¡Oh!, Santa Regina, vos sois la hija del Dios de la Vida
y su amada santa. ¿Qué diré de vos, si fue todo dicho,
aquél día por vos? ¡Nada diré!, pues vuestro martirio, en
medio de prodigios del cielo; lo saben la blanca paloma
aquella y los paganos convertidos en vuestro holocausto.
Reina y virgen; a imitación de María, la vida por Cristo
disteis y rechazaste al pagano aquél, ganando el cielo.
Os suplicamos pues, que; en base a vuestros méritos,
intercedáis ante el Dios de la Vida; para que las niñas
de nuestro tiempo, sepan acumular para el cielo riquezas,
y se libren del mal; que sólo brinda, espejismos de vida,
pues vos, cuando teníais quince años conocisteis a Cristo
y le entregasteis vuestro corazón y bautizándoos decidisteis
darle para siempre vuestra virginidad. El prefecto de vuestro
tiempo se os enamoró de vos, al solo veros. Pero vos, en presencia
de aquél, le confesasteis vuestra fe. Y, allí mismo, comenzaron
vuestras dificultades. Fuisteis puesta en la cárcel y con
una amenaza: que al regreso del prefecto, vos, deberíais cambiar
de religión. Y, a la vuelta del personaje, vos os negasteis
a hacer sacrificio a los ídolos, sufriendo terribles torturas,
y en el cielo hay prodigios en él: se producen terremotos,
se oyen voces celestiales y una paloma se acerca a curaros.
Y en ese instante, la gente se convierte a centenares, hasta
que pr fin, os deguellan, y así, alza vuelo vuestra alma para
recibir corona de luz como premio justo a vuestra fidelidad;
¡oh!, Santa Regina; “viva fideliad al Dios de la Vida y del Amor”.
© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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7 de Septiembre
Santa Regina
Mártir
Los niños piden -al menos así lo hacían en tiempos
pasados- a los mayores que les cuenten un cuento a la hora de dormir. La
condescendencia de los que les quieren, procurando su bien dormir, les
lleva a ilustrar su imaginación con historias que unas veces son sólo
producto del genio humano y otras… adornan la verdad de hechos ocurridos
en la ordinariez de la vida con amplificaciones que hacen fantástica,
amable y hasta apasionante la historia real. No sé si la historia de
Regina servirá para rellenar esos momentos previos al descanso nocturno
de los pequeños, pero no me cabe duda de que sí servirán a los adultos
para que detengamos un momento nuestro ardoroso caminar.
Regina es palabra latina que se vierte al castellano por Reina. Así
se llamaba nuestra protagonista de hoy. Fue una francesita hija de padre
romano y de madre gala. Era el tiempo del Imperio. Cuando tenía quince
años conoció a Cristo y le entregó su corazón, se bautizó y decidió
darle para siempre su virginidad.
Es hermosa en demasía. El prefecto romano se enamoró de ella al
verla. En su presencia, Regina confiesa su fe. Desde este momento
comienzan las dificultades para la fidelidad. Fue puesta en la cárcel y
con una amenaza: al regreso del prefecto, que necesariamente ha de
ausentarse, ella debe haber cambiado de religión o conocerá el furor
romano.
Sucede a la vuelta del personaje lo previsible con la gracia de Dios.
Ella se niega a sacrificar a los ídolos, llegan las torturas, los
hierros arañan y cortan su carne. También hay prodigios del Cielo: se
producen terremotos, se oyen voces celestiales… hasta una paloma se
acerca para consolarla, darle ánimos y curarla.
El ejemplo es tan llamativo que la gente se convierte a centenares.
Por fin, es degollada. La candidez de la historia narrada, pletórica de
elementos hiperbólicos y de adornos donados por la fantasía, expone un
drama común y diario de mucha gente que bien merece la atención y el
mimo del poeta, me refiero a todos esos que están dispuestos en serio a
dar la vida por la fe que tienen y, llegado el momento, darla.
Fuente: Archidiócesis de Madrid
(http://www.mercaba.org/SANTORAL/Vida/09/09-07_S_regina_martir.htm)
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