Texto del Evangelio (Mt 9,36—10:8): En
aquel tiempo, al ver Jesús a la muchedumbre, sintió compasión de ella,
porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos.
Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies».
Y
llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus
inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia.
Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado
Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan;
Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y
Tadeo; Simón el Cananeo y Judas el Iscariote, el mismo que le entregó.
A
estos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: «No
toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; dirigíos
más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que
‘el Reino de los Cielos está cerca’. Curad enfermos, resucitad muertos,
purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo
gratis».
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«Al ver Jesús a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor» Rev. D. Joan SERRA i Fontanet (Barcelona, España)
Hoy, el Evangelio nos dice que el Señor —viendo al pueblo— se sentía
turbado, porque aquel pueblo iba desorientado y cansado, como ovejas sin
pastor (cf. Mt 9,36). El pueblo de Israel sabía muy bien, mejor que
nosotros —hombres de ciudad— qué era un pastor, y el alboroto que se
formaba cuando las ovejas se encontraban solas sin pastor.
Si
Jesús viniera hoy, yo creo que repetiría las mismas palabras: pues hay
muchas personas desorientadas, buscando cuál es el sentido de la vida.
—Señor, ¿qué solución das a este gran problema? Pues Jesús pide oración,
escoge a doce apóstoles y los envía a predicar el reino de Dios.
¡Escogió
a doce Apóstoles! Envía a estos doce hombres a predicar: «‘El Reino de
los Cielos está cerca’. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad
leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis» (Mt
10,7-8). Lo que los Apóstoles hicieron, y nosotros hemos de hacer, es
predicar a la persona adorable de Jesucristo y su mensaje de paz y de
amor, y eso de una manera desinteresada.
Todos estamos convocados
a ello: los sucesores de los Apóstoles —los obispos y los otros
pastores— pero también, en unión con ellos, todos los fieles. Todos
tenemos esta misión en el mundo: sanar a la humanidad de sus heridas,
orientarla en sus búsquedas… No solamente los obispos y los sacerdotes,
sino también los laicos: por ejemplo, en la familia —en su carácter de
hogar y escuela de fe; en la universidad y en los colegios; en los
medios de comunicación; en el mundo sanitario…, y cada cristiano en su
ambiente de amistad y de trabajo.
Escuchemos a san Francisco de Sales, que escribe: «En la misma creación de las cosas, Dios, el Creador, mandó a las plantas que cada una diera el fruto según la especie. Igualmente, los cristianos —que son plantas vivas de la Iglesia— les mandó a cada uno de ellos que diera fruto de devoción según la calidad, el estado y la vocación que tuviera».
Pensamientos para el Evangelio de hoy
- «La esperanza cristiana nos sostiene para comprometernos a fondo en la nueva evangelización y en la misión universal. Nos empuja a orar como Jesús nos lo ha enseñado: ‘Que venga a nosotros tu reino’» (San Juan Pablo II)
- «La indiferencia: ¡cuánto mal hace a los necesitados la indiferencia humana! Y peor, ¡la indiferencia de los cristianos!» (Francisco)
- «La Iglesia es católica: Anuncia la totalidad de la fe; lleva en sí y administra la plenitud de los medios de salvación; es enviada a todos los pueblos; se dirige a todos los hombres; abarca todos los tiempos; ‘es, por su propia naturaleza, misionera’ (Concilio Vaticano II)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 868)
(https://evangeli.net/evangelio/dia/2023-06-18)
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