Oh, San
Clemente, vos, sois el
hijo del
Dios de la vida, y su
amado santo,
y que, vuestra fe,
mantuvisteis
hasta el final de
vuestros
días. Por Él, a los paganos
convertisteis
y les regalasteis,
de agua viva
ríos, aquella que,
sed, produce
jamás en sus almas.
“El que se
conserva puro no se
enorgullezca
por ello, porque la
pureza es un
regalo gratuito de
Dios y no
una conquista nuestra”.
Escribisteis
y conservándoos así,
vivisteis y
aunque, martirizado
al cielo
marchasteis, coronado
fuisteis con
corona de luz que,
jamás dejará
su brillo y su luz;
oh, San
Clemente; “mártir y luz”.
© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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23 de
Noviembre
San
Clemente
Papa
Año
101
Oremos por nuestro
actual Pontífice, para que a imitación de San Clemente y los demás Pontífices
santos que ha tenido la Iglesia Católica, sepa guiar sabiamente a los que
seguimos la santa religión de Cristo.Cuando los persigan no tengáis temor porque
el Espíritu Santo hablará por vosotros (Jesucristo).
San Clemente fue el tercer sucesor de San Pedro
(después de Lino y Cleto) y gobernó a la Iglesia desde el año 93 hasta el 101.
El año 96 escribió una carta a Los Corintios, que es el documento Papal más
antiguo que se conoce (Después de las cartas de San Pedro). En esa carta da muy
hermosos consejos, y recomienda obedecer siempre al Pontífice de Roma (Entre
otras cosas dice: “el que se conserva puro no se enorgullezca por ello, porque
la pureza es un regalo gratuito de Dios y no una conquista nuestra”.
Por ser cristiano fue desterrado por el
emperador Trajano a Crimea (al sur de Rusia) y condenado a trabajos forzados a
picar piedra con otros dos mil cristianos. Las actas antiguas dicen que estos le
decían: “Ruega por nosotros Clemente, para que seamos dignos de las promesas de
Cristo”.
San Ireneo (que vivió en el siglo segundo) dice
que Clemente vio a los santos apóstoles Pedro y Pablo y trató con ellos. Las
Actas antiguas añaden que allá en Crimea convirtió a muchísimos paganos y los
bautizó. Los obreros de la mina de mármol sufrían mucho por la sed, porque la
fuente de agua más cercana estaba a diez kilómetros de distancia. El santo oró
con fe y apareció allí muy cerca una fuente de agua cristalina. Esto le dio más
fama de santidad y le permitió conseguir muchas conversiones más.
Un día las autoridades le exigieron que adorara
a Júpiter. Él dijo que no adoraba sino al verdadero Dios. Entonces fue arrojado
al mar, y para que los cristianos no pudieran venerar su cadáver, le fue atado
al cuello un hierro pesadísimo. Pero una gran ola devolvió su cadáver a la
orilla. San Cirilo y San Metodio llevaron a Roma en el año 860 los restos de San
Clemente, los cuales fueron recibidos con gran solemnidad en la Ciudad Eterna, y
allá se conservan.
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