¡Oh!, Jesús
Divina Misericordia
¡Misericordia
del Padre!
En las obras
Corporales y Espirituales
En los
corazones de vuestros discípulos
Y en los
hombres de hoy
El camino
sois Vos y ninguno más
Misericordia
de paz gritamos hoy
«Como El
Padre me ha enviado, así también os envío yo»
«Paz a
vosotros” dijisteis a vuestros discípulos
Vuestra Paz,
es la que anhelan los hombres hoy
Porque
vuestra misericordia es eterna
¡Oh!, Jesús
Divina Misericordia, en Vos, confío.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
Fiesta de la Divina Misericordia
Segundo Domingo de Pascua
“La humanidad no conseguirá la paz hasta que no se dirija con confianza a Mi misericordia” (Diario, 300)
La Fiesta de la Divina Misericordia tiene como fin principal hacer
llegar a los corazones de cada persona el siguiente mensaje: Dios es
Misericordioso y nos ama a todos … “y cuanto más grande es el pecador,
tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia” (Diario,
723). En este mensaje, que Nuestro Señor nos ha hecho llegar por medio
de Santa Faustina, se nos pide que tengamos plena confianza en la
Misericordia de Dios, y que seamos siempre misericordiosos con el
prójimo a través de nuestras palabras, acciones y oraciones… “porque la
fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil” (Diario, 742).
Con el fin de celebrar apropiadamente esta festividad, se recomienda
rezar la Coronilla y la Novena a la Divina Misericordia; confesarse
-para la cual es indispensable realizar primero un buen examen de
conciencia-, y recibir la Santa Comunión el día de la Fiesta de la
Divina Misericordia.
La escencia de la devoción
La esencia de la devoción se sintetiza en cinco puntos fundamentales:
1. Debemos confiar en la Misericordia del Señor.
Jesús, por medio de Sor Faustina nos dice: “Deseo conceder gracias
inimaginables a las almas que confían en mi misericordia. Que se
acerquen a ese mar de misericordia con gran confianza. Los pecadores
obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien.
Al que haya depositado su confianza en mi misericordia, en la hora de la
muerte le colmaré el alma con mi paz divina”.
2. La confianza es la esencia, el alma de esta devoción y a la vez la condición para recibir gracias.
“Las gracias de mi misericordia se toman con un solo recipiente y
este es la confianza. Cuanto más confíe un alma, tanto más recibirá. Las
almas que confían sin límites son mi gran consuelo y sobre ellas
derramo todos los tesoros de mis gracias. Me alegro de que pidan mucho
porque mi deseo es dar mucho, muchísimo. El alma que confía en mi
misericordia es la más feliz, porque yo mismo tengo cuidado de ella.
Ningún alma que ha invocado mi misericordia ha quedado decepcionada ni
ha sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía
en mi bondad”.
3. La misericordia define nuestra actitud ante cada persona.
“Exijo de ti obras de misericordia que deben surgir del amor hacia
mí. Debes mostrar misericordia siempre y en todas partes. No puedes
dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte. Te doy tres formar de
ejercer misericordia: la primera es la acción; la segunda, la palabra; y
la tercera, la oración. En estas tres formas se encierra la plenitud de
la misericordia y es un testimonio indefectible del amor hacia mí. De
este modo el alma alaba y adora mi misericordia”.
4. La actitud del amor activo hacia el prójimo es otra condición para recibir gracias.
“Si el alma no practica la misericordia de alguna manera no
conseguirá mi misericordia en el día del juicio. Oh, si las almas
supieran acumular los tesoros eternos, no serían juzgadas, porque la
misericordia anticiparía mi juicio”.
5. El Señor Jesús desea que sus devotos hagan por lo menos una obra de misericordia
al día.
al día.
“Debes saber, hija mía que mi Corazón es la misericordia misma. De
este mar de misericordia las gracias se derraman sobre todo el mundo.
Deseo que tu corazón sea la sede de mi misericordia. Deseo que esta
misericordia se derrame sobre todo el mundo a través de tu corazón.
Cualquiera que se acerque a ti, no puede marcharse sin confiar en esta
misericordia mía que tanto deseo para las almas”.
La Santa Sede decreta día de la Divina Misericordia
Una propuesta de Santa Faustina Kowalska
La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos publicó el 23 de mayo del 2000 un decreto en el que se
establece, por indicación de Juan Pablo II, la fiesta de la Divina
Misericordia, que tendrá lugar el segundo domingo de Pascua. La
denominación oficial de este día litúrgico será «segundo domingo de
Pascua o de la Divina Misericordia».
Ya el Papa lo había anunciado durante la canonización de Sor Faustina
Kowalska, el 30 de abril: «En todo el mundo, el segundo domingo de
Pascua recibirá el nombre de domingo de la Divina Misericordia. Una
invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en
la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al
genero humano en los años venideros».
Sin embargo, el Papa no había escrito estas palabras, de modo que no
aparecieron en la transcripción oficial de sus discursos de esa
canonización.
Santa Faustina, que es conocida como la mensajera de la Divina
Misericordia, recibió revelaciones místicas en las que Jesús le mostró
su corazón, fuente de misericordia y le expresó su deseo de que se
estableciera esta fiesta. El Papa le dedicó una de sus encíclicas a la
Divina Misericordia («Dives in misericordia»).
Los apóstoles de la Divina Misericordia están integrados por
sacerdotes, religiosos y laicos, unidos por el compromiso de vivir la
misericordia en la relación con los hermanos, hacer conocer el misterio
de la divina misericordia, e invocar la misericordia de Dios hacia los
pecadores. Esta familia espiritual, aprobada en 1996, por la
archidiócesis de Cracovia, está presente hoy en 29 países del mundo.
El decreto vaticano aclara que la liturgia del segundo domingo de
Pascua y las lecturas del breviario seguirán siendo las que ya
contemplaba el misal y el rito romano.
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