Oh, Señora Nuestra de Chiquinquirá
Vos sois, la Madre del Dios de la
vida y que, pintada fuisteis como
la advocación de la Virgen del
Rosario, con Jesús el Niño, Vuestro
amadísimo Hijo y por compañía a
San Andrés el Apóstol y San Antonio
de Papua; guardia haciéndoos y el
día aquél, pasó enfrente vuestro,
Isabel e hijo humildes y gritó ella
a María, vuestra cuidadora, con gran
admiración y asombro: “mire, mire
señora…” y dirigió ella su mirada
hacia la pintura y de pronto apareció
Vuestra imagen, toda de colores y
resplandores vivos rodeada. Rasguños
y agujeros del lienzo, desaparecido
habían y con este milagro maravilloso,
hacia Vos, la devoción surgió. Santa
Madre del Redentor, Virgen del Rosario;
oh, Nuestra Señora de Chiquinquirá.
© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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9 de julio
Nuestra Señora de Chiquinquirá
Patrona de Colombia
La
tradición nos cuenta que hace cuatro siglos don Antonio de Santana,
encomendero de los pueblos de Suta y Chiquinquirá, solicitó al español
Alonso de Narváez (h. 1560) que pintara una imagen de la Virgen del
Rosario, para colocarla en una pequeña capilla. La pintura fue realizada
sobre una tela de algodón de procedencia indígena, media 44 pulgadas de
alto por 49 de ancho, Alonso de Narváez usó colores al temple, realizó
una imagen de la Virgen del Rosario con el Niño Jesús, y a los lados
puso al Apóstol San Andrés y a San Antonio de Padua.
El
cuadro fue ubicado en la capilla que poseía don Antonio en sus
aposentos de Suta, estuvo allí durante más de una década, pero la
capilla tenía el techo de paja, lo que provoco que la humedad
deteriorara la pintura hasta dejarla completamente borrosa. Tras la
muerte de Santana, su viuda, se trasladó a Chiquinquirá, hacia el año
1577-78. La imagen fue llevada a ese lugar, pero se encontraba en tan
mal estado que fue abandonada en un cuarto, habitación que tiempo atrás
había sido usada como oratorio.
Al
comenzar el año 1586, se estableció en Chiquinquirá, una piadosa mujer,
María Ramos, nacida en Sevilla (España), la señora reparó el viejo
oratorio y colgó en el mejor lugar de la capilla, la deteriorada pintura
de la Virgen del Rosario.
El
día 26 de diciembre de 1586, María salía de la capilla, cuando pasó
frente a ella una mujer indígena llamada Isabel y su pequeño hijo. En
ese momento Isabel grito a María “mire, mire Señora…” Ella dirigió la
mirada hacia la pintura, la imagen aparecía rodeada de vivos
resplandores, prodigiosamente los colores y su brillo original habían
reaparecido, los rasguños y agujeros de la tela habían desaparecido. Con
tan maravilloso suceso se inició la devoción a Nuestra Señora de
Chiquinquirá.
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