mientras os conducían hacia vuestro martirio, pero
mientras más os azotaban, más fuertemente proclamabais que
Jesús es el Redentor del mundo. Y, las gentes que os miraban
y escuchaban vuestro maravilloso ejemplo de valentía, se
convertían al instante al cristianismo. Cuando llegaron al
lugar de vuestro martirio, vos, disteis las gracias vuestros
a verdugos por permitiros ir al encuentro con Nuestro Señor
Jesucristo, e invitasteis a todos los allí presentes a creer
en Jesucristo, Dios y Señor Nuestro, a pesar de todas las
contrariedades y de todos los peligros. Seguidamente con
voluntad os arrodillasteis y colocando vuestra cabeza para
recibir el hachazo del verdugo, parecíais iluminado de pronto
y os sentíais contento, al ofrecer vuestra sangre y vuestra
vida por proclamar vuestra fidelidad por la verdadera religión.
Y, así voló vuestra alma al cielo, para recibir corona de luz
como justo premio a vuestra entrega de amor y fe. ¡Aleluya!
¡Oh! San Pancrasio, "Vivo amor por el Dios de la Vida y del Amor".

© by Luis Ernesto Chacón Delgado

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12 de Mayo

San Pancrasio
Patrono de la Fidelidad de la Juventud
 
El doce de mayo se celebra también la fiesta de San Pancracio, un jovencito romano de sólo 14 años, que fue martirizado por declarase creyente y partidario de Nuestro Señor Jesucristo. Su padre murió martirizado y la mamá recogió en unos algodones un poco de la sangre del mártir y la guardó en un relicario de oro, y le dijo al niño: “Este relicario lo llevarás colgado al cuello, cuando demuestres que eres tan valiente como lo fue tu padre”.

Un día Pancracio volvió de la escuela muy golpeado pero muy contento. La mamá le preguntó la causa de aquellas heridas y de la alegría que mostraba, y el jovencito le respondió: “Es que en la escuela me declaré seguidor de Jesucristo y todos esos paganos me golpearon para que abandonara mi religión. Pero yo deseo que de mí se pueda decir lo que el Libro Santo afirma de los apóstoles: “En su corazón había una gran alegría, por haber podido sufrir humillaciones por amor a Jesucristo”. (Hechos 6,41).

Al oír esto la buena mamá tomó en sus manos el relicario con la sangre del padre martirizado, y colgándolo al cuello de su hijo exclamó emocionada: “Muy bien: ya eres digno seguidor de tu valiente padre”.

Como Pancracio continuaba afirmando que él creía en la divinidad de Cristo y que deseaba ser siempre su seguidor y amigo, las autoridades paganas lo llevaron a la cárcel y lo condenaron y decretaron pena de muerte contra él. Cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio (en la vía Aurelia, a dos kilómetros de Roma) varios enviados del gobierno llegaron a ofrecerle grandes premios y muchas ayudas para el futuro si dejaba de decir que Cristo es Dios. El valiente joven proclamó con toda la valentía que él quería ser creyente en Cristo hasta el último momento de su vida. Entonces para obligarlo a desistir de sus creencias empezaron a azotarlo ferozmente mientras lo llevaban hacia el lugar donde lo iban a martirizar, pero mientras más lo azotaban, más fuertemente proclamaba él que Jesús es el Redentor del mundo. Varias personas al contemplar este maravilloso ejemplo de valentía se convirtieron al cristianismo.

Al llegar al sitio determinado, Pancracio dio las gracias a los verdugos por que le permitían ir tan pronto a encontrarse con Nuestro Señor Jesucristo, en el cielo, e invitó a todos los allí presentes a creer siempre en Jesucristo a pesar de todas las contrariedades y de todos los peligros. De muy buena voluntad se arrodilló y colocó su cabeza en el sitio donde iba a recibir el hachazo del verdugo y más parecía sentirse contento que temeroso al ofrecer su sangre y su vida por proclamar su fidelidad a la verdadera religión.

Allí en Roma se levantó un templo en honor de San Pancracio y por muchos siglos las muchedumbres han ido a venerar y admirar en ese templo el glorioso ejemplo de un valeroso muchacho de 14 años, que supo ofrecer su sangre y su vida por demostrar su fe en Dios y su amor por Jesucristo.

San Pancracio: ruégale a Dios por nuestra juventud que tiene tantos peligros de perder su fe y sus buenas costumbres.

(https://www.ewtn.com/es/catolicismo/santos/nereo-aquileo-y-pancracio-15024)







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