¡Oh!, San Isidoro de Sevilla, vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo y, quiso Él, que, de “santos”,
vuestra familia fuera. Y, bastó ello, para convertiros
en hombre sabio y prudente, y, que, ensalzasteis al Dios
eterno con exégetas escritos sobre cada uno de los Libros
de la Sagrada Biblia, cuya lectura os encantaba, amabais
y recomendabais su lectura a los fieles del tiempo vuestro.
Las viejas calles de Sevilla, saben de vos y del amor a
los pobres, que en sí, sustento vuestro era, el tiempo
todo. Sin duda alguna, vos, el “verdadero puente” fuisteis
entre la Edad Antigua y la Edad Media. Vos, aunque fuisteis
el obispo más sabio de vuestro tiempo, ello no os quitó
el sueño y os dedicasteis a amar a Dios con toda vuestra
fuerza. Dueño de la mejor biblioteca de la nación, varios
libros escribisteis, entre ellos “Las Etimologías”, conocido
como el “Primer Diccionario” que en Europa se hizo. También
escribisteis “La Historia de los Visigodos” y biografías
de hombres ilustres. San Ildefonso, dice de vos así: “la
facilidad de palabra era tan admirable en San Isidoro, que
las multitudes acudían de todas partes a escucharle y todos
quedaban maravillados de su sabiduría y del gran bien que
se obtenía al oír sus enseñanzas”. Cuando sentisteis que
abandonaríais este mundo, pedisteis perdón públicamente
por todas las faltas de vuestra vida pasada y suplicasteis
al pueblo, que rogara por vos, a Dios. Y, así, cuando todo
fue hecho, y vos, habíais gastado vuestra en vida, en buena
lid, Dios, os recogió para cubrir vuestra alma de gloria y
eternidad, como justo premio a vuestra entrega de amor y fe;
¡oh!, San Isidoro de Sevilla; “vivo regalo del Dios de la Vida”.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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4 de abril en Perú
San Isidoro de Sevilla
Arzobispo
(año 636)
Isidoro significa: “Regalo de la divinidad (Isis: divinidad. Doro:
regalo)”. Nació en Sevilla en el año 556. Era el menor de cuatro
hermanos, todos los cuales fueron santos y tres de ellos obispos. San
Leandro, San Fulgencio y Santa Florentina se llamaron sus hermanos.
Su hermano mayor, San Leandro, que era obispo de Sevilla, se encargó
de su educación obteniendo que Isidoro adquiriera el hábito o costumbre
de dedicar mucho tiempo a estudiar y leer, lo cual le fue de gran
provecho para toda la vida.
Al morir Leandro, lo reemplazó Isidoro como obispo de Sevilla, y duró
38 años ejerciendo aquel cargo, con gran brillo y notables éxitos.
Isidoro fue el obispo más sabio de su tiempo en España. Poseía la
mejor biblioteca de la nación. Escribió varios libros que se hicieron
famosos y fueron muy leídos por varios siglos como por ej. Las
Etimologías, que se pueden llamar el Primer Diccionario que se hizo en
Europa. También escribió La Historia de los Visigodos y biografías de
hombres ilustres.
San Isidoro es como un puente entre la Edad Antigua que se acababa y
la Edad Media que empezaba. Su influencia fue muy grande en toda Europa y
especialísimamente en España, y su ejemplo llevó a muchos a dedicar sus
tiempos libres al estudio y a las buenas lecturas.
Fue la figura principal en el Concilio de Toledo (año 633) del cual
salieron leyes importantísimas para toda la Iglesia de España y que
contribuyeron muy fuertemente a mantener firme la religiosidad en el
país.
Se preocupaba mucho porque el clero fuera muy bien instruido y para
eso se esforzó porque en cada diócesis hubiera un colegio para preparar a
los futuros sacerdotes, lo cual fue como una preparación a los
seminarios que siglos más tarde se iban a fundar en todas partes. Dice
San Ildefonso que “la facilidad de palabra era tan admirable en San
Isidoro, que las multitudes acudían de todas partes a escucharle y todos
quedaban maravillados de su sabiduría y del gran bien que se obtenía al
oír sus enseñanzas”.
Su amor a los pobres era inmenso, y como sus limosnas eran tan
generosas, su palacio se veía continuamente visitado por gentes
necesitadas que llegaban a pedir y recibir ayudas.
De todas las ciencias la que más le agradaba y más recomendaba era el
estudio de la Sagrada Biblia, y escribió unos comentarios acerca de
cada uno de los libros de la S. Biblia. Cuando sintió que iba a morir,
pidió perdón públicamente por todas las faltas de su vida pasada y
suplicó al pueblo que rogara por él a Dios. A los 80 años de edad murió,
el 4 de abril del año 636.
La Santa Sede de Roma lo declaró “Doctor de la Iglesia”.
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