Día litúrgico: Domingo VI (B) del tiempo ordinario
«Si quieres, puedes limpiarme»
Rev. D. Ferran JARABO i Carbonell (Agullana, Girona, España)
(http://evangeli.net/evangelio/dia/2018-02-11)
Texto del Evangelio (Mc 1,40-45): En
aquel tiempo, se acerca a Jesús un leproso suplicándole, y, puesto de
rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido de él,
extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio». Y al
instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. Le despidió al
instante prohibiéndole severamente: «Mira, no digas nada a nadie, sino
vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que
prescribió Moisés para que les sirva de testimonio». Pero él, así que se
fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo
que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino
que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a Él de
todas partes.
______________________________________«Si quieres, puedes limpiarme»
Rev. D. Ferran JARABO i Carbonell (Agullana, Girona, España)
Hoy, el Evangelio nos invita a contemplar la fe de este leproso.
Sabemos que, en tiempos de Jesús, los leprosos estaban marginados
socialmente y considerados impuros. La curación del leproso es,
anticipadamente, una visión de la salvación propuesta por Jesús a todos,
y una llamada a abrirle nuestro corazón para que Él lo transforme.
La sucesión de los hechos es clara. Primero, el leproso pide la
curación y profesa su fe: «Si quieres, puedes limpiarme» (Mc 1,40). En
segundo lugar, Jesús -que literalmente se rinde ante nuestra fe- lo cura
(«Quiero, queda limpio»), y le pide seguir lo que la ley prescribe, a
la vez que le pide silencio. Pero, finalmente, el leproso se siente
impulsado a «pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia» (Mc 1,45).
En cierta manera desobedece a la última indicación de Jesús, pero el
encuentro con el Salvador le provoca un sentimiento que la boca no puede
callar.
Nuestra vida se parece a la del leproso. A veces vivimos, por el
pecado, separados de Dios y de la comunidad. Pero este Evangelio nos
anima ofreciéndonos un modelo: profesar nuestra fe íntegra en Jesús,
abrirle totalmente nuestro corazón, y una vez curados por el Espíritu,
ir a todas partes a proclamar que nos hemos encontrado con el Señor.
Éste es el efecto del sacramento de la Reconciliación, el sacramento de
la alegría.
Como bien afirma san Anselmo: «El alma debe olvidarse de ella misma y
permanecer totalmente en Jesucristo, que ha muerto para hacernos morir
al pecado, y ha resucitado para hacernos resucitar para las obras de
justicia». Jesús quiere que recorramos el camino con Él, quiere
curarnos. ¿Cómo respondemos? Hemos de ir a encontrarlo con la humildad
del leproso y dejar que Él nos ayude a rechazar el pecado para vivir su
Justicia.
(http://evangeli.net/evangelio/dia/2018-02-11)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario