¡Oh!, Transfiguración gloriosa de nuestro Señor Jesucristo;
Vos, Dios de la Vida y del Amor, os llevasteis a Pedro, Juan
y Santiago, y subiendo al monte Tabor, orasteis. Y, mientras
lo hacíais, el aspecto de Vuestro rostro cambió, y Vuestros
vestidos tomaron un color enceguecedor y refulgente. Conversabais
con Moisés y Elías, ambos aparecían en gloria, y hablaban
de Vuestra partida que se cumpliría en Jerusalén. Pedro, y
sus compañeros cargados estaban de sueño, pero por alguna
razón, permanecían despiertos. Y, vieron Vuestra gloria y a
los dos hombres que estaban con Vos. Entonces, sin comprender
nada, os dijo Pedro: “Maestro, bueno es estarnos aquí. Vamos
a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra
para Elías”. Y entonces vino una potente voz desde la nube,
que decía: “Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle”. De
pronto, cuando la voz hubo terminado, os encontrasteis solo.
Ellos absortos, callaron y, por aquellos días, no dijeron a
nadie nada de lo que habían visto. Ruego a Dios, que el
Espíritu Santo, no nos haga olvidar, lo maravilloso del Amor
de Él. Su rostro transfigurado, se muestra a cada instante
en aquellas personas que saben decir siempre “sí” ante los
retos del cristianismo: los pobres, necesitados y desterrados;
¡oh!, Cristo Transfigurado, “Vivo Dios de la Vida y del Amor”.
© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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06 de Agosto
La Transfiguración del Señor
Por: Rafael Santos Varela
Fuente: Catholic.net
La maravilla del amor de Dios lo vemos en su rostro transfigurado.
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 28-36
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante, y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías; los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén. Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Y sucedió que, al separarse ellos de él, dijo Pedro a Jesús: Maestro, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías, sin saber lo que decía. Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra; y al entrar en la nube, se llenaron de temor. Y vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle. Y cuando la voz hubo sonado, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.
Reflexión
No hay duda, todos somos capaces de distinguir la belleza de la creación, quedamos maravillados, deslumbrados ante un cielo estrellado, un atardecer.
De la misma manera nos impacta el testimonio de una buena obra, de un hombre santo, de un acto de heroísmo.
También es cierto que cuando algo sobrepasa nuestras capacidades quedamos atónitos, sin poder explicarlo o manifestarlo verbalmente, y, si lo hacemos, lo hacemos “más o menos”.
Sin embargo, el mundo se ha malacostumbrado a pedir milagros que pasen – según él- las líneas de lo meramente natural; quiere lo espectacular, quiere actos de magia, un atardecer o una noche estrellada ya no le dice nada.
Cuándo seremos capaces de saber que la maravilla del amor de Dios, su rostro transfigurado, se muestra en esas personas que saben decir siempre sí ante los retos actuales del cristianismo.
Ahora mismo debo hacerme la pregunta de si realmente contemplando lo maravilloso del rostro de Cristo, me puedo quedar con una actitud sólo de contemplación o de mero espectador, queriendo hacer “mi tiendita” para sentirme solamente “bien” y no ver lo que significa el contemplar el rostro de Cristo y querer el compromiso de llevarle a los demás.
(http://es.catholic.net/op/articulos/4997/la-transfiguracin.html)
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