04 noviembre, 2007

Sexto Capítulo: La Renovación

Está bien que un experto en construcciones se encargue de hacerlas; pero este no era el caso. Madre Angélica armada de una pasión indescriptible, abraza este nuevo proyecto de una manera extraordinaria.

Hay que ver como de una manera insospechada se produjeron actos milagrosos para apoyar a esta noble tarea. Llovieron sucesivamente desde alimentos, losetas, pintura y todo aquello que fuese necesario para su construcción. María Angélica, siempre depositaba su confianza y fe, en el Hombre de Arriba. Hay que señalar que el grupo que rodeaba a María Angélica, según lo declara ella misma, era de muy alta calidad.

Uno de los sucesos más emocionantes que vivió María Angélica, fue saber de que su madre Mae se convirtió en la primera postulante de la comunidad; recibiendo sus hábitos el 2 de enero de 1963, profesando sus votos al siguiente año (1964). Mae llevó el nombre de la hermana María David del Infante Jesús.

Para entonces el Concilio Vaticano II realizó profundas reformas que iban desde la liturgia hasta la nueva evangelización, haciendo énfasis en el uso y empleo de todos los medios de comunicación social para expandir la Buena Nueva. Este era el Concilio de Madre Angélica ya que a partir de éste, María Angélica pudo seguir adelante con el proyecto de la EWTN.

Para entonces, dejaron de lado la producción de anzuelos, por la venta de maní tostado, que tuvo un éxito excepcional durante un par de años que dejaron por razones estratégicas. Un suceso importante y misterioso sucedió cuando un desconocido sacerdote impuso las manos sobre la cabeza de Madre Angélica y el cambio empezó de manera extraordinaria. Madre Angélica había adquirido una gripe de la cual se recuperaba y como dice ella leía el Evangelio de San Juan, en voz alta “En el principio era el verbo y el verbo estaba en Dios y el verbo era Dios...”. En ese momento según cuenta la Madre, se sintió llena del Espíritu Santo y escuchó que Dios le decía: “Te estoy preparando para algo muy especial y único”.
María Angélica había estado editando ya hace buen tiempo una serie de panfletos de 12 páginas para ser distribuido en los lugares más insospechados, los cuales comenzaron a rendir su frutos salvando vidas y convirtiendo almas; motivo mas suficiente, para tener una imprenta propia dentro del monasterio.

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